AD LUCEM - Amics De Vinaros

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Helena Román CaroADLUCEMCULTURA Y ARTE FUNERARIOEN VINARÒS (SIGLOS XIX Y XX)9788494111891ROSCULTURA Y ARTE FUNERARIO EN VINAROSÓCISColección Mare Nostrum nª 46EVDINSAICRÒACIOM212/ 111891

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AD LUCEM.CULTURA Y ARTE FUNERARIOEN VINARÒS (SIGLOS XIX Y XX)3

CON LA COLABORACIÓN DE:Magnific Ajuntament de VinaròsBiblioteca Mare Nostrum: Dades catalogràfiquesROMÁN CARO, HelenaAd Lucem. Cultura y Arte funerario en Vinaròs (siglos XIX Y XX) --- Vinaròs: AssociacióCultural Amics de Vinaròs,D:L: CS-5-2016p.64; 23,5cm. --- (Biblioteca Mare Nostrum; 46)I.S.B.N. 978-84-941118-9-11. Vinaròs (Comunitat Valenciana) --- Arte funerario / Associació Cultural Amics de Vinaròs726-73 (Edificio funerario. Escultura) Del texto: ROMÁN CARO, Helena De las fotos: José Miguel Cervera De esta edición: Associació Cultural “Amics de Vinaròs”Coordinador de la colección: Arturo Oliver FoixMaquetación y portada: José Carlos Adell AmelaEdita:Associació Cultural “Amics de Vinaròs”.San Ramón, ros.blogspot.comwww.amicsdevinaros.comBiblioteca Mare Nostrum, 46Depósito Legal: CS-5-2016I.S.B.N. 978-84-941118-9-1Imprime: Artes Gráficas Castell Impresores, S. L.Tel. 964 45 00 85 - VinaròsPrinted in SpainTodos los derechos reservados. Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra, en cualquiera de susformas, gráficas o audiovisuales, sin la autorización previa del editor, salvo citaciones en revistas, diarios olibros, siempre que se haga constar su procedencia y autor.4

Helena RománAD LUCEM.CULTURA Y ARTE FUNERARIOEN VINARÒS (SIGLOS XIX Y XX)Biblioteca Mare NostrumAssociació Cultural Amics de VinaròsVinaròs, 20165

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Índice1. Breve introducción2. Contexto histórico: cementerios de Vinaròs2.1 Breve historia de los camposantos en Vinaròs2.2. Estructura del cementerio municipal de Vinaròs3. Monumentos funerarios3.1 Panteones3.2 Mausoleos3.3 Lápidas sepulcrales (nichos)4. Los artífices: escultores y marmolistas4.1 Joaquin Gasulla4.2 Paulino Caballero4.3 Francisco Vaquer5. Conclusiones6. Bibliografía7

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A mi familia y amigos.Gracias por alentarme.“Habitar significa dejar huellas”Walter Benjamin1. IntroducciónEl arte siempre ha sido una de las manifestaciones humanas que haacompañado al hombre desde tiempos inmemorables en su existencia y,en muchos casos, como sello del fin de su vida, es homenajeado con unmonumento funerario. El cementerio es - por acuerdo de la sociedad- “laciudad de los muertos”. Pero una ciudad construida por los vivos, no distintade las ciudades urbanas, de su modo de vivir, de su modo de ser. Aquí sereflejan los usos, las costumbres, los hábitos, los mitos, los ritos, las diferenciasde clase, las modificaciones de la ciudad de los vivos y de aquellos que nolo son más. “No se puede conocer un pueblo - dijo una vez el escritor y poetaFranco Fortini – si no se conoce su relación con la muerte”.Los cementerios, son “modelos culturales” que expresan en manera máspuntual la ideología de la sociedad a la cual pertenecen. Por ello el propósitoparticular de esta investigación - que ante todo es de tipo artístico - enun primer momento ha sido conocer y dar a conocer, con la necesidad deinvestigar otro aspecto más del patrimonio de la ciudad de Vinaròs.9

Nuestra época vive de espaldas a la muerte. Afrontar la finitud es algo quesiempre ha producido desasosiego al hombre y cada cultura ha enfrentadoeste reto de acuerdo a su particular concepción del mundo. La creencia enla vida de ultratumba, el deseo de dejar constancia del prestigio social deldifunto o, simplemente, de perpetuar la memoria de nuestro paso por la vidao el recuerdo de nuestros deudos son algunas formas de trascender que elhombre ha adoptado para tratar de escapar a sus propios límites. Sin embargo,en los últimos años lo “políticamente correcto” ha sido eludir el tema. En lasegunda mitad del siglo XX, tras la muerte de millones de personas en lasguerras mundiales, la ciencia aumentó considerablemente la esperanza devida y ésta parecía un valor que, hasta cierto punto, podía estar bajo nuestrocontrol. Como reza el epitafio de Marcel Duchamp, “Al principio, sólo semorían los otros”. En este contexto se entiende que el importante patrimonioreunido en los cementerios no sea visitado, conocido y conservado comodebiera, que apenas haya llamado la atención de los historiadores del arte, eincluso que los que se dedican al estudio de los cementerios contemporáneossean mirados con cierta perplejidad y hasta algo de repugnancia. Sinembargo, algo parece estar cambiando en la actualidad. Los actos terroristasde los últimos años, las recientes catástrofes naturales que arrastran muertosde los cinco continentes están conmocionado profundamente nuestrosentir. Asistimos a nuevos rituales, alejados de antiguas fórmulas, fruto dela espontaneidad: altares en la calle, velas, poemas, incluso a través de lasmodernas tecnologías. Afrontamos, por tanto, en nuestra investigación untema impopular, poco valorado y, en cierto modo, desconocido. En el origende esta situación no sólo está la concepción de la muerte como un tabú, a laque hacíamos referencia, sino también al momento histórico que vamos aabordar, el cementerio contemporáneo, que se inicia a finales del siglo XVIIIy genera sus más brillantes manifestaciones en el siglo XIX. No ignoran losestudiantes de las facultades de Historia del Arte las manifestaciones de laarquitectura y la escultura funerarias de la Antigüedad, la Edad Media, elRenacimiento o el Barroco, pero, en el mejor de los casos, los estudios delarte funerario del siglo XIX se reducen al análisis de alguna de las tumbasdiseñadas por Antonio Canova. Esta curiosa anomalía se debe, por un lado,a la tardía sistematización del arte decimonónico, ya que el decurso del artedel siglo pasado y su concepción vanguardista no favorecía la valoraciónde las producciones de la centuria anterior. Por otro lado, los estudios sobreobras cementeriales son recientes y todavía no cuentan con un corpuscompleto. En el siglo XX, el interés por analizar el pasado de los cementeriosestá íntimamente ligado a la historia de las mentalidades. A partir de estosestudios se inician los de historiadores interesados más concretamente por el10

hecho arquitectónico que, en este campo, dada su carga simbólica, no puedesepararse de la historia de las actitudes que refleja.Como ya hemos indicado, a la luz del creciente interés por este patrimonioartístico que, en la mayoría de los casos, se encuentra ignorado y olvidado,comencé esta investigación. Por una parte, se podía sacar a la luz y sistematizarun patrimonio artístico prácticamente desconocido; por otra, el análisis de ladocumentación daba la posibilidad de adentrarse en problemas suscitadosen torno a los recintos que reflejaban poderosamente los cambios acaecidosdurante el siglo XIX y principios del XX en Vinaròs.Desde las antiguas civilizaciones la muerte ha estado unida al arte ymás recientemente, con la aparición de los cementerios municipales seha desarrollado sistemáticamente unas formas artísticas muy definidas yexpresivas del espíritu de la época, del siglo XIX y XX.Tipológicamente pueden establecerse diversos enterramientos: elnicho, concebido con un criterio pragmático, lejos de la espiritualidaddecimonónica, la tumba en tierra y el panteón. Estos dos últimos son los quetienen un mayor interés artístico en el cementerio de Vinaròs, sin olvidar losrelieves realmente encantadores de algunos nichos decimonónicos.Las tumbas en tierra están dispuestas a lo largo de calles trazadas acordel. Presentan un desarrollo horizontal por encima del nivel de suelo yun desarrollo en vertical a modo de frontal o altar con una multiplicidad deestilos. Hay una múltiple combinación de molduras y elementos decorativos.El espacio central arquitectónico se reserva para alguna escultura o parala inscripción de la lápida. En ocasiones el desarrollo vertical se limita a unobelisco, a veces truncado, con remate de cruz. La mayor parte de estasobras se encuadran dentro de un eclecticismo de raíz clasicista o de unhistoricismo goticista. Dentro de las tumbas en tierra se encuentran unascuyo interés radica en sus esculturas, fundamentalmente de ángeles, enactitudes diversas, imponiendo silencio llorosas, expectantes, resignadas,colocadas sobre las tumbas en la órbita estilística de un modernismo postromántico. Los panteones, que en realidad son monumentos y no obrasarquitectónicas, aunque desarrollen un mínimo espacio interior y empleenelementos constructivos, no son numerosos en el cementerio y se encuadranestilísticamente, al igual que las tumbas, entre el eclecticismo clasicista y elneogoticismo.Desde un punto de vista formal cabe agrupar el arte funerario del cementeriode Vinaròs en tres estilos: el historicismo de varia especie, que pretende lareconstrucción arqueológica de un estilo histórico, particularmente el gótico; eleclecticismo de elementos clásicos en el que se emplean arbitrariamente todoslos elementos propios del clasicismo greco-latino, tanto de tipos decorativos,11

como constructivo, combinados en ocasiones con elementos procedentes deotros estilos históricos; y el modernismo, tímidamente introducido en motivosvegetales, inscripciones, rejería y sobre todo, en las esculturas de ángeles.El historicismo, que es un intento del siglo XIX de realizar obras que semantengan fieles a las formas originales de cada estilo, sin que, por otraparte, puedan evitar la pertenencia a su propio tiempo, cuenta en Vinaròscon algún ejemplo, por ejemplo el panteón de la familia Ronchera.El eclecticismo clasicista tiene su más variada representación en losmausoleos, ejemplo de ello es el Teresa Ballester.El modernismo como estilo definitivamente adoptado para la arquitecturafuneraria no existe en Vinaròs, como en otros lugares, lo que encontramosson rasgos modernistas combinados con elementos historicistas como en laslapidas que trabaja Paulino Caballero o Francisco Vaquer. Se hace presenteel modernismo, como hemos indicado, en el cementerio de la mano de lasfiguras de ángeles que tienen, por una parte, ese carácter de sensibilidadintimista burguesa de herencia post-romántica que impregna casi todo elarte valenciano del cambio de siglo; y por otra parte desarrollan las formasmás típicas del modernismo internacional: esos ángeles femeninos conlos cabellos al viento, con alas extendidas en el aire, encarnan todos esedecimonónico recogimiento espiritual que junto a la no menos decimonónicafastuosidad de los panteones, que podemos encontrar caduca pero no porello menos fascinante.12

2. Contexto histórico: cementerios de VinaròsEl cementerio municipal de Vinaròs es en la actualidad el únicoespacio funerario de la ciudad y es el que conserva la mayor variedad demanifestaciones artísticas, incluyendo obras tempranas del S. XIX hastalas últimas expresiones de un arte funerario en su mínima expresión deprincipios del siglo XXI.La planificación expresa fue uno de los rasgos característicos de loscementerios surgidos a partir de fines del siglo XVIII. Fueron concebidos,imaginados y proyectados, teniendo en cuenta una nueva concepcióndel entorno urbano y su edificación que hacía que ciertos espacios yconstrucciones fueran desplazados hacia la periferia de las ciudades. Perotambién fueron plasmados teniendo en cuenta una nueva sensibilidadque hacía de la higiene y del respeto a la memoria de los difuntos, valoresa alcanzar y preservar. En varios países de Europa los pobladores habíanempezado a exigir un mayor cuidado de los espacios funerarios, en los queen ocasiones se amontonaban huesos y cuerpos y de los que se desprendíanolores fétidos, tanto por temor a la aparición de enfermedades como porun renovado interés en preservar el carácter sagrado y digno de dichosespacios funerarios.Durante el siglo XIX, Europa experimentó lo que podría ser llamadouna verdadera reforma de los cementerios, en los que fueron abiertos unatras otras grandes necrópolis en las afueras de las principales ciudades delcontinente.La inspiración para la planificación de los cementerios vino de la manodel modelo claustral italiano o de los modelos ajardinados franceses ideadospor Père Lachaise. Esta última tipología de cementerios está articulada porimportantes caminos centrales que funcionan como ejes alrededor de loscuales se distinguen zonas verdes. El cementerio municipal de Vinaròs estáclaramente inspirado en este modelo francés.Los cementerios públicos decimonónicos darían cabida a enterramientosde todos los credos, nacionalidades y estratos sociales, pero la diferenciaciónsocial buscaría otros medios para hacerse presente dentro de estasnecrópolis. Una nueva noción de propiedad funeraria quedaría instaladaen el seno mismo de los cementerios al organizarse la venta de las parcelas13

para el emplazamiento de las sepulturas. La propiedad de las parcelas y losmonumentos funerarios erigidos en ellas era tan solo el último estadio deun proceso de individualización de la muerte que había comenzado hacíavarios siglos y que ahora se extendía por medio de la compra y venta agrupos más extensos.A comienzos del s. XIX apenas se habían erigido cementerios. CarlosIV aprobó una nueva R.O. el 26 de abril de 1804 prescribiendo que seconstruyeran cementerios municipales en todas las ciudades, fomentandoespecialmente los rurales; una circular posterior del mismo año dictó lasreglas: bien ventilados y fuera de los centros habitados. Esta norma supusouna repetición de aquella de Carlos III que proponía un esquema compositivosencillo para los cementerios: un muro perimetral y una cruz o ermita definíanel recinto y su centro, rememorando, sin pretenderlo, uno de los orígenes delas ciudades: muralla alrededor del símbolo del poder. El decreto surgió comola respuesta a la mortalidad provocada por la hambruna y la epidemia defiebre amarilla registradas en España en 1800-04.La Novísima Recopilación de las Leyes de España mandada hacer porCarlos IV recoge la Ley I de Carlos III (9 diciembre 1786) que trata de los“Cementerios de las Iglesias: entierro y funeral de los difuntos”. En esta ley,el rey Carlos III manda que se observen las disposiciones canónicas sobre eluso y construcción de cementerios según lo mandado por el ritual romano.Como dato de mayor interés se menciona el hecho de que:“Se harán los cementerios fuera de las poblaciones, siempre que nohubiera dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellos, ensitios ventilados e inmediatos a las parroquias y distantes de las casasde vecinos, y se aprovecharán para capillas de los mismos cementerioslas ermitas que existan fuera de los pueblos, como se ha empezado apracticar en algunos con buen suceso.”Sus pautas compositivas académicas (simetría, retícula y perspectivaaxial), su disposición funcional (acceso, capilla, dependencias, patio ypanteones), su carga simbólica (capilla, vía crucis y cipreses) y la disposiciónde las sepulturas que acusan la diferencia por estatus social: clero y nobleza(panteones), prohombres (sepulcros en propiedad) y resto del pueblo(tumbas en el suelo). Al margen de los problemas de las relaciones entre laiglesia y el estado que salpicarían todo el siglo, aquí parece que se proponíaun consenso en cuanto a la gestión de esta tierra sagrada, a la distribuciónfuncional y a los aspectos formales del nuevo cementerio que había deacoger a los difuntos de las parroquias de la ciudad.14

La construcción de cementerios por España no debió avanzar al ritmoque las autoridades deseaban ya que una R.O. de 11 de Julio de 1833insistía en la prohibición de enterrar en las iglesias y en la necesidad deconstruir cementerios. No obstante, a mitad de siglo eran ya una mayoríalas poblaciones que contaban con campo santos alejados de los perímetrosurbanos aunque, quizás, sus condiciones no eran las más saludables. Unacertera radiografía de la cuestión la ofrece el Atlas de España realizadopor Francisco Coello en 1859 donde se alza acta de diecisiete villas de laprovincia de Alicante. En dichos planos vienen reflejados los cementeriosventilados extramuros de algunas poblaciones de la actual ComunidadValenciana. Muchos de estos cementerios se grafían con planta rectangular.De las valiosas descripciones de Madoz1 se confirma el éxito de aquel tipoarquitectónico inicial de 1784 en el que recinto cerrado y rectangular (ocuadrado) gobernado por una capilla y con patio para enterramientos a sualrededor fue el modelo más aceptado y repetido en estas latitudes. Perohabía más: se consolidaban los caminos que surcaban ortogonalmente elpatio de sepulturas, fijando un orden y una mínima jerarquía entre estas,se plantaba vegetación de connotación fúnebre y ya había comenzadoel proceso de densificación de estas necrópolis con la construcción depanteones que contenían, a su vez, varios nichos en pared sobre tierra oen cripta bajo suelo. Todos estos datos confirman las variaciones de estasresidencias para la eternidad (fosas enterradas, grupos de nichos y panteonescon criptas) que reflejaban el traslado de las jerarquías sociales a la ciudadde los difuntos (clases pobres, modestas y pudientes, respectivamente).Si bien en un principio se había pensado que todos los cuerpos fueseninhumados por igual bajo tierra en la R.O. de 1787, la vanidad humanapronto exigió diferenciar estas sepulturas para la posteridad en atención alrango social. La R.O. de 1804 ya admitió que estas distinciones se reflejasenen las lápidas funerarias que, con el paso de los años, se sustituirían portúmulos y esculturas primero y panteones después, a la vez que estassepulturas unipersonales se ampliarían para ser familiares convirtiéndoseen fosas-nicho (con superposición de ataúdes enterrados) o criptas (condiversa cantidad de nichos). Estos enterramientos transcurrían siemprebajo cota cero y resultaban de la adaptación de las históricas solucionesde muchas criptas de las iglesias y podían servir tanto a ricos (panteones,criptas), como a pobres (fosas y fosas-nichos), pero las sepulturas de losopulentos se situaban junto a los caminos principales y se coronaban con1 MADOZ, P: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, tomo XVI, 1850, pág. 32315

estelas, esculturas o capillas ostentosas. Simultáneamente, la densificaciónde los cementerios (de normal bastante pequeños en un principio y conla norma de no poder remover los cadáveres hasta transcurridos cincoaños), que emergió ya a principios del siglo XIX en España, se resolvió conuna respuesta arquitectónica muy práctica: construyendo un sistema decolumbarios sobre el suelo, bien como bloques de nichos o bien comopequeños panteones familiares a modo de capillas adosadas; ambossistemas con o sin soportales de protección. Esta solución de grupos denichos comenzó a rodear los recintos y dio lugar a nuevos patios y claustros,calles y avenidas, que se observan tanto en el cementerio Municipal deVinaròs, como en muchos de las localidades de nuestro alrededor.En España los cementerios quedaban bajo la órbita católica, pero notodos sus residentes profesaban esta religión. Uno de los problemas queacompañaron a los campo santos desde sus inicios fue el de designarun lugar para los no católicos, el cual se resolvió en una R.O. de 1830que permitió la construcción de cementerios para los difuntos de otrasconfesiones. Son los denominados cementerios civiles y que en Vinaròs sedispuso a continuación del cementerio católico.Aunque por en medio de esta decisión estaba la existencia delConcordato con la Iglesia de 1851 que alejaba de los derechos de sepulturaeclesiástica a los apostatas, a los integrantes de sectas cismáticas, comolos masones, a los excomulgados, los suicidas y duelistas y como no alos, pecadores públicos y también los que se inhumaran, y tal situaciónvenía a resolver la rey de 1855 dictada tras la revolución de 1854, donde seordenaba que hubiera un lugar digno para todas estas

estudiantes de las facultades de Historia del Arte las manifestaciones de la arquitectura y la escultura funerarias de la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento o el Barroco, pero, en el mejor de los casos, los estudios del arte funerario del siglo XIX se reducen al análisis de alguna de las tumbas diseñadas por Antonio Canova.

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