LOS VERSOS SATÁNICOS

3y ago
279 Views
41 Downloads
1.71 MB
307 Pages
Last View : 1m ago
Last Download : 3m ago
Upload by : Annika Witter
Transcription

LOS VERSOSSATÁNICOSSALMAN RUSHDIE

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comÍNDICEIEL ÁNGEL GIBREEL.6IIMAHOUND.54IIIELEOENE DEERREEESE.75IVAYESHA.117VUNACIUDADVISIBLEPERO NO VISTA.137VIREGRESO A JAHILIA.201VIIEL ÁNGEL AZRAEEL.221VIIILARETIRADADEL MAR DE ARABIA.263IXUNA LÁMPARA MARAVILLOSA.284AGRADECIMIENTOS.306GLOSARIO.3072

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comCubierta: detalle deRustam mata al Demonio Blanco,Victoria and Albert Museum(foto: Bridgeman Art Library)Título original: The Satanic VersesTraducción del inglés: J. L. MirandaPrimera edición: mayo 1989 1988, Salman RushdieDepósito legal: B. 13.329 - 1989Impreso en EspañaA Marianne.Satanás, relegado a una condición errante, vagabunda,transitoria, carece de morada fija; porque si bien a consecuenciade su naturaleza angélica, tiene un cierto imperio en la líquidainmensidad o aire, ello no obstante, forma parte integrante de sucastigo el carecer. de lugar o espacio propio en el que posar laplanta del pie.DANIEL DEFOE, Historia del diablo.3

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comIEL ÁNGEL GIBREEL1«Para volver a nacer —cantaba Gibreel Farishta mientras caía de los cielos, dando tumbos—tienes que haber muerto. ¡Ay, sí! ¡Ay, sí! Para posarte en el seno de la tierra, tienes que habervolado. ¡Ta-taa! ¡Takachum! ¿Cómo volver a sonreír si antes no lloraste? ¿Cómo conquistar elamor de la adorada, alma cándida, sin un suspiro? Baba, si quieres volver a nacer.» Amanecíaapenas un día de invierno, por el Año Nuevo poco más o menos, cuando dos hombres vivos, realesy completamente desarrollados, caían desde gran altura, veintinueve mil dos pies, hacia el canal dela Mancha, desprovistos de paracaídas y de alas, bajo un cielo límpido.«Yo te digo que debes morir, te digo, te digo.», y así una vez y otra, bajo una luna dealabastro, hasta que una voz estentórea rasgó la noche: «¡Al diablo con tus canciones! —Laspalabras pendían, cristalinas, en la noche blanca y helada—. En tus películas sólo movías los labiosporque te doblaban, así que ahórrame ahora ese ruido infernal.»Gibreel, el solista desafinado, hacía piruetas al claro de luna, mientras cantaba su espontáneogazal, nadando en el aire, ora mariposa, ora braza, enroscándose, extendiendo brazos y piernas en elcasi infinito del casi amanecer, adoptando actitudes heráldicas, ora rampante, ora yacente,oponiendo la ligereza a la gravedad. Rodó alegremente hacia la sardónica voz. «Hola, compañero,¿eres tú? ¡Qué alegría! ¿Qué hay, mi buen Chamchito?» A lo que el otro, una sombra impecableque caía cabeza abajo en perfecta vertical, con su traje gris bien abrochado y los brazos pegados alos costados, tocado, como lo más natural del mundo, con extemporáneo bombín, hizo la muecapropia del enemigo de diminutivos. «¡Eh, paisano! —gritó Gibreel, provocando otra muecainvertida—. ¡Es el mismo Londres, chico! ¡Allá vamos! Esos cabritos de ahí abajo no sabrán lo quese les vino encima, si un meteoro, un rayo o la venganza de Dios. Llovidos del cielo, muñeca.¡Puummmmba! Cras, ¿eh? ¡Qué entrada, Yyyaaa! Yo te digo. Flas.»Llovidos del cielo: un big bang seguido de catarata de estrellas. Un principio de Universo,un eco en miniatura del nacimiento del tiempo. el jumbo Bostan, vuelo AI-420 de la Air India,estalló sin previo aviso a gran altura sobre la grande, putrefacta, hermosa, nivea y resplandecienteciudad de Mahagonny, Babilonia, Alphaville. Claro que Gibreel ya ha pronunciado su nombre, demanera que yo no puedo interferir: el mismo Londres, capital de Vilayet, parpadeaba, centelleaba yse mecía en la noche. Mientras, a una altura de Himalaya, un sol fugaz y prematuro estallaba en el4

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comaire cristalino de enero, un punto desaparecía de las pantallas de radar y el aire transparente sellenaba de cuerpos que descendían del Everest de la catástrofe a la láctea palidez del mar.¿Quién soy yo?¿Quién más está ahí?El avión se partió por la mitad, como vaina que suelta las semillas, huevo que descubre sumisterio. Dos actores, Gibreel, el de las piruetas, y el abotonado y circunspecto Mr. SaladinChamcha, caían cual briznas de tabaco de un viejo cigarro roto. Encima, detrás, debajo de ellos,planeaban en el vacío butacas reclinables, auriculares estéreo, carritos de bebidas, recipientes de losefectos del malestar provocado por la locomoción, tarjetas de desembarque, juegos de vídeo libresde aduana, gorras con galones, vasos de papel, mantas, máscaras de oxígeno. Y también —porquea bordo del aparato viajaban no pocos emigrantes, sí, un número considerable de esposas quehabían sido interrogadas, por razonables y concienzudos funcionarios, acerca de la longitud ymarcas distintivas de los genitales del marido, y un regular contingente de niños sobre cuyalegitimidad el Gobierno británico había manifestado sus siempre razonables dudas—, también,mezclados con los restos del avión, no menos fragmentados ni menos absurdos, flotaban losdesechos del alma, recuerdos rotos, yoes arrinconados, lenguas maternas cercenadas, intimidadesvioladas, chistes intraducibies, futuros extinguidos, amores perdidos, significado olvidado depalabras huecas y altisonantes, tierra, entorno natural, casa. Un poco aturdidos por el estallido,Gibreel y Saladin bajaban como fardos soltados por una cigüeña distraída de pico flojo, y Chamcha,que caía cabeza abajo, en la posición recomendada para el feto que va a entrar en el cuello del útero,empezó a sentir una sorda irritación ante la resistencia del otro a caer con normalidad. Saladindescendía en picado mientras que Farishta abrazaba el aire, asiéndolo con brazos y piernas, con losademanes del actor amanerado que desconoce las técnicas de la sobriedad. Abajo, cubiertas denubes, esperaban su entrada las corrientes lentas y glaciales de la Manga inglesa, la zona señaladapara su reencarnación marina.«Oh, mis zapatos son japoneses —cantaba Gibreel, traduciendo al inglés la letra de la viejacanción, en semiinconsciente deferencia hacia la nación anfitriona que se precipitaba a su encuentro—, el pantalón, inglés, pues no faltaba más. En la cabeza, un gorro ruso rojo; mas el corazón siguesiendo indio, a pesar de todo.» Las nubes hervían, espumeantes, cada vez más cerca, y quizá fuerapor aquella gran fantasmagoría de cúmulos y cumulonimbos, con sus tormentosas cúspidesenhiestas a la luz del amanecer, quizá fuera el dúo (cantando el uno y abucheando el otro) o quizásel delirio provocado por la explosión que les evitaba apercibirse de lo inminente., lo cierto es quelos dos hombres, Gibreelsaladin Farischtachamcha, condenados a esta angelicodemoníaca caída sinfin pero efímera, no se dieron cuenta del momento en que empezaba el proceso de sutransmutación. ¿Mutación?Sí, señor; pero no casual. Allá arriba, en el aire-espacio, en ese campo blando e intangibleque el siglo ha hecho viable y que se ha convertido en uno de sus lugares definitorios, la zona de lamovilidad y de la guerra, la que empequeñece el planeta, la del vacío de poder, la más insegura ytransitoria, ilusoria, discontinua y metamórfica —porque, cuando lo arrojas todo al aire, puedeocurrir cualquier cosa—, allá arriba, decía, se operaron, en unos actores delirantes, cambios quehabrían alegrado el corazón del viejo Mr. Lamarck: bajo extrema presión ambiental, se adquirierondeterminadas características.¿Qué características respectivamente? Calma, ¿se han creído que la Creación se produce amarchas forzadas? Bien, pues la revelación tampoco. Echen una mirada a la pareja. ¿Observanalgo extraño? Sólo dos hombres morenos en caída libre; la cosa no tiene nada de particular,pensarán, treparon demasiado, se pasaron, volaron muy cerca del sol, ¿no es eso? No es eso. Prestenatención.Mr. Saladin Chamcha, consternado por los sonidos que manaban de la boca de GibreelFarishta, contraatacó con sus propios versos. Lo que Farishta oyó tremolar en el fantasmagórico airenocturno era también una vieja canción, letra de Mr. James Thomson, mil setecientos a mil5

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comsetecientos cuarenta y ocho. «. por orden del cielo —entonaba Chamcha con unos labios que elfrío ponía patrióticamente rojos, blancos y azules— surgió del aaaazul. —Farishta, consternado, sedesgañitaba cantando a los zapatos japoneses, los gorros rusos y los corazones inviolablementesubcontinentales, pero no conseguía ahogar la atronadora voz de Saladin— . y los ángeles de laguaaaarda entonaban el estribillo.»Desengañémonos, era imposible que se oyeran mutuamente, y no digamos que conversarany compitieran en el canto de esta manera. Acelerando hacia el planeta, con la atmósfera silbandoalrededor, ¿cómo habían de oírse? Pero, desengañémonos nuevamente, se oían.Se precipitaban hacia abajo y el frío invernal que les escarchaba las pestañas y amenazabacon helarles el corazón estaba a punto de despertarles de su ensueño exaltado, ya iban a percatarsedel milagro del canto, de la lluvia de extremidades y de niños de la que ellos formaban parte y delhorrible destino que subía a su encuentro cuando, empapándose y congelándose instantáneamente,se sumergieron en la ebullición glacial de las nubes.Se hallaban en lo que parecía ser un largo túnel vertical. Chamcha, atildado, envarado ytodavía cabeza abajo, vio cómo Gibreel Farishta, con su camisa sport color púrpura, nadaba hacia élpor aquel embudo con paredes de nube, y quiso gritar: «No te acerques, aléjate de mí», pero algo selo impidió, un agudo cosquilleo que se iniciaba en sus intestinos, de manera que, en lugar deproferir palabras hostiles, abrió los brazos y Farishta nadó hacia ellos y quedaron abrazados cabezacon pie, y la fuerza de la colisión les hizo voltear y caer haciendo molinetes por el agujero queconducía al País de las Maravillas. Mientras se abrían paso, surgieron de la blancura una sucesiónde formas nebulosas, en metamorfosis incesante de dioses en toros, mujeres en arañas y hombres enlobos. Nubes-criaturas híbridas se precipitaban hacia ellos, flores gigantes con pechos humanoscolgadas de tallos carnosos, gatos alados y centauros, y Chamcha, en su aturdimiento, tenía laimpresión de que también él había adquirido calidad nebulosa y metamórfica, híbrida, como siestuviera convirtiéndose en la persona cuya cabeza estaba inserta entre sus piernas y cuyas piernasse enlazaban alrededor de su largo y estirado cuello.Aquella persona, empero, no tenía tiempo para tales fantasías; es más, era incapaz deentregarse al más nimio fantaseo. Y es que acababa de ver emerger del remolino de las nubes lafigura de una seductora mujer de cierta edad, con sari de brocado verde y oro, brillante en la nariz ymoño alto bien defendido por la laca de los embates del viento de las alturas, que viajabacómodamente sentada en alfombra voladora. «Rekha Merchant —saludó Gibreel—, ¿acaso no haspodido encontrar el camino del cielo?» ¡Impertinentes palabras para ser dichas a una muerta! Pero,en descargo del osado, puede aducirse su condición traumatizada y vertiginosa. Chamcha,agarrado a sus piernas, profirió una interrogación de perplejidad: «¿Qué diablos?»«¿Tú no la ves? —gritó Gibreel—. ¿No ves su recondenada alfombra de Bokhara?»No, no, Gibbo, susurró en sus oídos la voz de la mujer; no esperes que él confirme. Yo soyúnica y estrictamente para tus ojos, excremento de cerdo, mi bien. Con la muerte llega la sinceridad,amor, y ahora puedo llamarte por tu nombre.La nebulosa Rekha murmuraba agrias trivialidades, pero Gibreel gritó otra vez a Chamcha:«Compa, ¿la ves o no la ves?»Saladin Chamcha no veía, ni oía, ni decía nada. Gibreel se encaró con ella solo. «No debistehacerlo —la reprendió—. No, señora. Es un pecado. Una enormidad.»Oh, y ahora me riñes, rió ella. Ahora tú eres el que se da aires de moralidad, qué risa. Tú medejaste, le recordó su voz al oído, como si le mordisqueara el lóbulo de la oreja. Fuiste tú, luna demis delicias, el que se escondió en una nube. Y yo me quedé a oscuras, ciega, perdida por amor.Él empezaba a tener miedo. «¿Qué quieres? No; no me lo digas, sólo márchate.»Cuando estuviste enfermo, yo no podía ir a verte, por el escándalo; tú sabías que no podía,que me mantenía apartada por tu bien, pero después me castigaste, lo utilizaste de pretexto paramarcharte, de nube para esconderte. Eso, y también a ella, la mujer de los hielos. Canalla. Ahora6

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comque estoy muerta he olvidado cómo se perdona. Yo te maldigo, mi Gibreel, que tu vida sea uninfierno. Un infierno, porque ahí me mandaste, maldito seas, y de ahí viniste, demonio, y ahí vas,imbécil, que te aproveche la jodida zambullida. La maldición de Rekha y, después, unos versos enuna lengua que él no entendía, secos y sibilantes, en los que repetidamente creyó distinguir, o talvez no, el nombre de Al-Lat.Gibreel se apretó contra Chamcha y salieron de las nubes.La velocidad, la sensación de velocidad volvió, silbando su nota escalofriante. El techo denubes voló hacia lo alto, el suelo de agua se acercó y ellos abrieron los ojos. Un grito, el mismogrito que aleteaba en su vientre cuando Gibreel nadaba por el cielo, escapó de labios de Chamcha;un rayo de sol taladró su boca abierta liberándolo. Pero Chamcha y Farishta, que habían caído através de las transformaciones de las nubes, también tenían contorno vago y difuso, y cuando la luzdel sol dio en Chamcha, liberó algo más que un grito.«Vuela —gritó Chamcha a Gibreel—. Echa a volar, ya.» Y, sin saber la razón, agregó ladaorden: «Y canta.»¿Cómo llega al mundo lo nuevo? ¿Cómo nace?¿De qué fusiones, transubstanciaciones y conjunciones se forma?¿Cómo sobrevive, siendo como es tan extremo y peligroso? ¿Qué compromisos, qué pactos,qué traiciones a su íntima naturaleza tiene que hacer para contener a la panda de demoledores, alángel exterminador, a la guillotina?¿Es siempre caída el nacimiento?¿Tienen alas los ángeles? ¿Vuelan los hombres?Cuando Mr. Saladin Chamcha caía de las nubes sobre el canal de la Mancha, sentía elcorazón atenazado por una fuerza tan implacable que comprendió que no podía morir. Después,cuando tuviera los pies firmemente asentados en tierra, empezaría a dudarlo y atribuiría loimplausible de su tránsito al desbarajuste de sus sentidos, provocado por la explosión, achacando susupervivencia y la de Gibreel a un capricho de la fortuna. Pero en aquel momento no tenía la menorduda: lo que le había ayudado a salir del trance era el deseo de vivir, franco, irresistible y puro, y loprimero que hizo aquel deseo fue informarle de que no quería tener nada que ver con su patéticapersonalidad, con aquel apaño semirreconstruido de mímica y voces, que se proponía desentendersede todo ello, y Saladin descubrió que se rendía, sí, adelante, como si fuera un espectador de símismo en su propio cuerpo, porque aquello partía del centro de su cuerpo y se extendía hacia fuera,convirtiendo su sangre en hierro y su carne en acero, aunque también lo sentía como un puño que loenvolviera sosteniéndolo de una manera que era a la vez intolerablemente dura e insoportablementeblanda; hasta que se apoderó de él por completo y pudo hacerle mover los labios, los dedos, todo loque quisiera y, una vez estuvo seguro de su conquista, dimanó de su cuerpo y agarró a GibreelFarishta por los testículos.«Vuela —ordenaba a Gibreel aquella fuerza—. Canta.» Chamcha permaneció abrazado aGibreel mientras éste, al principio lentamente, y después con rapidez y fuerza crecientes, batía losbrazos. Más y más vigorosamente braceaba y, al bracear, brotó de él un canto que, como el cantodel espectro de Rekha Merchant, se cantaba en una lengua desconocida para él, con una músicanunca oída. Gibreel en ningún momento negó el milagro; a diferencia de Chamcha, que trataba dedescartarlo por medio de la lógica, él nunca dejó de afirmar que el gazal era celestial y que, sin elcanto, de nada le hubiera servido mover los brazos a modo de alas y, sin el aleteo, era seguro quehabrían golpeado las olas como pedruscos o cosa así, estallando en mil pedazos al tomar contactocon el tenso tambor del mar. Mientras que ellos, por el contrario, empezaron a frenar. Cuanto másbriosamente aleteaba y cantaba, cantaba y aleteaba Gibreel, más se acentuaba la desaceleración,hasta que, al fin, planeaban sobre el canal como papelillos mecidos por la brisa.7

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.comFueron los únicos supervivientes de la catástrofe, los únicos pasajeros caídos del Bostan queconservaron la vida. Fueron depositados por la marea en una playa. Cuando los encontraron, el másexpansivo de los dos, el de la camisa púrpura, deliraba frenéticamente, jurando que habíancaminado sobre el agua, que las olas los habían acompañado suavemente hasta la orilla; mientrasque el otro, que llevaba un empapado bombín pegado a la cabeza como por arte de magia, lonegaba. «Por Dios que tuvimos suerte —decía—. Toda la suerte del mundo.»Yo conozco la verdad, naturalmente. Lo vi todo. Por lo que respecta a omnipresencia yomnipotencia no tengo pretensiones, por el momento, pero una cosa sí puedo afirmar, espero:Chamcha lo deseó y Farishta cumplió el deseo.¿Quién obró el milagro?¿De qué naturaleza —angélica o satánica— era la canción de Farishta?¿Quién soy yo?Digamos: ¿quién sabe los mejores cantos?Éstas fueron las primeras palabras que Gibreel Farishta pronunció al despertar en la nevadaplaya inglesa, con una sorprendente estrella de mar junto a la oreja: «Hemos vuelto a nacer, compa,tú y yo. Feliz cumpleaños, paisano, feliz cumpleaños.»Y Saladin Chamcha tosió, escupió, abrió los ojos y, como es propio de un recién nacido, seechó a llorar tontamente.8

Salman Rushdie - Los versos satánicoshttp://elortiba.galeon.com2La reencarnación siempre fue tema de gran importancia para Gibreel, durante quince años lamayor estrella del cine indio, antes ya de que venciera «milagrosamente» al Virus Fantasma que,según empezaba a creer la gente, parecía que iba a cancelar todos sus contratos. Por lo tanto, quizásalguien hubiera podido prever, pero nadie previó, que, cuando se restableciera, podría, por asídecirlo, triunfar en lo que habían fracasado los gérmenes, y abandonar para siempre su vieja vida, amenos de una semana de cumplir los cuarenta, esfumándose en el aire, ¡puf!, como por ensalmo.Los primeros en notar su ausencia fueron los cuatro componentes del servicio de la silla deruedas de los estudios.

del milagro del canto, de la lluvia de extremidades y de niños de la que ellos formaban parte y del horrible destino que subía a su encuentro cuando, empapándose y congelándose instantáneamente, se sumergieron en la ebullición glacial de las nubes. Se hallaban en lo que parecía ser un largo túnel vertical. Chamcha, atildado, envarado y

Related Documents:

2016 Examina on dates More dates, more flexibility, more choice Version 2 24/09/2015 Back to the top Cambridge English: Key for Schools (KET for Schools) Sat 05 Mar Thu 21 Apr Sat 23 Apr Sat 7 May Thu 12 May Sun 15 May Sat 21 May Sat 28 May Sat 4 Jun Wed 8 Jun Sat 11 Jun Sat 8 Oct Sat 22 Oct Sat 19 Nov Tue 29 Nov Sat 10 Dec

SAT/SAT Subject Tests Saturday, October 8, 2016 SAT/SAT Subject Tests Saturday, November 5, 2016 . December 3, 2016 SAT/SAT Subject Tests Saturday, January 28, 2017 SAT only Saturday, March 4, 2017 SAT/SAT Subject Tests Saturday, May 6, 2017 SAT/SAT Subject Tests Saturday, June 3, 2017 ACT Saturday, September 10, 2016 ACT Saturday, October 22 .

Ejemplos de Estrofas y Poemas 14 Pausas de los versos. La cesura 12 Rima 11 Los acentos 11 Medida de los versos 10 Armonía 9 Ritmo 8 VERSOS CASTELLANOS 7 VERSIFICACIÓN 7 ELOCUCIÓN 6 De Métrica y Rima1 6 Primera Parte Métrica, Rima y Estrofas 5 Presentación 4 Pág 2 1Transcripción de parte de la obra: "Las mil peores poesías de la lengua .

1 La moaxaja fue creada a comienzos del siglo X por el ciego Muccadan ibn Moafa de Cabra. Composición 2 Se trata de los versos denominados isosilábicos, es decir, poemas formados por versos de igual metro. Frente a ellos hallaríamos los denominados versos anisosilábicos. 1 2

SAT Subject Tests, Score Choice, The Official SAT Study Guide, The Official SAT Online Course, The Official SAT Subject Tests in Mathematics Levels 1 & 2 Study Guide, The Official SAT Subject Tests in U.S. and World History Study Guide, and The Official Study Guide for all SAT

SAT Preparation Booklet. 3. SAT Reasoning Test This booklet will answer your questions about and help you practice for the new SAT. SAT FAQs. Why should I take the SAT? The SAT Reasoning Test is a measure of the critical think-ing skills you will need for academic success in college. The SAT assesses how well you analyze and solve problems—

Paral lelisme en els versos: 1 i 3 (No el prengueu), 2,4,5 i7 (Que és neci), versos 6 i 9 ( No sigui per vós amat) i versos 8 11 (No jegui amb vós al llit). Poema Balada de La garsa i L’esmerla Moviment/Corrent/Segle segona meitat del segle XV Autor Joan Rois de Corella

2 2020-21 SAT and SAT Subject Tests International Code List Using this Code List Booklet This reference is intended for the counseling or SAT international service provider’s office, where it can be used by anyone who needs to submit a paper registration for the SAT, the SAT with Essay, or