EL SOCIALISMO

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70FREDERlCK M. WATKINSdEntro de un espíritu comparativamente liberal. En medidamucho mayor que Mazzini, los nacionalistas liberales insistíanen que la libertad de pensamiento y la empresa individual eranvitales para la salud y el progreso de las naciones. Pero auncuando rechazaban las conclusiones concretas de Los deberesdel hombre, de hecho aceptaban sus principios. También paraellos los intereses de la nación tenían prioridad, y las libertadesliberales sólo podían justificarse en la medida en que era pa sible demostrar su compatibilidad con aquellos intereses. Se des plazaba al individuo del centro de la escena, y quedaba abiertoel camino para muchos compromisos futuros. Esto márca elprincipio del fín del liberalismo como ideología pura y cohe rente en sí misma.VIEL SOCIALISMOCuando en 1840 Mazzini trató de predicar el evangeliodel nacionalismo a los trabajadores italianos, tuvo cuidado deindicar que su doctrina no era liberal, sino socialista. No en traba aquí tan sólo una cuestión de preferencia personal; dabatambién por supuesto que la suya era la mejor manera deapelar al apoyo de la clase trabajadora. Lejos de constituiruna novedad, tal suposición era ya un lugar común, pues porese entonces hacía tiempo que el liberalismo había perdido suposición de monopolio como única fórmula ampliamente acep table de ideología moderna. El liberalismo había tenido suapogeo en el siglo xvm; en el siglo XIX el socialismo erala "nueva ola" del futuro. La segunda ideología no fue, porcierto, tan venturosa Como la primera. El siglo XIX no aportóuna. contraparte socialista de la Revolución Francesa y, cuan.do por fin se produjo en Rusia una revolución comparable,en 1917, fue el comunismo más que el socialismo su fuentede inspiración. Pero aun cuando nunca llegó a alcanzar susobjetivos últimos, el movimiento socialista fue una fuerza queno cabía desdeñar. A medida que pasó el tiempo, los partida rios del liberalismo, conservadorÍsmo y otras doctrinas riva les . fueron advirtiendo cada vez con más claridad, como lohahía. advertido Mazzini, que la única manera de avanzar eraadaptándose a los principios del socialismo. De esta manera,

72FREDERICK M. WATKINSel socialismo llegó a constituir uno de los componentes bá sicos del pensamiento político moderno.Los orígenes del socialismo: Pérdidade fe en el mercado libreEl socialismo surgIo a raíz del fracaso del liberalismo encumplir sus propias promesas más optimistas de bienestar eco nómico. Según los teóricos del mercado libre, la eliminaciónde las restricciones gubernamentales al comercio ya' la pro ducción industrial conduciría a un mejoramiento inmediato yuniversal de las condiciones materiales de la vida. Esta expec tativa no carecía totalmente de fundam to. Si bien los prin cipios c!!;l.mercado libre nunca fueron aplicados sin ciertasreservas, especialmente en el campo del comercio internacio nal, los experimentos liberales llegaron en realidad lo bastantelejos, en las décadas que siguieron a la Revolución Fran CEsa, como para demostrar que mucho podía lograrse sobreeSa base. La riqueza real aumentó con una tasa sin preceden tES, y el crecimiento demográfico igualmente sin precedentesreveló que al menos parte de los beneficios de la RevoluciónIndustrial eran compartidos en gran escala. Empero, lo quemás impresionó a los observadores contemporáneos fueron lasdEsigualdades económicas que ese proceso iba creando. Sólolo. relativamente ricos y emprendedores estaban en condicio nes de aprovechar plenamente las ventajas del nuevo ordeneconómico.Afortunados banqueros y especuladores del mercado ,volvieron espectacularmente ricos, mientras que la suerte delas clases trabajadoras que vivían en los barrios bajos mejo raba poco o nada. Esto constituyó un amargo desencanto parala¡, esperanzas humanitarias de aquellos que habían abrazadoel liberalismo confiados en que los beneficios del progresoeconómico serían compartidos por toda la humanidad. El so"cialismo surgió como una respuesta a su desilusión.LA ERA DE LA IDEOLOGÍA73Puesto que la desigualdad econOInlca parecía ser la con secuencia inevitable de la libre competencia, los propugnado res de la igualdad comenzaron naturalmente a ver en el mer cado libre mismo el obstáculo primario al bienestar de la hu manidad. Al igual que los liberales antes que ellos, los socia listas siguieron siendo en su mayoría firmes creyentes en elprogreso. También ellos confiaban en que no. había práctica mente lúnite a lo que el hombre podía lograr si se le permitíadar libre expresión as capacidad creadora natural. En loque düerían de sus predecesores era en' su estimación de losmotivos por los cuales los hombres eran incapaces en las cir cunstancias imperantes, de realizar su verdadera potencialidad. Pa ra los liberales, las desigualdades legales habían sido aparente mente la principal barrera que se oponía a la propia reali zación; para los socialistas, la principal düicultad residía .enlas .desigualdades económicas. .Eliminar la competencia de mer cado, fuente de tales desigualdades, era el objetivo esencialdel movimiento socialista.Los primeros atisbos de socialismo se remontan" a los díasde la Revolución Francesa misma. Aunque la gran mayoríade los revolucionarios se habían contentado con abolir las des. igualdades legales entre los ciudadanos, ya había un grupoque estaba convencido de que eso no bastaba. El slogan re -volucionario "Libertad, Igualdad, Fraternidad" carecería de sen tido, pensaban, mientras los franceses estuviesen divididos entresí por desigualdades de riqueza. Bajo la conducción de un. hom . bre llamado Babeuf, algunos. de ellos llegaron . inclusive a laconspiración para. apoderarse. del gobierno y. llevar la obra. dela revolución a sus lógicas conclusiones económicas. Aunque elesfuerzo fue débil y fácilmente aplastado, las generaciones pos tc.riores de socialistas llegaron a considerarlo como proféticode lo que habría de venir.

74FREDERICK M. WATKINSEl socialismo utópicoN o obstante, fue necesario esperar las primeras décadasdel siglo XIX para que el socialismo comenzara a ser una fuer za respetable. Esas décadas presenciaron un notable florecimien to del pensamiento socialista, especialmente en Francia. AWl que a menudo se suele agrupar a aquellos primeros autoresbajo la denominación de "utópicos", en realidad representabanla más amplia variedad posible de opiniones. Algunos, comoSaint-Simon y Louis Blanc, abogaban por una economía máso menos centralizada bajo control estatal. Otros esperaban re solver la "cuestión social" mediante diversas formas de aso ciación privada. Una actitud popular, a la que le cabe espe cialmente el objetivo de "utópica", era huir de los rigores dela era industrial y apartarse para formar comunidades que seabastecían a sí mismas, donde los hombres pudieran satisfa cer todas sus necesidades sin recurrir al mercado, sobre Wl3.base de cooperación libre. El abogado más eminente de estapostura fue Fourier, cuyo plan minuciosamente detallado deuna comunidad modelo, o falansterio, a nada se asemeja tantocomo a un extravagante hotel de veraneo, repleto de tiendas defantasías. Una idea de más duradera importancia fue la deProudhon, que abrigaba. la esperanza de establecer un siste ma de cooperativas de trabajadores en escala nacional, lascuales negociarían unas con otras el intercambio recíproco debienes y servicios. Resulta difícil imaginar que autores tan mar cadamente diferentes formasen parte de un movimiento único.Todos estaban de acuerdo, sin embargo, en un punto prin cipal: todos creían que la empresa privada y la competenciade mercado eran enemigas del bienestar humano, y que de bían ser reemplazadas por una forma más responsable de or ganización social. Si bien ninguna de esas doctrinas ganó mu chos adeptos, su persistencia fue sintomática de un crecientedescontento.En 1818, cuando las monarquías conservadoras se vieronLA ERA DE LA IDEOLOGÍA75forzadas a batirse en retirada, los socialistas eran ya lo su ficientemente fuertes como para desempeñar un papel apre ciable, aunque secundario, en los disturbios revolucionarios quesiguieron, especialmente en Francia. Proudhon fue elegido miem bro de la Asamblea Nacional, y Louis Blanc fue inclusive auto rizaJo temporariamente a instalar talleres nacionales para ali viar la situación de los desocupados. Empero, todo esto no lle gó a significar mucho. La dificultad residía en la plétora deideas socialistas, pero nada había que equivaliera a una ideolo gía cabal. En los años de la Revolución Francesa, los liberalessabían exactamente lo que querían. Todos estaban de acuerdo,y habían logrado que una vasta corriente popular creyera enello, en que la supresión de los privilegios dados por ley abriríainevitablemente el camino a un progreso sin precedentes. Aun que los socialistas de 1848 también creían saber qué andabamal en el mundo, estaban todavía muy lejos de llegar a unaconclusión coincidente acerca de lo que había que hacer. Sinuna simple y bien definida promesa propia que ofrecer, malpodían abrigar la esperanza de persuadir a las masas a quese les unieran en un nuevo movimiento revolucionario.El socialismo científico de Marx y EngelsCarlos Marx fue el hombre que logró finalmente aportaral socialismo una ideología efectiva. Tanto él como su ínti mo colaborador, Engels, eran alemanes que transcurrieron lamayor parte de su vida activa en Inglaterra, la patria de laRevolución Industrial. Al igual que la mayoría de los pri meros socialistas, eran intelectuales de la clase media. Un sen timiento de solidaridad hu:t:Q.anitaria, y no la propia experienciapersonal, fue lo que los indujo a dedicar sus vidas a la causade las clases trabajadoras. Antes de establecerse en Inglaterra,Marx había vivido algún tiempo en París y conocido allí aruuchos líderes del socialismo francés. Aunque Marx simpati zaba con los objetivos de estos dirigentes, consideraba sus mé-OiQOq".l.ú vtJhJ.

76FREDERICK M. WATKINStodos como un ensayo absurdo de aficionados. Sus teorías eranconstrucciones arbitrarias sin vinculación sólida y demostrablecon los hechos de la vida social. Marx mismo era un filósofoacadémico de excelente formación, que se interesaba muchopor las cuestiones de método. Lo que el socialismo necesitaba,en opinión de Marx, era una teoría cabalmente científica, unateoría que demostrase que la destrucción del orden social exis tente no sólo era necesaria, sino también inevitable. Crear unateoría de este género devino la ambición de su vida.Para poder llevar adelante su programa, sin embarg , te nia que superar un gran obstáculo. En parte como resultadode la reacción conservadora, el clima intelectual imperante enla época de Marx era mucho menos favorable que lo que ha bía sido en el siglo anterior a las teorías de la revolución. Lagente estaba ahora dispuesta a insistir en la continuidad de lavida socia:! y a pensaren .el cambio social como una cuestiónde gradual evolución: Aunque extremistas en sus objetivos úl timos, la mayoría de los socialistas se habían hecho a la ideadé que sería' necesario acercarse a su meta a través de esfuer zos lentos' Y" parciales. eón más firmeza aún que los demás,Marx también creía que la historia es un proceso definido eininterrumpido. Una de las conquistas descollantes de la es .cuela filosófica hegeliana, en la cual él riúsmose había for mado, había sido crear una filosofía de la historia. Pero Marxcreía. también que nªdaque no fuese un levantamiento re volucionario radica:!, . lograría destruir el orden existente. Lacontinuidad de la hlstoria no había. sido obstáculo para que losliberales,: en firi de cuentas, ascendieran al poder por el ca.mino de la R.evolución Francesa. El problema de Marx con,.sisna-en demostrar que -el curso de la evolución histórica brin daría alas clases trabajadoras, pronto e inevitablemente, unaocasión similar para una acción revolucionaria exitosa.LA ERA DE LA IDEOLOGÍA77Materialismo dialécticoSu respuesta a este problema fue el principio del "ma terialismo dialéctico". "Dialéctico" era un término tomado enpréstamo del vocabulario técnico de la filosofía; el uso quede él hace Marx revela cuánto debía su teoría a su formacióncomo filósofo. Originariamente ese .término se refería al pro ceso por el cual se forman y esclarecen las ideas en el trans curso del debate intelectual. En primer lugar se anticipa unaproposición o tesis, y luego se la cuestiona por medio de unacontraproposición o antítesis. Puesto que ambas tienden a serparcialmente verdaderas, el resultado norma:! de la discusiónsiguiente es una proposición revisada o síntesis, que reúne loselementos válidoS de cada una de ellas. El materia"lismo .dia léctico es un intento de demostrar que el desarrollo de las ins tituciones sociales sigue la nuSIna pauta. Tal como Marx lo in terpr ta, el principio del materialismo radica en que la fuerzaimpulsora de la vida humana es la .motivación económica, eldf.seo de bienestar material. La fina"lidad esencial de todas lasideas e instituciones -políticas, religiosas o económicas-- essalvaguardar los intereses económicos. En cua:!quiera de lasetapas del desarrollo económico hay una clase gobernante que,al monopolizar la posesión de la tierra, fábricas u otras fuen tes de riqueza, se halla en condiciones de dominar la socie dad toda. No obstante, por grande que sea su poder, es bá sicamente inestable. Con el correr del tiempo se descubrennuevas fuentes de riqueza que llevan a nuevas formas de or,.ganización económica. Nuevas clases surgen para explotar esasoportunidades, desafiando así el monopolio de la antigua clasegobernante. Hablando en términos dialécticos, el orden esta blecido es una tesis que, inevitablemente, crea su propia antí tesis bajo la forma de una clase nueva, revolucionaria. El re sultado, o sea la síntesis, es una crisis revolucionaria, en laque la nueva clase, que gradualmente se vuelve más fuerteque la anterior, depone a sus' antiguos gobernantes yremodela

78FREDERICK M. WATKINSpor completo la sociedad en beneficio propio. En otras pala bras, la historia· es un proceso dialéctico en el que cada pe-·'I'Íodo de crecimiento evolutivo está destinado a culminar enuna revolución. Materialismo dialéctico es la expresión queutiliza Marx para caracterizar este inexorable proceso de des arrollo.La confianza en la dialéctica determinó que Marx pro cediera, con una seguridad desconocida para la mayor partede sus camaradas socialistas, a predecir el futuro. Los capita listas -los mercaderes y los industriales, dueños de fábricas,bancos y otras instituciones que dominaban la vida económica.de la era iniciada por la Revolución Industrial- constituían laclase dominante en ese momento. Con la Revolución Francesadieron por tierra con el régimen de sus antiguos gobernantes-los aristócratas--, cuyo poder basado en el otrora primor dial factor de la posesión. de la tierra ya no era comparableal suyo. Todas las instituciones políticas y sociales de la época,entre ellas las escuelas, las iglesias, la prensa y otros agentesde control de la opinión pública, habían sido modeladas desuerte que sirvieran a sus propios intereses. A pesar de su po der, sus días estaban ya contados. El nuevo orden industrial,como tesis, había producido inevitablemente su propia antí t(;sis: los trabajadores fabriles, o bien, como preferían llamar los los socialistas, el proletariado. A los' que no tenían otracosa que vender salvo su propio trabajo, no les quedaba másalternativa que la de trabajar por un salario, en condicionesestablecidas por los capitalistas. a quienes la posesión de todoslos instrumentos más importantes de producción les conferíaun monopolio dentro del mercado laboral. Estos últimos fija ban salarios de hambre y se apropiaban bajo la forma deplusvalía, o utilidades, de la mayor parte de la riquezaprodu cida por sus obreros. Como clase explotada, era inevitable quelos proletarios adquiriesen aún más conciencia de sus comunesintereses, opuestos a los de los capitalistas. La naturaleza delcapitalismo era tal" por otra parte, que el poder del prole tariado aumentaba incesantemente. En una economía compe-11LA ERA DE LA IDEOLOGÍA79titiva, los competidores más ricos y eficientes desalojaban delcomercio a sucesivas oleadas de capitalistas más débiles, for zándolos a introducirse en las filas del proletariado. En con secuencia, era inevitable que a la postre, y por el simple pesocuantitativo, un proletariado cada vez más numeroso y fuertelograra aplastar a una clase capitalista cada vez más reduciday débil. Cuando esto acaeciera, debía producirse una nuevacrisis revolucionaria y, al igual que los revolucionarios fran ceses en época anterior, también los obreros fabriles tendríanoportunidad de crear una síntesis dialéctica propia.El elemento utópicoMarx, no obstante, hizo algo más que prometer la vic toria; también dio razones a los proletarios para creer quela. suya no sería simplemente una revolución más, sino un triun fo concluyente y decisivo. Al hacerlo así, alcanzó un grado utó pico que supera incluso las esperanzas más optimistas de suspredecesores liberales. Si bien estos últimos propiciaban el mí nimo uso de la coerción, convenían generalmente en que laespontánea sociabilidad de los hombres tiene límites y enque siempre haría falta la autoridad coercitiva de los gobier nos para solucionar las disputas y salvaguardar la vida y lapropiedad. Marx no hizo concesiones de este tipo a la fragilidadhumana. Según su manera de pensar, el resultado final de ladestrucción del capitalismo sería el establecimiento definitivode una sociedad to'talmente desprovista de clases. Esta socie dad sería tan pacüica y reinaría en ella tal espíritu de cola boración, que ya no habría necesidad de coerción alguna. To dos los problemas se solucionarían por vía de acuerdos racio nales. Al no ser ya necesario, el Estado desaparecería parasiempre y, junto con él, todos sus poderes coercitivos.La demostración que daba Marx de esas proposicionessimplemente se seguía de sus premisas. De acuerdo con el prin cipio del materialismo, las. únicas causas significativas del con

80FREDERICK M. WATKINSflicto social son los choques de intereses econOInlCos. Mientrasla sociedad continúe dividida en clases separadas, la clase go bernante siempre sentirá la necesidad de un Estado de coer ción para defender sus privilegios especiales. Cuando los pro letarios lleguen al poder, también ellos establecerán un Estadopropio, una dictadura del proletariado, para proteger sus in tereses de clase. Sin embargo, a diferencia de los gobiernosdel pasado, que estaban al servicio de minorías opresoras,será un gobierno por y para la gran mayoría oprimida. Sufinalidad será apoderarse de la propiedad de la minoría capi talista; los propietarios, privados de los instrumentos de pro ducción, dejarán entonces de existir. La propiedad será con- .ferida a la sociedad como un todo y será utilizada para finescomunes. Dado que las diferencias de clase dependen de lasdiferencias en la posesión de la propiedad, el resultado dela propiedad común consistirá en producir una sociedad conuna sola clase, o sin clases. El único fin del gobierno es per mitir que una clase reprima a otra. De ahí se deduce que,en una sociedad sin clases, el Estado no tendrá funciones quecumplir y, lentamente, irá desapareciendo.Fuerzas y debilidades del socialismo cientificoSi bien Marx creía que su doctrina, a diferencia de ladc los utopistas, era un socialismo estrictamente "científico",en realidad dependía de algunas hipótesis muy imprecisas. Porejemplo, detrás de su concepto de una sociedad sin clasesse ocultaba una serie de ambigüedades. Su visión· del futuroúnicamente tenía sentido en el supuesto de que sólo los ca pitalistaS persiguieran intereses especiales y de que los hite reses del proletariado fueran idénticos a los del resto de lapoblación. En términos del principio marxista· del materialis mo, esto era algo más que dudoso. La composición clasista dela sociedad moderna, como el mismo Marx lo reconocía,

el socialismo llegó a constituir uno de los componentes bá sicos del pensamiento político moderno. Los orígenes del socialismo: Pérdida de fe en el mercado libre . El socialismo surgIo a raíz del fracaso del liberalismo en cumplir sus propias promesas más optimistas de bienestar eco nómico.

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