La Hoguera De Los Inocentes 3as - PlanetadeLibros

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SELLOCOLECCIÓNEugenio FuentesLa hoguera de los inocentesEste libro explora los prejuicios morales, culturalesy antropológicos que se esconden tras esta aberración jurídica y los mecanismos con que el Poder señala y convierte en enemigos a determinados grupos (judíos, negros, mujeres). Recurriendo a la historia, la antropología, el derecho, la psicología, elarte y la literatura, el autor denuncia la creaciónsocial de chivos expiatorios y la designación de víctimas propiciatorias. Para ello, se apoya en clásicosde la filosofía, la literatura universal o el cine quehan criticado con inteligencia y crudeza la discriminación del débil o el diferente como forma de cohesión social. Y finalmente, se suscita la sospechade si la ordalía, transformada o sublimada, persiste en el mundo contemporáneo, digitalizado yvirtual, donde tantas veces asistimos a injustosy desbordados ataques y linchamientos «viralizados», en los que resulta imposible defendersede insultos y acusaciones peregrinas.PVP 19,00 9EugenioFuentesLa hoguerade los inocentesLinchamientos, cazas de brujas y ordalíasCORRECCIÓN: PRIMERASDISEÑOEugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958)ha logrado con éxito situarse como uno de los autores españoles de novela negra con mayor proyección en el extranjero gracias a su detectiveprivado Ricardo Cupido, protagonista de las novelas El interior del bosque, La sangre de los ángeles,Las manos del pianista, Cuerpo a cuerpo, Contrarrelojy Mistralia («¡Qué bien le sienta al género negrotener detrás un buen escritor!», J.M. PozueloYvancos, Abc Cultural). Autor de un volumen decuentos, Vías muertas, y de los ensayos literariosLa mitad de Occidente y Literatura del dolor, poéticade la bondad, Eugenio Fuentes también ha publicado en Tusquets Editores las novelas Venas denieve y Si mañana muero («una historia honda yconmovedora», S. Sanz Villanueva, El Cultural;«una novela realmente excepcional». ÁlvaroColomer, Yo Dona).14/01 CARLOSREALIZACIÓNEDICIÓNCORRECCIÓN: ÓNCMYK Pantone ProcessBlue CPAPELFOLDING 240 RRO TAPAGUARDAS10206973788490 66481013,8X21 CMRUSTICA CON SOLAPASSERVICIO Oskar Montero96La ordalía, o «juicio de Dios», era un procedimientojudicial surgido en la Europa del Medievo, según elcual, en caso de denuncia (por herejía, adulterio,robo ), era el acusado quien tenía que demostrarsu inocencia. Las pruebas a que para ello era sometido variaban: agarrar un hierro candente con lasmanos y resistir sin quemaduras, ser arrojado alagua con las manos atadas y no ahogarse, o resultar vencedor en un torneo.ENSAYOFORMATOTUSQUETSDiseño de la colección: Departamento de Arte y DiseñoÁrea Editorial Grupo PlanetaINSTRUCCIONES ESPECIALES

Eugenio FuentesLA HOGUERADE LOS INOCENTESLinchamientos,cazas de brujas y ordalíasLa hoguera de los inocentes 3as.indd 524/11/17 9:42

1.ª edición: enero de 2018 Eugenio Fuentes, 2018Reservados todos los derechos de esta edición paraTusquets Editores, S.A. – Avda. Diagonal, 662-664 – 08034 Barcelonawww.tusquetseditores.comISBN: 978-84-9066-481-0Depósito legal: B. 29.310-2017Fotocomposición: David PabloImpresión y encuadernación: Black PrintImpreso en EspañaQueda rigurosamente prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación total o parcial de estaobra sin el permiso escrito de los titulares de los derechos de explotación.La hoguera de los inocentes 3as.indd 629/11/17 11:20

ÍndiceAgradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .131.  La ordalía primigenia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .2.  La ordalía ontológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1933Franz Kafka y El proceso. Søren Kierkegaard y Elconcepto de la angustia. Sangre sabia, de FlanneryO’Connor3.  La ordalía medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .55Ivanhoe, de Walter Scott4.  La ordalía religiosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65El hereje, de Miguel Delibes. Castellio contra Calvino, de Stefan Zweig. Nathan el Sabio, de GottholdEphraim Lessing5.  La ordalía del Sabbat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97Malleus maleficarum o Martillo de las brujas, deHeinrich Kramer y Jakob Sprenger. La bruja, de Jules Michelet. Las brujas de Salem, de Arthur Miller6.  La ordalía racial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .119Intruso en el polvo, de William Faulkner. Matar aun ruiseñor, de Harper Lee. Blues de la calle Beale,de James Baldwin. En busca de Bisco, de ErskineCaldwellLa hoguera de los inocentes 3as.indd 729/11/17 9:55

7.  La ordalía infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .145Huracán en Jamaica, de Richard Hughes. Expiación,de Ian McEwan. La calumnia, de Lillian Hellman8.  La ordalía del dolor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .167Historia de la columna infame, de Alessandro Manzoni. De los delitos y las penas, de Cesare Beccaria9.  La ordalía social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .189Las «aventuras» de Caleb Williams, de William Godwin. El lugar de un hombre, de Ramón J. Sender10.  La ordalía totalitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .209El Palacio de los Sueños, de Ismaíl Kadaré11.  La ordalía sexista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .225Vindicación de los derechos de la mujer, de MaryWollstonecraft. La letra escarlata, de NathanielHawthorne. El cuento de la criada, de MargaretAtwood. Billy Budd, marinero, de Herman Melville12.  Ordalía y novela negra . . . . . . . . . . . . . . . . . .261Una extraña confesión, de Antón Chéjov. El anochecer, de David Goodis. Inocencia trágica, de AgathaChristie13.  La ordalía virtual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .283Cinco esquinas, de Mario Vargas Llosa. Areopagítica, de John Milton14.  Destrucción del ordalizado . . . . . . . . . . . . . . .305El caso Maurizius, de Jakob WassermannEpílogo. Ordalía versus libertad . . . . . . . . . . . . . .321ApéndicesBibliografía básica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Índice onomástico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .325327La hoguera de los inocentes 3as.indd 829/11/17 9:55

1La ordalía primigeniaLas ordalías eran pruebas jurídicas de origen germánico, ejecutadas bajo la invocación divina y destinadas adeterminar la inocencia o la culpabilidad de un sospechoso. En el mejor de los casos, eran un intento erróneode alcanzar la verdad ante la confusión y las carencias delos inarticulados procedimientos judiciales del Medievo, un camino equivocado que conducía al predominiode la superstición y a resultados monstruosos. Como enellas no se apelaba ni a testigos ni a documentos, Francisco Tomás y Valiente, en su tratado La tortura en España, las califica como pruebas «de carácter mágico eirracional».Su práctica se desarrolla fundamentalmente en laAlta Edad Media, cuando la violencia era todavía unade las fuentes fundadoras del derecho. Con la disolución en el siglo v de la fuerza centrípeta de Roma y aldisolverse sus poderosas estructuras estatales, el imperio se disgrega sin que nadie pueda —ni quiera— tomarlas riendas del poder propias de un Estado, establecerunas leyes comunes y vigilar su acatamiento. Surge unasociedad fragmentada, encastillada y dispersa, de mucho bosque y poco pan, más forestal que agraria por laescasa proporción de campos roturados, creyente enuna masa de leyendas y tan supersticiosa que bendice19La hoguera de los inocentes 3as.indd 1924/11/17 9:42

los cuchillos para que no derramen sangre y excomulgaa los saltamontes, pero no logra impedir sus plagas. Enese caos de poder y de tierras dispersas en la Europaoccidental, «bajo el yugo de unos señores el más instruido de los cuales no sabía ni escribir su nombre», según Lord Acton, dos osamentas mantienen una mínimacohesión social.Por un lado, el derecho consuetudinario de origenromano, que el emperador Justiniano había hecho recoger en el Corpus iuris civilis, recopilación de las leyescreadas desde las Doce Tablas (siglo v a.C.). Justinianohabía sido el primero en comprender que era necesariauna única ley para un único imperio, de modo que dosdelitos iguales no fueran penados con castigos diferentes según el aleatorio color local. Pero sobre el Corpuspesa la poderosa influencia de un derecho germánicoque prefiere resolver los conflictos directamente entrelos litigantes y que mira con recelo cualquier injerenciade tribunales ajenos. En esa época no se legisla desdeun parlamento, sino desde una tradición jurídica quelos siglos han ido decantando, aportando cada generación su dosis de sabiduría hasta compilar un derechoselectivo y evolutivo y elaborar un código más o menosjusto y eficaz, un patrimonio colectivo más allá de la voluntad coyuntural o fortuita de un gobernante, que nopuede cambiarlo a su arbitrio o interés. De ahí que Bruno Leoni afirme que «tanto los romanos como los ingleses compartieron la idea de que la ley es algo que sedebe descubrir más bien que promulgar, y que nadie debeser tan poderoso en la sociedad como para poder identificar su propia voluntad con la ley del país».Por otro lado, la Iglesia, con su capacidad para darcoherencia a leyes vacilantes, para llegar a todos los20La hoguera de los inocentes 3as.indd 2024/11/17 9:42

pueblos y castillos con un discurso uniforme y con elarsenal de unos mismos valores, para ofrecer al hombrealojamiento en una fortaleza espiritual con foso, almenas y torre del homenaje. Dios, el gran unificador, esel máximo juez y de Él depende la ley, prestigiada por elintegrismo teológico de los Santos Padres. La Iglesia essu representante en la Tierra y desde sus dicasterios extiende la visibilidad de Dios en la vida pública cotidiana, perfecciona unas normas religiosas que van más alláde las sectas y de los ritos mistéricos y construye nuevostemplos con los sillares expoliados de las ruinas delpoliteísmo. Una nueva iconografía llena de Cristos dolientes los altares y de monstruos los capiteles de lascolumnas de los claustros, mientras suena al fondo unacanturía de latines. En los monasterios, los clérigos hacen al mismo tiempo de guía espiritual y de consejeromunicipal, estudian doctrina religiosa y doctrina jurídica en bibliotecas bien surtidas donde apoyan sus consultas y, en definitiva, imponen el derecho canónico comoinstrumento pastoral. Según Peter Brown, una población sin recursos y sin acceso a la justicia ordinaria, cuyos precios eran prohibitivos, agradecía los consejos yservicios de aquellos primeros sacerdotes cristianos. Yaen el siglo v, san Agustín, consciente del poder que representaba la gestión de la justicia, pide a los fieles queacudan a la iglesia también en sus litigios: «Los que noarrebatan al prójimo sus bienes, pero defienden los suyos: háganlo en el tribunal del obispo, y no ante un juezmundano». Allí encontrarían todo lo necesario. En losmonasterios, los mejores especialistas transcribían cualquier texto en la minúscula carolingia, tipo de letra usada a partir del siglo ix por su claridad y facilidad delectura y por su ahorro de piel y papel. En otro aspecto,21La hoguera de los inocentes 3as.indd 2124/11/17 9:42

con su gestión de los enterramientos dentro del temploo en su entorno, los sacerdotes eran los intermediarioscon la otra vida, lo que constituía otro poder nada desdeñable.La ordalía germánica se integra en este contexto yen esta doble herencia, en la que la justicia acata consumisa obediencia los dictados de la teología y no cuestiona la verdad de sus dogmas, aunque se opongan a lalógica de los hechos. Algunos teóricos, sin embargo, defienden que la Iglesia asume esas pruebas sangrientasporque no puede erradicarlas y de ese modo, al menos,las humaniza y modera su crueldad.En la ordalía del hierro candente, el inculpado debíasostener durante un tiempo en las manos un hierro alrojo y sólo era declarado inocente si al cabo de tres díasno había sufrido ampollas que generaran sangre o pus,sin atender a que fuera una mano callosa o una delicada mano, de pelotari o de doncella, de labriego o de juglar. En la ordalía caldaria, el ordalizado introducía elbrazo en un caldero de agua hirviendo y sólo era declarado inocente si salía indemne de quemaduras. En ladel veneno, el inculpado debía ingerir un tóxico y sóloera declarado inocente si su cuerpo no sufría sus efectos nocivos. En la ordalía del agua, se arrojaba al sospechoso a un estanque con una mano atada a la piernacontraria y sólo era declarado inocente si el agua no lorechazaba y se hundía hasta el fondo (y no se ahogaba).La ordalía del vacío tenía un antecedente en la fosa delbarathron de la antigüedad griega: «Se arrojaba desdeuna altura al sospechoso de haber cometido un crimenreligioso de modo que, si era culpable, encontraba lamuerte estrellándose contra el suelo». Si era inocente,las manos de los dioses lo salvaban, explica César Cha22La hoguera de los inocentes 3as.indd 2224/11/17 9:42

parro, que concluye: «la precipitación era al mismotiempo proceso, condena a muerte y ejecución». Cualquier ordalía, pues, suponía todo un ahorro para el sistema judicial del Medievo. En el llamado juicio de Dios,en fin, era declarado inocente el vencedor en un torneomedieval, por más que hubiera una brutal desigualdadentre los contendientes.Los resultados eran tan injustos y cruentos que laordalía fue prohibida por la Iglesia en el Concilio deLetrán de 1215, coincidiendo con una mayor difusióny aceptación del derecho romano por los estados europeos y, como afirma Edward Peters en su detallado ensayo La tortura, con «una creciente conciencia de lanecesidad de crear leyes universalmente obligatorias yaplicables a toda la Europa cristiana» que desterraranla cultura jurídica anterior, «irracional, ritualista y primitiva [.] supersticiosa y salvaje». Se da así un pasofundamental para reemplazar por procedimientos racionales la hasta entonces innegociable revelación divina.Sin embargo, la ordalía no desapareció por completo,aunque se aceptara que en ella el acusado era condenadopor no ser capaz de violentar las leyes de la naturaleza:no abrasarse cuando se le aplicaba fuego, no ahogarsecuando se le arrojaba atado a un estanque, no envenenarse cuando ingería cicuta, contradiciendo así la propiaafirmación de san Agustín: Deus impossibilia non jubet.Dios no exige lo imposible. Pero en realidad era comosi Dios subcontratara la magia para resolver los conflictos que la justicia no había sabido esclarecer.Tan asentada estaba que ni Dante Alighieri supo verla brutalidad que significaba, con toda su clarividenciapara separar el bien del mal y para adjudicar a cada vir23La hoguera de los inocentes 3as.indd 2324/11/17 9:42

tud y a cada pecado un lugar en el Infierno o en el Paraíso. El autor florentino, que ya miraba hacia el Renacimiento, pero que aún mantenía el equipaje moral eintelectual de la Edad Media, defiende en 1314, un siglodespués de Letrán, la modalidad ordálica del juicio delDios. Con De la monarquía intenta desbrozar la anarquía de la vida pública de aquel momento, en plena encrucijada entre dos épocas, y contribuir así al nuevo orden universal que ya se intuía.Dante afirma categóricamente que «lo que se adquiere por duelo se adquiere conforme a derecho. Puessiempre que falta el juicio humano, ya sea por hallarseenvuelto en las tinieblas de la ignorancia o por carecerde la defensa de un juez, para que la justicia no sea menospreciada, es necesario recurrir a Aquel que la amótanto que pagó con su propia muerte lo que la justiciamisma exigía». Para Dante, si en un pleito no se llegabaa una conclusión después de recurrir a los cauces habituales para resolverlo, el duelo físico entre los litigantesera un recurso adecuado y su resultado, una sentenciajusta, pues «¿no está Dios en medio de ellos, como Élmismo nos lo prometiera en el Evangelio? Y si Dios estápresente, ¿no es una impiedad pensar que pueda sucumbir la justicia, que Él mismo aprecia tanto cuantoantes hemos dicho? Y si la justicia no puede sucumbiren duelo, ¿no se consigue conforme a derecho lo que seconsigue por un duelo?». Su afirmación mantendrá suinfluencia hasta las primeras décadas del siglo xx, cuando todavía los conflictos de honor se resolvían enviandoa los padrinos, como hizo en más de una ocasión el belicoso Valle-Inclán.Tan sabio y tan actual en otras visiones, Dante resulta sorprendentemente ingenuo al sostener que Dios, sen24La hoguera de los inocentes 3as.indd 2424/11/17 9:42

tado como espectador en la bancada de las salas de lostribunales o paseando entre los abogados, premiará alos virtuosos y los hará felices, y castigará a los malvados y los hará desgraciados, aunque por su propia experiencia en la política y por su condena al exilio debía saber que el mal y la violencia hacen fuerte al malvado y, encambio, debilitan al recto y lo condenan al silencio.También Arthur Schopenhauer vincula el juicio deDios al honor caballeresco, pero únicamente en la Europa cristiana y sólo durante la Edad Media, cuando afirma que en Alemania «en los procesos criminales, no correspondía al denunciante probar la culpabilidad, sinoal denunciado probar su inocencia [y así] intervenía eljuicio de Dios, que consistía, de ordinario, en el duelo».Pero el ateo Schopenhauer añade más adelante, con cáustica ironía: «En aquel tiempo, en efecto, Dios no teníapor única misión velar por nosotros, debía también juzgar por nosotros. Así, los procesos judiciales delicadosse decidían por ordalías o juicios de Dios [.]. De estemodo, en vez de la razón, se erigía en tribunal a la destreza y a la fuerza física, mejor dicho, a la naturalezaanimal».El ordalizado, culpable hasta que logre demostrar suinocencia, se salvará no por la cualidad moral de susactos, sino por su fortaleza física o por su resistencia alsufrimiento; no por lo que hace, sino por su naturaleza;no por su operare, sino por su esse, anticipando así enmil años la barbarie totalitaria del siglo xx. La ordalía,una amenaza antes que un elemento de juicio, resultadiabólica al pretender la demostración de la verdad con25La hoguera de los inocentes 3as.indd 2524/11/17 9:42

pruebas contranatura, al afirmar que tan sólo el inocente está capacitado para soportar el dolor físico y al exigir la incombustión de su carne o su condición anfibia.Y puesto que la naturaleza no puede ser cambiada nicorregida, la condena es inevitable.Por fortuna, con el paso de los siglos el derecho sefue rebelando contra esa aberración jurídica y —al menos en teoría— en el actual ordenamiento legislativouniversal la carga de la prueba de los hechos recae sobre el actor demandante, que debe demostrar sus acusaciones. Si no es así, y aun en caso de duda por falta deevidencias, el juez debe concluir con un non liquet en elveredicto.La ordalía es la negación del habeas corpus sobre elque se sostiene la justicia actual, garantía imprescindiblesin la cual un particular difícilmente podría defenderse ante la poderosa maquinaria judicial.Puede ocurrir que, al establecerse el habeas corpuscomo suprema institución jurídica, como las partículaselementales que forman el mediastino, el núcleo sagrado e inviolable del derecho, como el bosón de la justiciadesde el cual redactar cualquier ley, algún culpable escape a la condena que hubiera merecido, pero siempreserá preferible ese riesgo a condenar a un inocente. Queun culpable quede eximido de un delito y que, por tanto, pueda volver a cometerlo, es una injusticia, pero queun inocente sea condenado es una iniquidad.Como tantos términos jurídicos, la expresión habeascorpus proviene del latín, cuya traducción literal es «quetengas tu cuerpo (para exponer)». En el mundo romano26La hoguera de los inocentes 3as.indd 2624/11/17 9:42

estaba tan asentada esta garantía que, tras concluir elproceso de la conspiración de Catilina, el propio Cicerón tuvo que exiliarse por haberla incumplido al condenar a los supuestos conspiradores sin que estuvieranpresentes

Nathan el Sabio, de Gotthold Ephraim Lessing 5. La ordalía del Sabbat. 97 Malleus maleficarum o Martillo de las brujas, de Heinrich Kramer y Jakob Sprenger. La bruja, de Ju-les Michelet. Las brujas de Salem, de Arthur Miller 6. La ordalía racial. 119 Intruso en el polvo, de William Faulkner. Matar a

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