Los Estudios De Paisaje Y Su Importancia En México, 1970-2010

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Los estudios de paisaje en México, 1970-201037Los estudios de paisaje y su importanciaen México, 1970-2010Pedro S. Urquijo y Gerardo BoccoCentro de Investigaciones en Geografía AmbientalUniversidad Nacional Autónoma de México, Campus MoreliaResumenEl artículo es una revisión de las principales investigaciones paisajísticas mexicanas. Elpaisaje ha cobrado notoriedad, tanto en las ciencias sociales y humanas como en lasfísicas y biológicas, adquiriendo diversas definiciones que obedecen a igualmente diversos enfoques. El concepto se ha utilizado en función de los intereses u objetivos decada investigación o grupo de investigación, generando confusiones sobre sus alcancesy límites. Por otro lado, las reflexiones a partir de la revisión bibliográfica (meta-análisis)en la geografía mexicana han sido escasas. De allí la importancia de comprender la génesis de los conceptos y sus aplicaciones y el papel que han jugado en la generación deconocimiento geográfico. El artículo se divide en tres partes, cada una con una contextualización histórica: los enfoques biofísicos, los enfoques socioculturales y los estudiospaisajísticos en los que se pondera la integralidad.Palabras clave: geografía; México; paisaje; análisis integralAbstractIn this paper we analyze major research concerning the landscape concept in Mexicoon the basis of a meta-analysis approach. Landscape is a polysemic concept, and mayembrace different meanings depending on the academic arena in which it has been used,whether the social sciences or the natural sciences. Thus some confusion may have arisenconcerning its proper use. This paper also contributes to a somewhat neglected area ofMexican geography: the theoretical reflection of our academic practice. The paper encompasses three sections, each with a historical contextualization, for what we considerto be the three major approaches to landscape analysis: the biophysical, the socio-culturaland the integrated.Keywords: geography; Mexico; landscape; integrated analysisIntroducciónEn los albores del nuevo milenio, la geografía se ha sometido a un creciente análisisde cara a nuevos retos y así lo evidencia la bibliografía internacional. Por ejemplo, eldebate en torno a la geografía británica, protagonizado por Thrift (2002) y Clifford(2002), respecto al futuro de la disciplina en el contexto interdisciplinario de las cienciasambientales o híbridas; los postulados de Trudgill y Roy (2003), quienes partiendo delcuestionamiento del qué al porqué (from what to why) de la geografía física analizan lacomprensión de los procesos y la relevancia de su campo; o la preocupación de Bao y Ma(2010) referente a la geografía del turismo en China y la necesidad de formular marcosJournal of Latin American Geography, 10 (2), 2011 Conference of Latin Americanist Geographers

38Journal of Latin American Geographyteóricos que se nutran de experiencias internacionales y que ofrezcan marcos generalespara la investigación nacional.El actual contexto está caracterizado por procesos globales significativos:deterioro ambiental, hipervelocidad en las comunicaciones, difuminación de fronteraseconómicas, entre otros. Las respuestas organizativas que generan exigen mayores discusiones sobre el papel de los geógrafos y las contribuciones del pensamiento geográfico enel concierto de las ciencias (Demeritt 2009). En México, es más frecuente la celebraciónde coloquios y la elaboración de publicaciones derivadas de los mismos (Olivera 2003;Hiernaux y Lindón 2006; Chávez et al. 2009). De igual manera se están actualizando losprogramas de docencia e investigación, así como la apertura de la carrera de geografíaen diversas instituciones. Resulta imperante, entonces, revisar el pensamiento geográficocon una actitud crítica que permita revalorar conceptos que hoy son pertinentes paraotros campos científicos. Uno de ellos es el de paisaje.En varios países se han generado propuestas que tienden a profundizar respecto a los alcances y límites de la noción paisaje en sus respectivos contextos nacionales.Ejemplos de ello los encontramos en Gran Bretaña (Relph 1981; Duncan 1995; Whyte2002), Francia (Berque 1997; Bertrand y Bertrand 2006; Roger 2007), España (Aguiló1999; Maderuelo 2005; Nogué 2007), Italia (Turri 1974; Farinelli 1985; Zerbi 1993) yEstados Unidos (Sauer 1925; Mathewson 2000). En América Latina destaca el caso dela geografía brasileña (Santos 1978; Veras 1995; Rosendahl y Lobato 2001). Particularmente, en las últimas cuatro décadas la noción ha cobrado notoriedad. La manera en laque el término se ha empleado permite suponer la existencia de diferentes definicionesque obedecen a igualmente diversos enfoques, e incluso a intereses u objetivos de cadainvestigación y campo de acción, generando con ello confusiones (Bastian 2001; Antrop2005).Dada la importancia de la geografía mexicana1 resulta pertinente fomentar lareflexión en torno al paisaje, a partir de un reconocimiento historiográfico sobre el mismo. Partimos de la premisa de que para poder esbozar planteamientos teóricos y operacionales es necesario tener una base retrospectiva sólida. Una geografía reflexiva, críticade sí misma, no requiere necesariamente de novedades constantes, sino de readecuaciones que permitan la consolidación de bases disciplinarias y evitar con ello confusionesepistemológicas (Ramírez 2009). Roger (2007: 2) señala que la información histórica esindispensable para no reproducir discursos ambiguos o frívolos, y concluye: “los paisajesson adquisiciones culturales y no se entiende cómo podría tratarse sobre ellos sin conocerbien su génesis”.El Paisaje: ¿objeto de estudio de la geografía?El concepto de paisaje es una categoría geográfica que ofrece una posiciónunificadora ante la dicotomía sociedad-naturaleza que dificulta cualquier comprensiónsocial y ecológica, tanto en lo funcional como en lo histórico y espacial. El paisaje sediferencia del geosistema en tanto que éste explica el funcionamiento biofísico a travésde un sistema de flujos de energía interconectados sobre una fracción de espacio (Sochava 1972; García y Muñoz 2002).2 También se diferencia, parcialmente, de la noción deterritorio: unidad espacial socialmente moldeada y vinculada a escalas de poder (Raffestin1980; Delaney 2005). Paisaje y territorio no se confrontan; no son categorías cerradas eincomunicadas. La clave para comprender sus límites conceptuales radica en reconocerel énfasis presente en sus características básicas. Por ello, como en el análisis de paisajesuele interesarnos las condiciones de ambos conceptos, tanto el moldeado socioculturaldel espacio como los entramados políticos y las escalas de dominio, conviene manejarlosen tándem.

Los estudios de paisaje en México, 1970-201039Las interpretaciones sobre un mismo paisaje no son siempre coincidentes, porlo que hay que considerar su contexto espacio-temporal, así como las diferencias culturales de los sujetos sociales que en él intervienen. Un grupo de ingenieros puede vislumbrarun potencial enclave minero en el mismo lugar donde los ecólogos contemplan unareserva natural y donde una comunidad campesina ha establecido sus parcelas. En unmismo espacio convergen así procesos de percepción y apropiación del medio, acordes adisímiles procesos culturales. Por tanto, una “lectura” comprensiva de paisaje es aquellaque permite un entendimiento de las distintas formas de apropiación y los diferentesniveles de negociación implícitos en la transformación del medio.Frente al objeto de observación el investigador disecciona los diferentes elementos del medio. Luego recompone o modela las partes: le “devuelve la vida” (Frolovay Bertrand 2006: 259). Se trata así de un artificio científico que facilita el análisis detalladode las partes por el todo. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, en México al paisaje no“se le devolvía la vida”. La separación de sus componentes, reforzada por una divisiónacadémica y de estructuras institucionales polarizadas en “ciencias duras” –de la Tierra ybiológicas– y en “ciencias blandas” –sociales y humanidades–, provocó una bifurcaciónque atentó contra su principio de integralidad.En general, y de acuerdo a la revisión realizada, varios biólogos, ecólogos ygeógrafos físicos mexicanos utilizaron el concepto paisaje sin ofrecer mucha atención ala cuestión social o cultural, reduciendo la intervención humana a factores “antrópicos”o “antropogénicos” que complementaban una investigación fundamentalmente biofísica.Asimismo, debido a las características pragmáticas de la geomorfología aplicada, muchosgeomorfólogos se enfocaron más a la generación de metodologías próximas a la tradiciónhombre-tierra (Pattison 1964) –próxima al concepto paisaje– que en la indagación teórica.3 Por otro lado, varios científicos sociales optaron en un principio por los enfoquesregionales, los cuales podían o no tomar en cuenta al paisaje en forma explícita. En dichosenfoques los factores biofísicos del espacio eran poco más que una digresión locativa,una descripción de la zona de estudio, o un modo cómodo de iniciar un artículo o libroque, por otro lado, trataba aspectos puramente socioculturales (Urquijo y Barrera 2010).En las próximas líneas haremos un recorrido por las principales investigaciones realizadas bajo diversos enfoques geográficos de paisaje, obras y autores, así como un acercamiento a los procedimientos conceptuales y operacionales. Nuestra revisión inicia apartir de la década de 1970, cuando los enfoques de paisaje aparecieron en la literaturacientífica mexicana. La selección de textos fue resultado de una búsqueda en las revistasde circulación nacional. También rastreamos los artículos de investigadores mexicanos ogrupos de investigación mexicanos publicados en revistas internacionales. Privilegiamosen este segundo caso las revistas de geografía, aunque no fueron las únicas.4 Recurrimosa libros y capítulos de libros que tocaran el tema de forma explícita, sobre todos aquellosque han sido referentes en la formación de geógrafos mexicanos.Dado los caminos bifurcados del concepto, hacemos una revisión en tres partes: la primera, en torno a los trabajos elaborados bajo una perspectiva biofísica, en losque incluyen sobre todo estudios referentes al relieve, las formas del terreno, la aptitudterritorial y la distribución y cambios de coberturas. La segunda, las investigaciones bajoenfoques socioculturales, en los que predominan los enfoques histórico-geográficos y lasconcepciones étnicas del territorio. En un tercer apartado exponemos aquellos trabajosque desde nuestra consideración logran algún nivel de integración o simetrías; es decir,un análisis mixto, no obstante el campo de especialización en el que la investigación estécircunscrita.

40Journal of Latin American GeographyPerspectiva biofísica del paisajeA finales de los sesenta se evidenció una preocupación ambiental generalizada,que generó a su vez una serie de campos disciplinarios híbridos –ciencias ambientales-cuyo objetivo específico era ofrecer posibles soluciones a los procesos de deterioro ambiental. En el contexto mundial, el cuestionamiento al análisis dicotómico naturalezasociedad fue un asunto común para varios investigadores (Moran 1990; Ingold 1992;Descola 2001). De acuerdo con Escobar (1999), los debates al respecto provocaron lapaulatina desaparición de las viejas nociones de naturaleza y sociedad como campos deanálisis independientes y emergieron conceptos aparentemente integrales: “socioambiente”, “biocultura”, “naturaleza híbrida”. La aparición de estos conceptos evidenció lapreocupación por la integralidad, pero también los vacíos epistémicos y las ambigüedades conceptuales de los grupos de científicos que las formulaban. Biólogos y ecólogosinteresados en la integralidad, pero ajenos a las teorías sociales, realizaron investigaciones que, por tanto, resultaron en crónicas monográficas sostenidas en datos cuantitativos, con terminologías biológicas aplicadas a fenómenos sociales: “evolución cultural”,“erosión social”, “metabolismo cultural”. En estos casos, la integralidad se resolvió conaparejamientos semánticos de dudosa confección (Urquijo y Barrera 2009). Sin embargo,también hubo aportaciones importantes, sobre todo en el campo de las “etnociencias”,entre las que se cuentan las propuestas de Hernández-Xolocotzi, (1985), Ortiz-Solorio(1990; 1993) o Toledo (1981; 1994; 1995), quienes revaloraron la interacción sociedadnaturaleza a través de los conocimientos y prácticas tradicionales.El paisaje, como unidad de síntesis, no fue ajeno a las propuestas integrales.Fue entonces cuando la ecogeografía, la geoecología y la ecología del paisaje cobraronauge en México, particularmente entre los geógrafos físicos, que lo revaloraban, y losecólogos, que adoptaban el concepto. Sin embargo, los estudios de paisaje se caracterizaron inicialmente por el papel protagónico que adquirieron en ellos los análisis de lasformas del terreno desde la geomorfología y los cambios de la cobertura vegetal, usodel suelo y su cambio en el tiempo. La integralidad paisajística se planteó de diferentesmaneras: como un conjunto de indicadores para el análisis de la aptitud territorial, comoun elemento clave del ordenamiento ecológico o territorial o como una construcción defórmulas matemáticas en algunas aproximaciones cuantitativas del enfoque ecológico hacia el paisaje. Es decir, hasta hace muy poco tiempo los estudios de paisaje con énfasis enlos aspectos biofísicos constituyeron un conjunto de métodos y técnicas para el análisisaplicado de los componentes bióticos y abióticos, para la planeación territorial y para lagestión ambiental y dentro de un discurso oficialista de “sustentabilidad para el desarrollo”. El paisaje resultaba así en una cartografía física y biológica con datos antrópicossobrepuestos, en el que la conceptualización intentaba recomponer, con éxito limitado,las diferentes partes en que la especialización en ciencias de la Tierra había desmembradoel territorio para poder estudiarlo en sus componentes particulares.5En los setenta, los discursos interdisciplinarios estimularon la exploraciónconceptual y operacional de diversas escuelas internacionales. En la geografía mexicanatodavía estaba presente el impacto de la revolución neopositivista de la década de 1950,caracterizada por la aplicación de la teoría de sistemas y modelos de matemáticos; sinembargo, eran los paradigmas de enfoques marxistas los que comenzaban a captar seguidores. En la investigación operacional --exceptuando la geografía física, caracterizadapor su precisión en la delimitación e investigación aplicada– el trabajo de campo geográfico estaba desdibujado, pues la atención de muchos geógrafos se centraba en el análisisde los datos recabados en encuestas, generalmente aplicadas por terceros. Los censoseran una fuente privilegiada de información referente a diversos fenómenos económicos

Los estudios de paisaje en México, 1970-201041y la geografía cayó en una tendencia cuantitativa que descartaba por completo procesossociales y la experiencia geográfica in situ (Fernández 2009).En ese contexto aparecieron los primeros estudios con enfoques de paisaje,aunque ello no significó una reflexión en torno al concepto. En el Boletín del Instituto deGeografía, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fuentes (1975)publicó el artículo “El paisaje en el piedemonte poblano de los volcanes Popocatépetle Iztaccíhuatl”. Dos años después, Melo (1977) presentó el libro El paisaje geomorfológicomexicano en el atractivo natural de los parques nacionales. En ambos casos, el paisaje era unasuerte de sinónimo de unidad terrestre. Posteriormente, con el artículo “El paisaje ruralen la región occidental de Querétaro”, Soto (1979) caracterizó al paisaje como el resultado de las relaciones hombre-tierra y como una herramienta para el ordenamiento parcelario. Otro caso fue el de Cervantes (1979), quien exploró los vínculos de las unidadesgeosistémicas. Sus indagaciones lo llevarían, años adelante, a proponer un modelo geoecosistémico para la gestión ambiental (1983; 1989) y, finalmente, a adoptar los modelosecológico-paisajísticos (2002).No obstante estos antecedentes, en el ámbito biofísico la revaloración paisajística cobró auge hasta los ochenta. En las postrimerías de los setenta, en Europa, Tricarty Kilian (1979), geógrafo y edafólogo, presentaron su libro, L’Eco-géographie et l’aménagementdu milieu naturel. Dos años después, en Estados Unidos, los ecólogos Forman y Godron(1981), publicaron en Bioscience el artículo “Patches and Structural Components for aLandscape Ecology”. Mientras Tricart y Kilian utilizaban unidades ambientales delimitadas mediante fotointerpretación y trabajo de campo, Forman y Godron recurrían aunidades artificiales y celdas de una rejilla establecida por el usuario. Las propuestas de loscuatro científicos resultaron de gran interés para varios investigadores mexicanos. En eseánimo paisajista de corte ecológico vino a sumarse la relectura del geógrafo francés Bertrand (1968), quien hacía más de una década había planteado un sistema taxonómico depaisajes, compuesto por zona geográfica, dominio geográfico, región natural, geosistema,geofacie (aspecto fisionómico del geosistema) y geotopo (unidad geoecológica a escalalocal).Para los ochenta, en el Instituto de Geografía de la UNAM se intensifica lapresencia de profesores extranjeros –entre ellos Tricart– y la formación de estudiantesde posgrado fuera del país.6 El bagaje conceptual y operacional de la geografía nacionalempieza a enriquecerse con propuestas de varias escuelas internacionales –francesa, española, rusa, estadounidense, holandesa e inglesa. De forma gradual los estudios fisiográficos regionales y los puntuales ecológicos ceden en sus modelos de aplicación ante laspropuestas extranjeras. La geografía física incorpora conceptos ecológicos y viceversa; sehabló entonces de la interrelación de los componentes bióticos y abióticos con expresiones espaciales.En 1982, Bocco y Palacio publican en el Anuario de Geografía el artículo “Utilidad de la cartografía geomorfológica en la evaluación y planeación del territorio”. Enfatizan que en el sistema de interacciones entre los componentes del escenario geográfico–relieve, clima, suelo, vegetación e hidrología-- actúa la intervención humana: “incorporándose como un subsistema más, que aporta a los ciclos materia y flujos de energía”(Bocco y Palacio 1982: 35). La complejización del sistema de interacciones, señalan, esjustamente el paisaje: representación cartográfica de la tradición hombre-tierra (Pattison 1964; Lewis 1976). Dos décadas después, Bocco colaborará con Mendoza en unarevisión bibliográfica sobre la regionalización geomorfológica. Como en el artículo de1982, se pondera el paisaje como herramienta pertinente (Mendoza y Bocco 1998a).Fuera de la UNAM e influenciados por Kilian, investigadores del Laboratoriode Investigación y Desarrollo Regional (LIDER) del Instituto Nacional de Investigacio-

42Journal of Latin American Geographynes sobre Recursos Bióticos de Xalapa (INIREB), estudiaron la situación agroecológicaen Veracruz a partir del cultivo del café y a través del análisis de sus unidades paisajísticas.Con el apoyo de geógrafos y agrónomos franceses vinculados al Institut Francais de Recherche Scientifique pour Le Developpement en Cooperation (ORSTOM), y bajo la coordinación de Marchal y Palma (1984), el equipo de investigación publicó el libro Análisisgeográfico de un espacio regional. Si bien se declaró como un estudio regional, al interior de laregión las unidades de paisaje y sus componentes fueron los objetos de escrutinio. Añosdespués, Geissert y Rossignol (1987) coordinaron el libro La Morfología en la ordenaciónde los paisajes rurales. Esta obra se trató de un ejercicio de conceptualización destinado aproponer modelos de planeación territorial. Sin embargo, el factor humano se limitó aunos datos socioeconómicos, apenas perceptibles en un texto volcado a la informac

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