JOSÉ MARÍA ARGUEDAS Y EL Cultural Latinoamericana, La Epis .

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América sin nombre, no 17 (2012) 75-80ISSN: 1577-3442 / eISSN: 1989-9831Nelson OsorioJOSÉ MARÍA ARGUEDAS Y ELLENGUAJE DE LA IDENTIDAD MESTIZA*NELSON OSORIO TEJEDAUniversidad de Santiago de Chile (Chile)[nosorio@lauca.usach.cl]RESUMENEl artículo vuelve sobre la reflexión identitaria que surge del estudio de la escritura de JoséMaría Arguedas, atendiendo particularmente a las peculiaridades de un escritor cuya obra es elresultado y la expresión del mundo andino. La figura literaria de Arguedas se conforma a partirde un mestizaje particular vinculado a una lengua y a una cultura ancestral, recuperada desde lamirada contemporánea de un autor en permanente conflicto entre ambas tradiciones. Arguedasse convierte, pues, en un mestizo bilingüe. En busca de una expresión para su pueblo, crea,inventa, construye un lenguaje literario que, sin desdeñar el quechua y el castellano, permita encauzar «todas las sangres» en el sueño de un mundo en el que se hagan realidades las esperanzas.Palabras clave: Arguedas, mestizaje, oralidad, quechua, identidad.ABSTRACTThe article focuses on the reflection of identity in the writings of José María Arguedas,bearing in mind the emphasis on Andean culture. The literary figure of Arguedas is definedby his blend of language and ancestral culture viewed from a contemporary standpoint wherethe author’s heritage is in constant conflict. Arguedas represents a bilingual mixed race who,in search for a voice for his people, creates, invents, and constructs a literary language withoutignoring neither Spanish nor Quechua, and blends «all the blood»in a dream for a world thatmakes wishes become realities.Keywords: Arguedas, mixed race, orality, Quechua, identity.Una adecuada aproximación comprensivaa la obra de José María Arguedas, en nuestraopinión, hace necesario tener siempre presente que tanto su persona como su obra sonresultado y expresión del mundo andino. Yel mundo andino es una comunidad pluraly en cierto modo heterogénea, que se formaarticulada a eso que en alguna ocasión hemosllamado la espina dorsal de nuestra América:la Cordillera de los Andes, que enlaza desdeVenezuela, en el borde caribeño, hasta laTierra del Fuego. En este territorio se cons-Es catedrático de la Universidadde Santiago de Chile, doctor enFilosofía (1971) por la UniverzitaKarlova V Praze de la RepúblicaCheca. Su dilatada trayectoria pro fesional está vinculada con líneasde investigación como la historiacultural latinoamericana, la epis temología de las ciencias socialesy la cultura colonial hispanoame ricana. Inauguró la colección deCuadernos de América Sin Nombre(Universidad de Alicante) en elaño 2000 con el libro Las letrashispanoamericanas del siglo XIX.Ha publicado importantes trabajossobre las vanguardias como El fu turismo y la vanguardia literariaen América latina (1982), La for mación de la vanguardia litera ria en Venezuela: antecedentes ydocumentos (1985) y Manifiestos,proclamas y polémicas de la van guardia literaria hispanoamerica na (1988). Tuvo relación personalcon José María Arguedas comoaparece reflejado en El zorro dearriba y el zorro de abajo.*En su primera versión, este trabajo fue leído en Lima como conferencia inaugural del CongresoInternacional José María Arguedas. Vida y Obra (1911-2011),organizado por la Facultad deLetras y Ciencias Humanas dela Universidad Nacional Mayorde San Marcos y la AcademiaPeruana de la Lengua (18, 19 y20 de abril de 2011). El texto dedicha conferencia fue publicadoen las Actas del Congreso (Lima:Editorial San Marcos, 2011). Eltrabajo que aquí se ofrece esuna versión revisada y modificada y en cierto modo disminuidade ese texto inicial (N.O.T.).tituyó, antes de la invasión europea, unaorganización político-administrativa plural ytolerante que puede considerarse como unode los sistemas más completos y extensos enla historia de las sociedades humanas. Es loque se conoce como el Tahuantinsuyu, queabarcaba desde el río Ancasmayo (al Sur dela actual Colombia) hasta el río Maule, en elcentro del Chile actual.A partir de la invasión y ocupación española, el espacio andino fue fragmentado y75José María Arguedas y el lenguajede la identidad mestizaNELSON OSORIO TEJEDA

América sin nombre, no 17 (2012) 75-801J. M. Arguedas: Diamantes ypedernales. Agua. Lima, JuanMejía Baca & P. L. VillanuevaEditores, 1954. Esta edición incorpora, bajo el título de «Algunos datos acerca de estasnovelas», una reproducción parcial (con algunas modificacionesy agregados) de su ensayo de1950 «La novela y el problemade la expresión literaria en elPerú», al que nos referiremosmás adelante.2En la nota de presentación de suhimno-canción «A nuestro PadreCreador Tupac Amaru» (1962)escribe que el texto «fue escritooriginalmente en el quechua quedomino, que es mi idioma materno: el chanka».José María Arguedas y el lenguajede la identidad mestizaNELSON OSORIO TEJEDAPero volvamos al caso de Arguedas. Todavía para muchos, siguiendo los paradigmastradicionales, Arguedas es un blanco que escribe en castellano sobre el mundo indígena.De allí a considerarlo «indigenista» no haymuchas dudas. Pero esto, como muchas delas ideas comunes, no se ajusta a la realidad.En una edición de 1954 que reúne dosobras, “Diamantes y pedernales” y “Agua”1,Arguedas escribe una frase que vale la penatraer a colación: «[Este libro] contiene dosobras escritas por un hombre que aprendió ahablar en quechua» (Arguedas, 1954, p. 5). Unlector poco avisado tal vez podría creer que loque allí se dice es que el autor, que como casitodos nosotros hablaba desde niño en castellano, aprendió además la lengua quechua,del mismo modo que cualquiera de nosotrospudiera decir que «aprendió inglés o francés oalemán », en el sentido de que aprendió otralengua diferente a la propia. Pero en verdad loque afirma Arguedas no es que aprendió a hablar la lengua quechua como otra lengua más,sino que la lengua en que aprendió a hablarfue el quechua, algo que está refrendado enmuchos otros de sus textos2.Por ejemplo, algunos años más tarde, en1965, recuerda: «yo aprendí a hablar el castellano con cierta eficiencia después de los ochoaños, hasta entonces sólo hablaba quechua»; yagrega: «a veces mi padre se avergonzaba queyo entrara a reuniones que [él] tenía con genteimportante, porque hablaba pésimamente encastellano» (Arguedas, 1986, p. 41; AlbertoEscolar, 1984, p. 168).Me parece conveniente señalar este punto,porque no faltan quienes olvidan o soslayanque para Arguedas su verdadera «lenguamaterna» era el quechua y no el castellano(el «español» como dicen ahora). Y por eso,cuando busca expresar sus emociones másíntimas, lo hace en quechua, en cantos ycanciones en lengua quechua. El castellanolo usa solamente para la publicación de obrasnarrativas y ensayos.Pero no hay que olvidar que el quechua,como el mapudungun en mi país (Chile) ycomo en general todas la lenguas vernáculasde nuestra América, son parte de una cultura de la oralidad, y que no tienen –por lomenos originalmente– una formalización enla escritura. Por eso mismo, si hablamos de«literatura» quechua, o de «poesía»o «cuento» en esas lenguas, lo hacemos proyectandosus habitantes originarios, despojados de sustierras y sus bienes, fueron sometidos a unsistema ajeno de explotación y servidumbrecasi esclava. Hispanizados a la fuerza, fueronllamados «indios» y marcados como inferiores, salvajes y bárbaros.Pero estos pueblos originarios, discriminados y perseguidos hasta casi el exterminio,han demostrado tener una vitalidad indestructible, y sus valores ancestrales, su lenguay su cultura han resistido, y en nuestros díasreclaman su presencia en sociedades que lossiguen discriminando pero que nunca hanlogrado anularlos. Los «indios», como los etiquetaron los españoles, no han permanecidoinmóviles, como piezas arqueológicas, sinoque han desarrollado y enriquecido sus valores ancestrales, su cultura y su lengua, y hanconstruido una realidad humana nueva que ennuestros días es lo más identificador de unaAmérica Latina diferenciada, rostro de unahumanidad preñada de futuro, de esperanzay de sueños En este punto, es importante considerarque lengua y cultura van unidas; por eso esimportante tener en cuenta que el problemade la cultura de los pueblos originarios estáprofundamente imbricado con el problemade la lengua. Y ambos, en gran medida, sony han sido el instrumento, el arma de la resistencia contra la dominación. En el casoespecífico de los actuales países del mundoandino, la lengua oficial es el castellano, aveces con un tímido reconocimiento a la(s)lengua(s) indígena(s). Y es significativo quehoy en día los habitantes de muchos de nuestros países que hablan una lengua indígena,es decir, originaria, suelen ser una minoría.Pero, por otra parte, si bien es cierto quehoy en día en el mundo andino el porcentajede criollos blancos que conocen y dominanuna lengua indígena no suele ser muy alto,desde otro ángulo, el porcentaje de indígenasque además de la propia conocen y manejanel castellano (la lengua oficial y dominante)es muy alto y en muchos casos claramentemayoritario. Y esto debe considerarse nosólo como significativo, sino que debería llevarnos a reflexionar, porque es un indicadoracerca de quiénes estarían potencialmente enmejores condiciones para desempeñarse enun espacio pluricultural como el que actualmente existe.76

América sin nombre, no 17 (2012) 75-80superior, más vasto, capaz de transmitir literariamente la amplia realidad del Perú andino.Como apunta Antonio Cornejo Polar,un paradigma exógeno, occidental, y sólo esvalidable como analogía, para poder situarlasen nuestro sistema cultural occidentalizado.Es en atención a este hecho que un estudiosohaitiano, Maximilien Laroche, ha propuesto–y ha tenido creciente aceptación– el término y el concepto de «oralitura», es decir, unequivalente a «literatura» pero de expresiónoral, no escrita.Porque lo que llamamos «poesía» es paranosotros, mestizos occidentalizados, creaciónverbal que se formaliza en la escritura; encambio para los pueblos originarios es sentimiento que se formaliza en palabra, músicay danza. En otras palabras, la «poesía» en lasculturas indígenas no se «leía»: se cantaba yse bailaba.Vale la pena recordar que el segundo libroeditado de Arguedas se llama Canto Kechwa(1938) y es una edición bilingüe. Aquí recoge, como él mismo anota, «(canciones) queaprendí en la sierra» y otras que «he recogidoentre amigos» (Arguedas, (ed). 1989, p. 23).De estas canciones o cantos (nunca los llama«poemas») no hace traducciones sino «versiones poéticas», y el objetivo de su trabajoes «demostrar que el indio sabe expresar sussentimientos en lenguaje poético; demostrarsu capacidad de creación artística y hacer verque lo que el pueblo crea para su propia expresión es arte esencial» (id., p. 21).Además de estas traducciones o versionespoéticas de canciones o cantos del mundoindígena actual, él mismo crea sus propioscantos, porque afirma que «el kechwa (sic)logra expresar las emociones con igual o mayor intensidad que el castellano» (id., p. 21).Todo esto relacionado con «la expresiónde algunos sentimientos que son los más característicos del corazón indígena: la ternura,el cariño, el amor a la naturaleza» (id., p. 21),emociones y sentimientos que encuentran suformalización artística en cantos y canciones.Pero parece que el asunto presenta un ángulodiverso cuando se trata de mostrar otros niveles de la realidad: la realidad que viven losindios y mestizos en las aldeas de la sierra, lascomplejas relaciones jerarquizadas, los abusosde poder, los conflictos entre personas, en«esas aldeas en que hay quinientos indios porcada terrateniente» (Arguedas, 1989, p. 59),como él mismo recuerda.Porque después de sus primeros ejerciciosliterarios, Arguedas se plantea un proyectola narrativa de Arguedas es un vasto proceso deininterrumpidas ampliaciones: desde la cortedad desu referente inicial, la aldea indígena o la haciendaserrana, se llega más tarde a la representación de unenorme espacio social que no sólo abarca la totalidaddel país sino también sus relaciones con el sistemainternacional. Por extensión, en esta última etapa, estodo el Tercer Mundo y su contexto el ámbito querecibe la atención de Arguedas; vale decir, el íntegrode las relaciones pasibles de ser asumidas por unaconciencia permeable a la realidad –y al sentido deesa realidad– del mundo contemporáneo (CornejoPolar, 1983, p. XIII).Este proyecto no tenía antecedentes literarios en que apoyarse. No vale la pena, porser algo conocido, traer aquí a colación lo queArguedas pensaba de la literatura anterior quepretendía mostrar el mundo andino indígenay mestizo. Es precisamente por disconformidad con los intentos anteriores que surge suproyecto. Desde muy temprano se propone«describir la vida de aquellas aldeas, describirlas de tal modo que su palpitación no fueraolvidada jamás, que golpeara como un río enla conciencia del lector» («La novela y losproblemas », (ed. cit., p. 59). Aquí ya surgela conciencia de un elemento que al parecer nohabía tomado mucho en cuenta anteriormente: el «lector». Y «lector» es ya un elementoque se sale del modelo de la oralidad, de lacomunicación oral. Porque el «lector» sóloempieza a existir cuando entramos en el territorio de la comunicación escrita.En breve: el modo de comunicación poética de cantos o canciones es distinto al de la narración, sobre todo si se trata de narracionesen que se busca mostrar un mundo de lugares,conflictos y personajes que no es el mismoque conoce y maneja el destinatario implicadoen los textos. En este caso, el habitante de lacultura de la oralidad recurre a la representación visual (dibujo) y a la mimética corporal,modalidades ambas que han sido descodificadas desde códigos occidentales como «ilustraciones» (recuérdese el caso de Huamán Poma)o como «representaciones» de carácter teatral,no siendo ni lo uno ni lo otro.En la comunicación oral, es condicionante la existencia de un espacio común e77José María Arguedas y el lenguajede la identidad mestizaNELSON OSORIO TEJEDA

América sin nombre, no 17 (2012) 75-80flictiva se plantea cuando se trata de resolvercomunicacionalmente una creación artísticasurgida en el lenguaje de la oralidad llevándolaal lenguaje de la escritura, a partir de la falsacreencia de una plena permutabilidad (WalterJ. Ong, 1982).El lenguaje artístico y creador de la culturaandina es un lenguaje integral, en el que nose separa lo auditivo de lo visual, en el quelo coreográfico, lo plástico y lo musical seimbrican en una expresión integradora que nopuede ser reducida a la «escritura», porque enesta situación, la escritura es reductiva en lamedida en que solo registra el aspecto verbalde la comunicación poética.Y si lo que Arguedas se propone, como élmismo lo ha dicho, cuando ingresa a la literatura: es «describir la vida de aquellas aldeas,describirlas de tal modo que su palpitaciónno fuera olvidada jamás, que golpeara comoun río en la conciencia del lector» («La novelay los problemas », ed. cit. p. 59), evidentemente no está pensando en un destinatariohabitante de esas mismas aldeas, hablante delquechua, sino en un «lector», en un Otro quehabita un sistema referencial diferente.Y Arguedas ve así el problema:Fotografía de Martín Chambi3Subrayamos lo de «destinatario», porque queremos excluir elcaso anómalo de un «receptor»casual que provenga de otrosistema de códigos y referentes.José María Arguedas y el lenguajede la identidad mestizaNELSON OSORIO TEJEDAinteractivo entre emisor y receptor, los quede ese modo no solo comparten los mismoscódigos sino también los referentes, queestán dados. Al romperse esta comunidad ydarse un espacio diferente para uno y otro,la comunicación oral no funciona: en estecaso se sobrepasa el territorio de la oralidady empieza el de la escritura. Y de la lectura,por supuesto. Porque el receptor-destinatario3 del canto-poema en lengua quechua notiene mayores problemas en recibirlo y descodificarlo. Otro caso es el de la narraciónescrita: esta requiere de un «lector», alguienque sepa leer, alguien con competencia delectura, ya sea para descodificar el texto y/oservir de intermediario para que funcione lacomunicación. Y ocurre que el que entiendey se comunica en quechua, habitualmente esalguien que no sabe leer; y viceversa: el quesabe leer, habitualmente no domina la lenguaquechua.Los sentimientos que surgen del corazóny se expresan en cantos (la poesía quechua)funcionan a plenitud en el circuito de laoralidad, que en rigor implica no sólo uncódigo compartido (la lengua) sino inclusoun espacio (universo o situación de discurso)también compartido. Esta modalidad artísticade expresión verbal se articula a determinadas condiciones de existencia y recepción,que ya no son las del mundo actual, en quela comunicación in praesentia prácticamenteva desapareciendo. Y las posibilidades de lacomunicación in absentia remiten casi necesariamente a la escritura. La contradicción con-¿Cómo describir esas aldeas, pueblos y campos, enqué idioma narrar su apacible y a la vez inquietantevida? ¿En castellano? ¿Después de haberlo aprendido,amado y vivido a través del dulce y palpitante quechua? Fue aquel un trance al parecer insoluble»(«Lanovela y los problemas , ed. cit. p. 60).Toda la trayectoria de la narrativa de Arguedas está marcada por esa lucha, la lucha porencontrar una forma de expresión literaria paraese mundo (para lo personal, ya sabemos, la tenía en las canciones en quechua). Para ahorrarun examen de ese proceso, quiero señalar solamente que la salida la logra construyendo unalengua literaria en que el espíritu del mundohumano indígena se verbaliza en un castellanoque no es tal y que está trasminado por la sintaxis del quechua, logrando reproducir no ellenguaje sino el proceso interior del quechuahablante a través de una lengua inventada.Como dice textualmente: «Yo resolví elproblema creándoles un lenguaje especial [alos indios de sus novelas], que después ha sidoempleado con horrible exageración en trabajosajenos» («La novela y los problemas », ed.cit., 66).78

América sin nombre, no 17 (2012) 75-80Dicho en otros términos: con la poesía(cantos, canciones) se dirige al quechua–hablante. Con la narración en cambio, sedirige al blanco o al mestizo que no necesariamente está capacitado para comprender lalengua quechua. Su opción por el castellanocomo lengua de comunicación es una opciónpor ampliar y universalizar la comunicación,por dar a conocer una realidad y una culturaque de otro modo quedaría enclaustrada enun circuito restringido, limitado no sóloa los quechua-hablantes sino a la parte deaquellos que también dominaran la lectura.Pero la lengua quechua sigue siendo la matriz generadora del impulso más íntimo, puesconsidera queCreemos que laescritura de Arguedasse despliega en tresdimensiones de lenguaje. Para mostrary exponer el mundoindígena y mestizodel Perú, crea –ensus palabras– «unlenguaje especial»,un lenguaje literario Pintura andina. José Sabogalinventado, mestizo ytransculturado, tal vez su aporte más llamativo y singular, sobre todo para el interésde los estudiosos de su obra. Pero para darsalida a sentimientos y pasiones más hondas,se expresa en quechua, su lengua materna.Y por último, para sus textos reflexivos (decarácter antropológico, o de opinión sobre asuntos sociales o políticos), emplea elcastellano normalizado y formal, validadointernacionalmente.En función de lo anterior, nos atrevemosa decir que la identidad mestiza asumidaconsciente y programáticamente por Arguedas, se expresa y se construye en un procesoplurilingüe, que no se limita o reduce al«lenguaje especial»y propio que fue creandoen un proceso agónico y dilatado, sino queincluye también el quechua y el castellano,las lenguas matrices de nuestra cultura heterogénea.Tal vez sea conveniente aquí, aunque seade paso, hacer una breve referencia al tancuestionado asunto de «mestizo» y «mestizaje», recordando lo que el propio Arguedassostenía al respecto, y que me sigue pareciendo la manera más adecuada de considerarlo.En un texto reflexivo d

El zorro de arriba y el zorro de abajo. América sin nombre, n. o. 17 (2012) 75-80 ISSN: 1577-3442 / eISSN: 1989-9831. JOSÉ MARÍA ARGUEDAS Y EL . LENGUAJE DE LA IDENTIDAD MESTIZA * NELSON OSORIO .

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(1961), Todas la sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (publicada póstumamente, en 1971). Grandes relatos que con el resto de su obra cuentística, escritos antropológicos y poemas, darán cuerpo y hondura a uno de los más formidables escritores de la lengua hispana. José María Arguedas

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