El Cementerio Marino. Arquitectura Funeraria De Lluís .

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El cementerio marino.Arquitectura funeraria de LluísDomènech i Montaner en ComillasThe marine cemetery. Funerary architecture byLluís Domènech i Montaner in ComillasAntonio Sama GarcíaFundación Real Fábrica de Tapicesgirasol130@hotmail.comResumenA finales del siglo XIX, la población cántabra de Comillas sufrió una vertiginosatransformación de la mano de una pléyade de artífices catalanes que hicieron llegarhasta las orillas del Cantábrico el florecimiento artístico de la Renaixença. Allí fueronllamados por los López, una familia ennoblecida por Alfonso XII cuya inmensafortuna se había cimentado en Cuba y desarrollado después en Barcelona. En esecontexto, el arquitecto Lluís Domènech i Montaner fue comisionado por el segundomarqués de Comillas y una ilustre familia comillana para proyectar dos obras decarácter funerario: la reforma del cementerio parroquial y la construcción del panteónPiélago.Palabras clave: Lluís Domènech i Montaner, Comillas, marquesado de Comillas, artefunerario, artes decorativas, RenaixençaArte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 – Abril de 201243ISSN 2254-2930

ANTONIO SAMA GARCÍAAbstractAt the end of the 19th century, the Cantabrian town of Comillas went through avertiginous transformation led by an illustrious group of crafstmen and architectswho brought the artistic flowering of the Renaixença to the Cantabrian shores. Theywere called there by the López family, who had been ennobled by king Alphonse XIIand whose huge fortune laid its foundations in Cuba. In that context, the architectLluís Domènech i Montaner was commissioned by the second Marquis of Comillasand a distinguished comillana family two funerary works: the reform of the parishcemetery and the construction of the Pantheon Piélago.Key words: Lluís Domènech i Montaner, Comillas, Marquisate of Comillas, FunerealArt, Arts and Crafts, Renaixença.ArtículoA finales del siglo XIX, la población cántabra de Comillas se convierte en uncampo de experimentación de la arquitectura y las artes catalanas en busca deun estilo “moderno” con unas señas de identidad propias. Ello fue posiblegracias al espléndido mecenazgo de los López, una familia oriunda de la villaque había construido un enorme conglomerado financiero-empresarial yamasado una inmensa fortuna en la industriosa Barcelona.El origen de este imperio económico habían sido los negocios llevados a cabopor Antonio López y López en la isla de Cuba. Ello le permitió fundar ya enla Península una empresa de vapores que se convertiría en la poderosaCompañía Trasatlántica. Ennoblecido por Alfonso XII con el título de marquésde Comillas y tocado con el orgullo de los indianos cántabros, Lópezemprendió en la tierruca un ambicioso programa de obras que le consagrócomo uno de los principales mecenas de su época. Para ello contó con unapléyade de artífices catalanes que llevaron a las orillas del Cantábrico lospostulados estéticos y el imaginario simbólico de la Renaixença1.Un estudio completo sobre todas las intervenciones que tuvieron lugar en Comillas durante elúltimo cuarto del siglo XIX se puede ver en nuestra tesis doctoral inédita Gaudí y la arquitecturade la Renaixença en Comillas (SAMA, 2011). El presente trabajo es un extracto adaptado de lamisma.144Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 2012

El cementerio marino: Arquitectura funeraria de Lluis Doménech i Montaner en ComillasClaudio López Brú –segundo marqués de Comillas– prosiguió el programade monumentalización de la villa emprendido por su padre y todo pareceindicar que patrocinó la reforma del cementerio parroquial, cuyos trabajosencargó al que por entonces se había convertido en el arquitecto delmarquesado: Lluís Domènech i Montaner. La adecuación y embellecimientodel cementerio comillano, llamado también de San Cristóbal, es una de lasintervenciones arquitectónicas que han pasado a convertirse en emblema delo que se conoce como el Modernisme catalán2. Tal condición se debe, sin duda,tanto a las cualidades escenográficas como a la emotividad filo-romántica dela actuación domenechiana. Una actuación que, sin embargo, no fue tanreconocida en vida del propio arquitecto3.Es interesante señalar, en efecto, que en el artículo que escribiera Puig iCadafalch en Hispania sobre el arquitecto, no se hacía mención a la reformadel campo santo entre las obras de Comillas (tal y como ocurrió, por otrolado, con el monumento a Antonio López). La primera vez que vemosatribuida a Domènech su autoría en la crítica moderna es en el artículo escritopor Oriol Bohigas en 1963 (BOHIGAS, 2000: 37), aunque de manera insegura4.En aquel momento, Bohigas sólo disponía del testimonio al respecto de dosde las necrologías que se publicaron tras la muerte del autor del Palau de laMúsica Catalana: las de Guitart (GUITART, 1924) y Serra i Pagés (SERRA I PAGÉS,1926)5, pero no conocía la existencia del croquis con el proyecto de reformaque actualmente se conserva en el Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes deCatalunya. El conocimiento de éste es relativamente reciente, ya que fuepublicado por primera vez en el año 1981 (COAM, 1981:33), y buena prueba dela confusión que se cernía sobre el cementerio es que todavía en 1971 JuanSobre la controversia entre los términos Modernisme y Renaixença, ver SAMA, 2011: 18-19.En relación con el cementerio, además de la bibliografía general sobre Comillas y lasmonografías dedicadas a Domènech i Montaner, es muy útil la consulta de BERMEJO, 1998.4 En la parte del texto en la que habla de las obras de Comillas, no menciona el cementerio. Lasreferencias a éste aparecen en las notas. En la 31 de la p. 47, dice: “Guitart y Serra coinciden enatribuirle la realización de una pequeña reforma en el Cementerio de Comillas ” entre otras obraspoco conocidas. En la nota 13 comenta que, según lo que le ha comunicado Pedro Domènech,hijo de Lluís Domènech i Montaner, la intervención del arquitecto en Comillas se produjo entre1890 y 1893.5 GUITART, 1924: 6, se refiere textualmente a la “restauración del cementerio de Comillas”.23Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 201245

ANTONIO SAMA GARCÍABassegoda Nonell (BASSEGODA, 1971) consideraba su remodelación responsabilidad de Cristòfol Cascante. La publicación, casi 25 años después, por elpropio Bassegoda (BASSEGODA, 1994: 51-75) del dietari del viaje de Domènechi Montaner a Comillas en 1893, ha aportado más información y clarificadonotablemente las circunstancias en que surgió el proyecto. Uno de los datosmás interesantes que se desprenden del dietari es que la reforma delcementerio debió ser un encargo de Claudio López Bru. Por lo menos eso eslo que se desprende del texto en el que el arquitecto escribe:“24 d'agost (dijous). Faig un croquis del cementiri de San Cristóbal pres delnatural. Hi ha gran soroll a la població, banderetes i escudets, pals i aresbastant decorats. Focs artificials, música de regiment i el cor i l'orfeó deSantander, que ha arribat avui [se refiere a los festejos por la llegada delNuncio para inaugurar oficialmente el Seminario].28 d'agost (dilluns). Vaig a veure el cementiri per dintre amb Joan Sánchez,Acabo la planta i comenco l'alcat en croquis perspectiu. No el puc acabar i portola planta a don Claudio. Aprovada, en principio Em convida a dinar l'endemá ino hi vaig.29 d'agost (dimarts). Acabo el croquis exterior del cementiri i una indicació dela disposició dels nínxols. Conferencia al vespre i aprovació, en principio”(BASSEGODA, 1994: 72).Esto explica la ausencia total de documentación referida a este proyecto, tantoen el archivo municipal como en los libros de fábrica de la parroquia. Deacuerdo con la legislación vigente, lo normal habría sido, en efecto, que fuerael Ayuntamiento el responsable de gestionar y financiar la obra delcementerio, pero parece que estamos aquí ante un caso más de mecenazgo delos López en Comillas.La financiación de los procesos de modernización y mejora de las necrópolispor cuenta de particulares es un fenómeno relativamente frecuente en lacornisa cantábrica en el último cuarto del siglo XIX, sobre todo en la zona dellitoral. Así, del mismo modo que mandaban construir escuelas o hacían obraspías, los indianos se preocupaban también de la adecuación de los recintosfunerarios supliendo muchas veces a las autoridades municipales carentes de46Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 2012

El cementerio marino: Arquitectura funeraria de Lluis Doménech i Montaner en Comillasrecursos para ello6. No podemos considerar al segundo marqués de Comillasun indiano, tal y como lo fue su padre, pero no hace falta justificar susacciones benéficas recurriendo al tópico de la psicología de los que volvieronenriquecidos de “hacer las Américas”. Claudio fue a lo largo de su vida elparadigma del aristócrata mecenas no sólo en Comillas, sino en muchos otroslugares de la geografía española, pero es posible que en el caso del cementeriode la “Villa de los Arzobispos” se viera impulsado por otros ejemploscercanos de benefactores indianos.Para entender la intervención sobre el antiguo recinto funerario de SanCristóbal, hay que situarse en el contexto del desarrollo normativo queintenta regular definitivamente a finales de siglo la construcción decementerios. Como señala Carmen Bermejo, la pretensión de cambiar lasprácticas funerarias arraigadas en España y adecuarlas a los principioshigiénicos modernos, es un largo proceso que se inicia a finales del sigloXVIII, al calor de las ideas ilustradas7. Sin embargo, debido tanto a laCfr. BERMEJO, 1998: 77-78. El fenómeno es especialmente intenso en Asturias, pero la autoraseñala también el caso del cementerio de San Andrés de La Cavada, patrocinado porAndrés del Valle en 1890. Sobre el tema de los indianos y la arquitectura funeraria sepuede ver también MORALES SARO, Mª Cruz: “El indiano como impulsor de cementerios ycliente de arte funerario. Regiones de la Cornisa Cantábrica, Cuba y Argentina”, en Unaarquitectura para la muerte: actas del I Encuentro Internacional sobre los CementeriosContemporáneos, Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes, 1993, pp. 159-168.7 Cfr. BERMEJO, 1998: 29-33. El documento legislativo más importante fue la Real Cédula del 3 deabril de 1787, por la que Carlos III sancionaba legalmente el Memorial Ajustado del expedienteseguido en el Consejo en virtud de Orden de S.M. de 24 de marzo de 1781 sobre establecimiento generalde Cementerios, un informe emitido por los Fiscales del Consejo. De este modo, el rey ponía “loscimientos para realizar un cambio en la tradición del enterramiento en nuestro país, y de sus costumbresfunerarias”, haciéndose eco de la preocupación que ya desde mediados del siglo XVIII, y a raízde algunas epidemias que se abatieron sobre Europa, se había despertado en los mediosilustrados sobre las condiciones higiénicas de los enterramientos. A lo largo de todo el sigloXIX, se intentó erradicar la práctica, común hasta entonces, de hacer las inhumaciones en elinterior de las iglesias o de los poblados. De acuerdo con ello, se produjeron muchas órdenesdada la inobservancia generalizada de las prohibiciones, y el Estado promovió la construcciónde cementerios provisionales en sitios despejados y en los extrarradios de las poblaciones,mientras se construían los nuevos. A partir de la legislación de 1884, se prohíbe definitivamente los enterramientos que no sean fuera del poblado y dentro del recinto de loscementerios.6Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 201247

ANTONIO SAMA GARCÍAinveterada resistencia de la sociedad española a los cambios como a losproblemas de financiación, no es sino hasta finales del siglo XIX cuando selogra imponer un corpus legislativo verdaderamente eficaz para este empeño.Cuando el marqués de Comillas hace el encargo a Domènech i Montaner,estaban vigentes la Real Orden de 17 de febrero de 1886, modificada por la de22 de abril de 1887, “sobre la intervención de arquitectos, ingenieros ymaestros de obras en la construcción de cementerios”, así como la Real Ordendel 16 de julio de 1888. Esta legislación marcaba claramente quiénes eran losfacultativos competentes en la materia, qué condiciones tenían que cumplirlos recintos funerarios y dónde ser ubicados, así como qué dependencias oinfraestructuras debían comprender8. Siendo Comillas un municipio con más8 La Real Orden de 17 de febrero de 1886 es uno de los documentos más importantes sobrelegislación constructiva de los cementerios de todo el siglo XIX. Supone la actualización de lasnormas sobre edificación mediante el desarrollo de preceptos que ya habían aparecido en laReal Cédula de Carlos III y en el Reglamento del Cementerio del Real Sitio de San Ildefonso(localización en un sitio elevado, orientado al norte y a una distancia de por lo menos 1,5kilómetros de la población, recinto tapiado por un muro ), que se constituyó en manual parala construcción de cementerios durante muchas décadas. Las normas generales que se establecían eran las siguientes:Se establece como obligatoria la formalización de un plano levantado por un arquitecto, ingeniero o maestro de obras, en el que se especificase la superficie del campo santo, orientación,vientos reinantes en el lugar y condiciones geológicas del terreno, enviándose para su aprobación al Gobierno Civil. Los planos y la memoria constructiva debían de ir acompañados delinforme de dos médicos sobre las condiciones del terreno donde se pensara instalar la necrópolis. El terreno había de estar a una distancia no inferior a 2 kilómetros cuando la poblaciónfuera igual o superior a 20.000 habitantes; hasta 5.000, valía con estar a 1 km, y en el caso deque el número de pobladores fuera inferior, podía estar a 500m. La extensión del cementerio seestablecía de acuerdo con el estadillo de defunciones de la parroquia y una previsión de mortandad para 20 años. Las dependencias auxiliares que se consideraban necesarias eran: capilla,habitación del capellán y empleados; depósito de cadáveres; almacén de efectos fúnebres; salade autopsias y cerca destinada a cementerio civil. En 1887, y a resultas de la reclamación de losarquitectos, apoyada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se dicta otra ordenpor la que se establece la competencia exclusiva de los arquitectos, siempre y cuando la población fuera superior a los 2.000 habitantes. En municipios inferiores, el arquitecto podía sersustituido por un ingeniero y, a falta de él, por un maestro de obras (Real Orden de 22 de abrilde 1887, sobre la intervención de arquitectos, ingenieros y maestros de obras en la construcciónde cementerios. La Real Orden del 16 de julio de 1888 introduce algunas matizaciones ante lanecesidad de adaptar la legislación a las posibilidades de financiación de las poblaciones. Así,se establecía que en los campo santos cuyo coste fuera igual o superior a 15.000 pts, se aplicaríaíntegramente lo especificado en la Real Orden de 1887, mientras que en los municipios de me-48Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 2012

El cementerio marino: Arquitectura funeraria de Lluis Doménech i Montaner en Comillasde 2.000 habitantes (aunque no por mucho)9, era imperativo legal que unarquitecto firmara el proyecto. Seguramente, ésta es una de las razones queexplican la intervención de Domènech, pero no la única, porque debemospensar que si Claudio López Bru se decidió a asumir esta empresa, fue parahacer algo digno y dejar la impronta de la casa López en su definiciónarquitectónica.Fig. 1: El cementerio parroquialantes de la reforma de Domènechi Montaner. Fotografía década de1880. Colección Antonio Correa.La razón de emprender la reforma del cementerio parroquial en aquelmomento debió ser el incremento de la población, y por lo tanto de lamortandad, en la villa cántabra. En efecto, el creciente fomento de ésta comoenclave balneario tras la doble estancia de Alfonso XII, la inauguración de laactividad del Seminario y, además, las grandes obras que habían impulsadolos marqueses y sus allegados, habrían contribuido, a buen seguro, alcrecimiento demográfico de Comillas.Por un croquis que hizo Josep Oriol Mestres para uno de sus proyectos deCapilla-panteón10, sabemos que el antiguo cementerio era bastante reducidoen 1875. Los enterramientos ocupaban el interior de la antigua iglesia y unestrecho recinto adosado a ella que posiblemente no tenía tapia. En el dibujonor vecindario y recursos más escasos se admitía la construcción de cementerios con unas dotaciones mínimas que, en todo caso, debían ser una capilla, una sala de depósito de cadáveres yun espacio destinado a cementerio civil.9 Según LANUZA, 1881: 6, el número de los vecinos del término municipal está en torno a los2.078 incluyendo los barrios de Rioturbio, Trasvía, Ruiseñada y Rubárcena. Por otro lado,cuando en 1882 los PP. Consultores de la Compañía de Jesús valoran la oferta de AntonioLópez para construir el Seminario, cifran la población de la villa cántabra en 2.095 habitantes yconsideran que ese reducido vecindario es un obstáculo para la viabilidad de la fundación.10 Cfr. BASSEGODA, 1992: 97.Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 201249

ANTONIO SAMA GARCÍAque hizo de él Lluís Domènech i Montaner 18 años después, se ve que elespacio de las sepulturas se había ampliado y ahora ocupaba también la partesur de la construcción. Una modesta tapia cercaba a los enterramientos amboslados de la fábrica semiderruida11.Fig. 2: Croquis del cementerio antesde la reforma. Agosto de 1893.Dietari de Domènech i Montaner,Reial Académia Catalana de BellesArts de Sant Jordi.Aun así, el antiguo cementerio debía ser insuficiente para acoger elincremento de la población. Sin embargo, estaba en una buena situación: nomuy lejos del centro de la villa, pero tampoco demasiado cerca, y elevado enun altozano sobre la costa batido por los vientos marinos. Cumplía engeneral, por lo tanto, la legislación vigente y las prescripciones higiénicas.Además, estaba enclavado en unas ruinas que tenían un gran valor simbólicopara los comillanos, como luego veremos. La decisión para hacer frente a lasnuevas necesidades fue, pues, la de ampliar nuevamente su recinto,adecentarlo y adaptarlo a la normativa, en vez de edificar una nuevanecrópolis en otro lugar12.El programa al que se enfrenta Domènech en esta obra venía determinado, enconsecuencia, por dos factores fundamentales: por un lado, la ampliación delespacio útil de enterramiento y el equipamiento del cementerio de acuerdocon la legislación por entonces en vigor. Por otro la puesta en valor de lasUna noticia de prensa nos informa de que, con ocasión de la epidemia de cólera del veranode 1885, el cementerio ya tuvo que ser ampliado: “Preparadas todas las avenidas de la poblaciónconvenientemente arregladas para la desinfección de equipajes, se ha construido un hospital de coléricos,el cual se halla provisto de camas, ropas y demás útiles necesarios; y también se esta haciendo unconsiderable ensanche al cementerio, y otro departamento destinado á sala de autopsia y depósitos decadáveres”. El Cántabro, 8 de septiembre de 1885.12 Según PÉREZ BUSTAMANTE, 1990: 101, que hace referencia a una “noticia documental” de lasActas del Ayuntamiento ele Comillas fechada en enero de 1891, los herederos de Manuel deBustamante cedieron a la Corporación Municipal, en permuta de otros, 1os terrenos paraensanchar el cementerio. Posiblemente esta ampliación es la que luego se encarga a Domènech.1150Arte y Ciudad - Revista de InvestigaciónNº 1 - Abril de 2012

El cementerio marino: Arquitectura funeraria de Lluis Doménech i Montaner en Comillasruinas “bizantinas” y el enriquecimiento artístico del conjunto con unaiconografía funeraria apropiada al caso. El dietari es muy ilustrativo acerca delmétodo empleado por el arquitecto para elaborar su proyecto. Primero (el día24 de agosto de 1893) comienza a hacer un croquis del natural para asimilarperfectamente el caso e “interiorizar” la arquitectura preexistente. Despuéspasa

Sobre el tema de los indianos y la arquitectura funeraria se puede ver también MORALES SARO, Mª Cruz: “El indiano como impulsor de cementerios y cliente de arte funerario. Regiones de la Cornisa Cantábrica, Cuba y Argentina”, en Una arquitectura para la muerte: actas del I Encuentro Internacional sobre los Cementerios

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renzo, Arte y arquitectura funeraria. Los cementerios de Astu-rias, Cantabria y Vizcaya (1787-1836), Oviedo, Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1998, pp. 248-262. 3 Al respecto, véase Rafael Cartay, “La Muerte”, en Fermen-tum, año 12, núm. 344, Mérida, mayo-agosto de 2002, pp. 447-

ZO, C.: Arte y arquitectura funeraria. Los cementerios de Asturias, Cantabria y Vizcaya (1787-1936), Oviedo, 1988. Entre estas iniciativas mencionar asimismo una exposición que bajo el título “Estatuaria funeraria pública y esculturas vascas (1870-1936)” se celebró a finales de 1999 en el Euskal-

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