El Origen De Las Especies - ::WEB DEL PROFESOR::

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El origen de las especiesDarwin, Charles(Translator: Antonio de Zulueta)Published: 1859Type(s): Non-Fiction, Essay, ScienceSource: http://es.wikisource.org/wiki/Charles Darwin,http://www.cervantesvirtual.com1

Capítulo4La selección natural o la supervivencia de los másaptosSelección naturalLa lucha por la existencia, brevemente discutida en el capítulo anterior, ¿cómo obrará en lo que se refiere a la variación? El principio de la selección, que hemos visto es tan potente en las manos del hombre, ¿puedetener aplicación en las condiciones naturales? Creo que hemos de verque puede obrar muy efiieazmente. Tengamos presente el sinnúmero devariaciones pequeñas y de diferencias individuales que aparecen ennuestras producciones domésticas, y en menor grado en las que están encondiciones naturales, así como también la fuerza de la tendencia hereditaria. Verdaderamente puede decirse que, en domesticidad, todo el organismo se hace plástico en alguna medida. Pero la variabilidad que encontramos casi universalmente en nuestras producciones domésticas no estáproducida directamente por el hombre, según han hecho observar muybien Hooker y Asa Gray; el hombre no puede crear variedades ni impedir su aparición; puede únicamente conservar y acumular aquellas queaparezcan. Involuntariamente, el hombre somete los seres vivientes anuevas y cambiantes condiciones de vida, y sobreviene la variabilidad;pero cambios semejantes de condiciones pueden ocurrir, y ocurren, en lanaturaleza. Tengamos también presente cuán infinitamente complejas yrigurosamente adaptadas son las relaciones de todos los seres orgánicosentre sí y con condiciones físicas de vida, y, en consecuencia, qué infinitamente variadas diversidades de estructura serían útiles a cada ser encondiciones cambiantes de vida. Viendo que indudablemente se han presentado variaciones útiles al hombre, ¿puede, pues, parecer improbableel que, del mismo modo, para cada ser, en la grande y compleja batallade la vida, tengan que presentarse otras variaciones útiles en el transcurso de muchas generaciones sucesivas? Si esto ocurre, ¿podemos dudar recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden67

sobrevivir- que las individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros tendrían más probabilidades de sobrevivir y procrear su especie? Por el contrario, podemos estar seguros de que toda variación en elmenor grado perjudicial tiene que ser rigurosamente destruida. A estaconservación de las diferencias y variaciones individualmente favorablesy la destrucción de las que son perjudiciales la he llamado yo selecciónnatural o supervivencia de los más adecuados. En las variaciones ni útiles ni perjudiciales no influiría la selección natural, y quedarían abandonadas como un elemento fluctuante, como vemos quizá en ciertas especies poliformas, o llegarían finalmente a fijarse a causa de la naturalezadel organismo y de la naturaleza de las condiciones del medio ambiente.Varios autores han entendido mal o puesto reparos al término selección natural. Algunos hasta han imaginado que la selección natural produce la variabilidad, siendo así que implica solamente la conservación delas variedades que aparecen y son beneficiosas al ser en sus condicionesde vida. Nadie pone reparos a los agricultores que hablan de los poderosos efectos de la selección del hombre, y en este caso las diferencias individuales dadas por la naturaleza, que el hombre elige con algún objeto,tienen necesariamente que existir antes. Otros han opuesto que el término selección implica elección consciente en los animales que se modifican, y hasta ha sido argüido que, como las plantas no tienen voluntad, laselección natural no es aplicable a ellas. En el sentido literal de la palabra, indudablemente, selección natural es una expresión falsa; pero¿quién pondrá nunca reparos a los químicos que hablan de las afinidadeselectivas de los diferentes elementos? Y, sin embargo, de un ácido nopuede decirse rigurosamente que elige una base con la cual se combinade preferencia. Se ha dicho que yo hablo de la selección natural como deuna potencia activa o divinidad; pero ¿quién hace cargos a un autor quehabla de la atracción de la gravedad como si regulase los movimientosde los planetas? Todos sabemos lo que se entiende e implican tales expresiones metafóricas, que son casi necesarias para la brevedad. Del mismo modo, además, es difícil evitar el personificar la palabra Naturaleza;pero por Naturaleza quiero decir sólo la acción y el resultado totales demuchas leyes naturales, y por leyes, la sucesión de hechos, en cuanto sonconocidos con seguridad por nosotros. Familiarizándose un poco, estasobjeciones tan superficiales quedarán olvidadas.Comprenderemos mejor la marcha probable de la selección natural tomando el caso de un país que experimente algún ligero cambio físico,por ejemplo, de clima. Los números proporcionales de sus habitantes experimentarán casi inmediatamente un cambio, y algunas especies68

llegarán probablemente a extinguirse. De lo que hemos visto acerca delmodo íntimo y complejo como están unidos entre sí los habitantes de cada país podemos sacar la conclusión de que cualquier cambio en las proporciones numéricas de algunas especies afectaría seriamente a los otroshabitantes, independiente del cambio del clima mismo. Si el país estabaabierto en sus límites, inmigrarían seguramente formas nuevas, y estoperturbaría también gravemente las relaciones de algunos de los habitantes anteriores. Recuérdese que se ha demostrado cuán poderosa es lainfluencia de un solo árbol o mamífero introducido. Pero en el caso deuna isla o de un país parcialmente rodeado de barreras, en el cual nopuedan entrar libremente formas nuevas y mejor adaptadas, tendríamosentonces lugares en la economía de la naturaleza que estarían con seguridad mejor ocupados si algunos de los primitivos habitantes se modificasen en algún modo; pues si el territorio hubiera estado abierto a la inmigración, estos mismos puestos hubiesen sido cogidos por los intrusos. Enestos casos, modificaciones ligeras, que en modo alguno favorecen a losindividuos de una especie, tenderían a conservarse, por adaptarlos mejora las condiciones modificadas, y la selección natural tendría campo librepara la labor de perfeccionamiento.Tenemos buen fundamento para creer, como se ha demostrado en elcapítulo tercero, que los cambios en las condiciones de vida producenuna tendencia a aumentar la variabilidad, y en los casos precedentes lascondiciones han cambiado, y esto sería evidentemente favorable a la selección natural, por aportar mayores probabilidades de que aparezcanvariaciones útiles. Si no aparecen éstas, la selección natural no puede hacer nada. No se debe olvidar nunca que en el término variaciones estánincluidas simples diferencias individuales. Así como el hombre puedeproducir un resultado grande en las plantas y animales domésticos sumando en una dirección dada diferencias individuales, también lo pudohacer la selección natural, aunque con mucha más facilidad, por tenertiempo incomparablemente mayor para obrar.No es que yo crea que un gran cambio físico, de clima, por ejemplo, oalgún grado extraordinario de aislamiento que impida la inmigración, esnecesario para que tengan que quedar nuevos puestos vacantes para quela selección natural los llene, perfeccionando algunos de los habitantesque varían; pues como todos los habitantes de cada región están luchando entre sí con fuerzas delicadamente equilibradas, modificaciones ligerísimas en la conformación o en las costumbres de una especie le habránde dar muchas veces ventaja sobre otras, y aun nuevas modificaciones dela misma clase aumentarán con frecuencia todavía más la ventaja,69

mientras la especie continúe en las mismas condiciones de vida y saqueprovecho de medios parecidos de subsistencia y defensa. No puede citarse ningún país en el que todos los habitantes indígenas estén en la actualidad tan perfectamente adaptados entre sí y a las condiciones físicas enque viven que ninguno de ellos pueda estar todavía mejor adaptado operfeccionado; pues en todos los países los habitantes indígenas han sidohasta tal punto conquistados por producciones naturalizadas, que hanpermitido a algunos extranjeros tomar posesión firme de la tierra. Y como las extranjeros han derrotado así en todos los países a algunos de losindígenas, podemos seguramente sacar la conclusión de que los indígenas podían haber sido modificados más ventajosamente, de modo quehubiesen resistido mejor a los invasores.Si el hombre puede producir, y seguramente ha producido, resultadosgrandes con sus modos metódicos o inconscientes de selección, ¿qué nopodrá efectuar la selección natural? El hombre puede obrar sólo sobre caracteres externos y visibles. La Naturaleza -si se me permite personificarla conservación o supervivencia natural de los más adecuados- no atiende a nada por las apariencias, excepto en la medida que son útiles a losseres. Puede obrar sobre todos los órganos internos, sobre todos los matices de diferencia de constitución, sobre el mecanismo entero de la vida.El hombre selecciona solamente para su propio bien; la Naturaleza lo hace sólo para el bien del ser que tiene a su cuidado. La Naturaleza hacefuncionar plenamente todo carácter seleccionado, como lo implica el hecho de su selección. El hombre retiene en un mismo país los seres naturales de varios climas; raras veces ejercita de modo peculiar y adecuado cada carácter elegido; alimenta con la misma comida una paloma de picolargo y una de pico corto; no ejercita de algún modo especial un cuadrúpedo de lomo alargado o uno de patas largas; somete al mismo climaovejas de lana corta y de lana larga; no permite a los machos más vigorosos luchar por las hembras; no destruye con rigidez todos los individuosinferiores, sino que, en la medida en que puede, protege todos sus productos en cada cambio de estación; empieza con frecuencia su selecciónpor alguna forma semimonstruosa o, por lo menos, por alguna modificación lo bastante saliente para que atraiga la vista o para que le sea francamente útil. En la Naturaleza, las más ligeras diferencias de estructura oconstitución pueden muy bien inclinar la balanza, tan delicadamente equilibrada, en la lucha por la existencia y ser así conservadas. ¡Qué fugaces son los deseos y esfuerzos del hombre! ¡Qué breve su tiempo!, y, porcon,siguiente, ¡qué pobres serán sus resultados, en comparación con losacumulados en la Naturaleza durante períodos geológicos enteros!70

¿Podemos, pues, maravillarnos de que las producciones de la Naturalezahayan de ser de condición mucho más real que las producciones delhombre; de que hayan de estar infinitamente mejor adaptadas a las máscomplejas condiciones de vida y de que hayan de llevar claramente el sello de una fabricación superior?Metafóricamente puede decirse que la selección natural está buscandocada día y cada hora por todo el mundo las más ligeras variaciones; rechazando las que son malas; conservando y sumando todas las que sonbuenas; trabajando silenciosa e insensiblemente, cuandoquiera y dondequiera que se ofrece la oportunidad, por el perfeccionamiento de cadaser orgánico en relación con sus condiciones orgánicas e inorgánicas devida. Nada vemos de estos cambios lentos y progresivos hasta que la mano del tiempo ha marcado el transcurso de las edades; y entonces, tanimperfecta es nuestra visión de las remotas edades geológicas, que vemos sólo que las formas orgánicas son ahora diferentes de lo que fueronen otro tiempo.Para que en una especie se efectúe alguna modificación grande, unavariedad ya formada tuvo que variar de nuevo -quizá después de ungran intervalo de tiempo-, o tuvo que presentar diferencias individualesde igual naturaleza que antes, y éstas tuvieron que ser de nuevo conservadas, y así, progresivamente, paso a paso. Viendo que diferencias individuales de la misma clase vuelven a presentarse siempre de nuevo, difícilmente puede considerarse esto como una suposición injustificada. Pero el que sea cierta o no sólo podemos juzgarlo viendo hasta qué punto lahipótesis explica y concuerda con los fenómenos generales de la naturaleza. Por otra parte, la creencia ordinaria de que la suma de varación posible es una cantidad estrictamente limitada es igualmente una simplesuposición.Aun cuando la selección natural puede obrar solamente por el bien ypara el bien de cada ser, sin embargo, caracteres y estructuras que estamos inclinados a considerar como de importancia insignificante puedenser influídos por ella. Cuando vemos verdes los insectos que comen hojas, y moteados de gris los que se alimentan de cortezas, blanco en invierno el Lagopus mutus o perdiz alpina, y del color de los brezos el Lagopus scoticus o perdiz de Escocia, hemos de creer que estos colores son deutilidad a estos insectos y aves para librarse de peligros. Los Lagopus, sino fuesen destruídos en algún período de su vida, aumentarían hasta serinnumerables; pero se sabe que sufren mucho por las aves de rapiña, ylos halcones se dirigen a sus presas por el sentido de la vista, tanto, queen algunos sitios del continente se aconseja no conservar palomas71

blancas, por ser las más expuestas a destrucción. Por consiguiente, la selección natural pudo ser efiicaz para dar el color conveniente a cada especie de Lagopus y en conservar este color justo y constante una vez adquirido. No debemos creer que la destrucción accidental de un animal deun color particular haya de producir pequeño efecto; hemos de recordarlo importante que es en un rebaño de ovejas blancas destruir todo cordero con la menor señal de negro. Hemos visto cómo el color de los cerdosque se alimentan de paint-root (Lachnanthes tinctoria) en Virginia determina el que hayan de morir o vivir. En las plantas, la vellosidad del frutoy el color de la carne son considerados por los botánicos como caracteresde importancia la más insignificante; sin embargo, sabemos por un excelente horticultor, Downing, que en los Estados Unidos las frutas de piellisa son mucho más atacadas por un coleóptero, un Curculio, que las quetienen vello, y que las ciruelas moradas padecen mucho más cierta enfermedad que las ciruelas amarillas, mientras que otra enfermedad ataca alos melocotones de carne amarilla mucho más que a los que tienen la carne de otro color. Si con todos los auxilios del arte estas ligeras diferenciasproducen una gran diferencia al cultivar las distintas variedades, seguramente que, en estado natural, en el que los árboles tendrían que lucharcon otros árboles y con una legión de enemigos, estas diferencias decidirían realmente el que hubiese de triunfar un fruto liso o pubescente, unfruto de carne amarilla o de carne morada.Al considerar las muchas diferencias pequeñas que existen entreespecies -diferencias que, hasta donde nuestra ignorancia nos permitejuzgar, parecen completamente insignificantes- no hemos de olvidar queel clima, comida etc. han producido indudablemente algún efecto directo. También es necesario tener presente que, debido a la ley de correlación, cuando una parte varía y las variaciones se acumulan por selecciónnatural, sobrevendrán otras rnodificaciones, muchas veces de naturalezala más inesperada.Así como vemos que las variaciones que aparecen en domesticidad enun período determinado de la vida tienden a reaparecer en la descendencia en el mismo período -por ejemplo: las variaciones en la forma, tamaño y sabor de las semillas de las numerosas variedades de nuestras plantas culinarias y agrícolas, en los estados de oruga y crisálida de las variedades del gusano de seda, en los huevos de las aves de corral y en el color de la pelusa de sus polluelos, en las astas de los carneros y ganadovacuno cuando son casi adultos-, de igual modo, en la naturaleza, la selección natural podrá influir en los seres orgánicos y modificarlos encualquier edad por la acumulación, en esta edad, de variaciones útiles, y72

por su herencia en la edad correspondiente. Si es útil a una planta el quesus semillas sean diseminadas por el viento a distancia cada vez mayor,no puedo ver yo mayor dificultad en que esto se efectúe por selecciónnatural que en que el cultivador de algodón aumente y mejore por selección los pelos lanosos en las cápsulas de sus algodoneros. La selecciónnatural puede modificar y adaptar la larva de un insecto a una porciónde circunstancias completamente diferentes de las que conciernen al insecto adulto, y estas modificaciones pueden influir, por correlación, en laestructura del adulto. También, inversamente, modificaciones en el adulto pueden influir en la estructura de la larva; pero en todos los casos laselección natural garantizará que no sean perjudiciales, pues si lo fuesen,la especie llegaría a extinguirse.La selección natural modificará la estructura del hijo en relación con elpadre, y la del padre en relación con el hijo. En los animales socialesadaptará la estructura de cada individuo para beneficio de toda la comunidad, si ésta saca provecho de la variación seleccionada. Lo que no puede hacer la selección natural es modificar la estructura de una especie sindarle alguna ventaja para el bien de otra especie; y, aunque pueden hallarse en los libros de Historia Natural manifestaciones en este sentido,yo no puedo hallar un solo caso que resista la comprobación. Una conformación utilizada sólo una vez en la vida de un animal, si es de sumaimportancia para él, pudo ser modificada hasta cualquier extremo porselección natural; por ejemplo: las grandes mandíbulas que poseen ciertos insectos utilizadas exclusivamente para abrir el capullo, o la puntadura del pico de las aves antes de nacer, empleada para romper el huevo.Se ha afirmado que, de las mejores palomas tumbler o volteadoras de pico corto, un gran número perecen en el huevo porque son incapaces desalir de él; de manera que los avicultores ayudan en el acto de la salida.Ahora bien: si la Naturaleza hubiese de hacer cortísimo el pico del palomo adulto para ventaja de la misma ave, el proceso de modificación tendría que ser lentísimo, y habría simultáneamente, dentro del huevo, laselección más rigurosa de todos los polluelos que tuviesen el pico máspotente y duro, pues todos los de pico blando perecerían inevitablemente, o bien podrían ser seleccionadas las cáscaras más delicadas y más fácilmente rompibles, pues es sabido que el grueso de la cáscara varía como cualquier otra estructura.Será conveniente hacer observar aquí que en todos los seres ha de haber mucha destrucción fortuita, que poca o ninguna influencia puede tener en el curso de la selección natural; por ejemplo: un inmenso númerode huevos y semillas son devorados anualmente, y éstos sólo podrían ser73

modificados por selección natural si variasen de algún modo que los protegiese de sus enemigos. Sin embargo, muchos de estos huevos o semillas, si no hubiesen sido destruídos, habrían producido quizá individuosmejor adaptados a sus condiciones de vida que ninguno de los que tuvieron la suerte de sobrevivir. También, además, un número inmenso deanimales, y plantas adultos, sean o no los mejor adaptados a sus condiciones, tiene que ser destruido anualmente por causas accidentales que noserían mitigadas ni en lo más mínimo por ciertos cambios de estructura oconstitución que serían, por otros conceptos, beneficiosos para la especie.Pero, aunque la destrucción de los adultos sea tan considerable -siempreque el número que puede existir en un distrito no esté por completo limitado por esta causa-, o aunque la destrucción de huevos y semillas seatan grande que sólo una centésima o una milésima parte se desarrolle,sin embargo, de los individuos que sobrevivan, los mejor adaptados -suponiendo que haya alguna variabilidad en sentido favorable- tenderán apropagar su clase en mayor número que los menos bien adaptados. Si elnúmero está completamente limitado por las causas que se acaban de indicar, como ocurrirá muchas veces, la selección natural será

de a nada por las apariencias, excepto en la medida que son útiles a los seres. Puede obrar sobre todos los órganos internos, sobre todos los mati-ces de diferencia de constitución, sobre el mecanismo entero de la vida. El hombre selecciona solamente para su propio bien; la Naturaleza lo ha-ce sólo para

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