Creer Y Celebrar La Fe En Tiempos De Pandemia 2

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Comisión de Teólogas de América Latina1Creer y celebrar lafe en tiempos depandemia 21

Andrea Sánchez Ruiz“Amarás a tu prójimocomo a ti mismo/misma”Lc 10,27¿También en cuarentena?*La vida doméstica se ha visto interpelada poresta pandemia, y el confinamiento nos obliga apermanecer en casa. Cada pareja, cada familiahabrá hecho lo posible para reorganizar suvida y sus vínculos para adaptarse y transitaresta situación con más o menos éxito.

Para asumir tal desafío influyen un sinfín de factoresprecedentes: la situación socioeconómica, las característicasedilicias de nuestras viviendas, la configuración familiar dequienes habitan en el mismo lugar, el tipo de ocupacioneslaborales o la falta de trabajo, la salud o la enfermedad, eltipo y la forma de vínculos que supimos y pudimos construir.También nuestras creencias. Creencias en sentido amplio, esdecir, aquellas convicciones y criterios de valoración con losque juzgamos los distintos aspectos de la realidad y laexperiencia creyente. La experiencia de quien puede leer lahistoria y su biografía con una mirada de fe.implicación en las responsabilidades y en el cuidado entre losmiembros de la familia, se releva que 4 de cada 10 hogaresmodificaron el reparto de tareas en el hogar para hacer unadistribución más equitativa1. La convivencia, en algunoscasos, ha visibilizado el enorme trabajo que implica para lasmujeres sostener las dinámicas familiares de limpieza, orden,insumos, alimentación, cuidados de salud, acompañamientoeducativo, logística, etc., mientras la oficina y la escuelafuncionan en casa y no se cuenta con el invalorable trabajodel personal doméstico para quienes requieren de susservicios.El impacto del encierro en la vida cotidiana es múltiple.Algunas familias se han fortalecido al encarar la novedad dela situación con estrategias consensuadas. Para ciertasparejas la pandemia fue el detonante de un malestar que sevenía sorteando, pero el contacto permanente y la sobrecargade actividades o la pérdida del trabajo, hizo insostenible laconvivencia y la crisis estalló. En muchos casos ha provocadopérdida de intimidad, del deseo sexual, renegociaciones en eluso de los espacios y los tiempos, revisión de las pautas decohabitación, superación de la rutina recreando la fidelidad,replanteos acerca del modo de comunicación y diálogo,redistribución de quehaceres domésticos.Pongo el foco en las mujeres porque todavía siguenexistiendo inequidades que sin la iniciativa y la participaciónactiva y solidaria de todos los actores no podrán vencerse. Esun dato alentador que en algunos hogares se hayanreorganizado las dinámicas familiares para que la actividadque requiere el sostenimiento de la vida cotidiana seacolaborativa, aunque todavía falte mucho por lograr.Si bien los estudios realizados en el transcurso de estapandemia dan cuenta de que la división de trabajo hogareñono ha variado sustancialmente en beneficio de una justaHoy los miembros de las familias se han vuelto prójimos,unos/unas de otros/otras. Casi sin escapatoria. Recordandoel encuentro de Jesús con aquel doctor de la ley que queríaponerlo a prueba, me preguntaba qué contestaría hoy Jesús asu pregunta: quién es mi prójimo.1 a-laboral-familiarcuarentena 0 q-gAQ6iu4.html

Si en aquel entonces nos regaló Jesús la bella parábola delbuen samaritano, hoy podría agregar alguna otracomparación, acorde con el actual contexto:A la pregunta: cuál te parece que se portó como prójimo deaquella mujer, podríamos contestar: quien observó, sedetuvo, tomó la iniciativa y se hizo cargo.En aquel tiempo una gran pandemia confinó a todos dondese encontraban. Solo podían salir quienes tenían trabajosesenciales, y el resto de la población estaba autorizada nadamás a concurrir a los comercios de cercanía. En las casas, lasfamilias, de pronto se encontraron compartiendo la vidacotidiana las 24 horas del día los 7 días de la semana. En unade esas familias, los más chicos estudiaban en la mesa de lacocina, y el abuelo, junto a ellos, intentaba arreglar unenchufe. La madre, mientras cocinaba, ponía la ropa a lavar,respondía preguntas escolares y contestaba un WhatsApp desu jefe. La quinceañera, que veía a su madre haciendomalabares, chateaba con sus compañeras de colegio paraorganizar un trabajo en equipo que le pedían sus docentes.Observando que su esposa estaba sobrecargada de trabajo, elmarido suspendió el pago de las cuentas a vencer, guardó enla heladera el queso crema que estaba en la mesa desde eldesayuno, comenzó a lavar las manzanas que habían quedadoen la bolsa de las compras del día anterior, dobló losrepasadores secos, los puso en el cajón, sacó la olla del fuego,le pidió a su hija que buscara el tornillo que se le había caídoal piso al abuelo y a los chicos que se encargaran delescobillón y la pala.La vida cotidiana, hoy más que nunca, nos hace descubrir queel prójimo más próximo está en nuestra casa y es nuestropariente. Y las actuales coordenadas nos dan la oportunidadde hacer florecer nuestros buenos sentimientos teniendo laocasión de demostrarlos (Fl 4, 10), no con gestosgrandilocuentes, sino con la sencillez de quien se sabecorresponsable, de quien observa, se detiene, toma lainiciativa y se hace cargo.Jesús nos presenta el amor a Dios y al prójimo como las doscaras de la misma moneda: “Si alguno dice: yo amo a Dios yno ama a su hermano, es un mentiroso” (1Jn 4,20).En nuestro caso, quienes vivimos en pareja el camino deldiscipulado, nos convertimos en el prójimo más próximo,uno de la otra y viceversa. Por tanto, este tiempo depandemia nos desafía a tomar conciencia de que el amor seexpresa en aquellos gestos simples de la vida cotidiana, quemuchas veces exceden lo debido y provocan la reconfortantecerteza de sentirse amado/amada. De este modo, el amormutuo de la pareja será modelo de relaciones interpersonalespara los demás miembros de la familia.

Claro está que este tiempo pone en juego nuestra sensibilidady muchas veces, como Pablo, aunque queramos hacer el bienes el mal el que se nos presenta (Rom 7, 21). Pero el mismoPablo señala que en los momentos en que percibimos lamayor debilidad somos fuertes por la fuerza de Cristo (2Co12,10).Los vínculos en el curso de la de pandemia, ponen a pruebanuestra capacidad de escucha activa y de diálogo respetuoso,de solidaridad sin exigencias. El mandamiento del amor,como fuerza inspiradora y acción interior del Espíritu que loderrama en nuestros corazones (Rom 5,5), sigueimpulsándonos a la entrega generosa que suponepreguntarnos qué haría Jesús en esta circunstancia.Seguir a Jesús en el actual contexto familiar requiere el valorde los/las grandes. Su paciencia, su capacidad oyente ydialogal, su atención a cada persona tomándose el tiemponecesario, su compasión y ternura tanto como sus palabrasinterpelantes son el testimonio de un amor liberador, que noshace bien. Estamos invitados e invitadas a tener sus mismossentimientos (Fl 2,5), viviendo con la alegría de quien se sabeamada y amado por Dios y por nuestro prójimo más próximo,aunque a veces el amor mutuo nos exija alguna renuncia.* Publicado en Vida Nueva el 17/07/2020Esta pandemia nos sitúa entre la encarnación y la pascua,viviendo a fondo nuestra humanidad asumida y recreada enCristo como un camino hacia la Vida plena que nos ofrece acada instante el Espíritu del Resucitado, aquí y ahora.

Amparo AlvaradoPANDEMIA COVID 19Resistencia y desafíos desdelos pueblos andinosEste tiempo de Pandemia global hadesvelado muchas realidades de lasque no hemos sido totalmenteconscientes o no le dábamos atenciónoportuna. No solo la debilidad de lasinstituciones públicas, fruto degestiones corruptas e ineficaces; sinotambién, la calidad de seres humanosque somos.

Hemos mostrado tanto, buenas acciones de solidaridadcomo se ha podido desnudar los intereses personales,materiales y utilitaristas de muchas personas, institucionespúblicas y empresas. Por los resultados, ha primado lasatisfacción de necesidades materiales sobre la creatividad yresponsabilidad de hacernos cargo unos/as de otros/as paracrear espacios de compromisos colectivos de prevención decontagio.Los pueblos andinos y en especial las zonas indígenas hansido parte, si no del olvido, de la postergación de losgobiernos locales y nacionales. Por un lado, ha sido untiempo-espacio oportuno para mostrar su resistencia y porotro, un llamado a escuchar los desafíos que nos presentan.ALGUNOS SIGNOS DE RESISTENCIA1Los pueblos indígenas caminan más de cinco siglos deresistencia, cuidando la tierra y el territorio, desde susorganizaciones tejen cosmogonías y espiritualidades,procurando la crianza mutua de la vida en todas susdimensiones. En este contexto llega un virus importadoarrebatando la vida y a la vez, dándonos una oportunidad dereordenarla.Para el pueblo andino, el COVID 19 tiene su ajayu (espíritu),viene y hay que acogerlo sin molestarse y hay que despedirlocon cariño, pedirle que se vaya, ya ha hecho llorar, es hora deque se vaya a los cerros, al mar y; una vez que se haya ido, estiempo de agradecer y disponerse a reordenar la vida y elcosmos, saludar a una nueva oportunidad de vida, nuevotiempo para el cosmos, para nuevos proyectos de vida. UnSumak kawsay, suma qamaña, buen vivir.Buen sector del pueblo andino, durante el tiempo deemergencia nacional, no modificó su cotidiano vivir,siguieron sus actividades agrícolas y ganaderas.Encontraron la forma de seguir con sus fiestas religiosas,familiares y ofrendas a la Pachamama. Ritos donde sereconoce la presencia amorosa y cercana de la divinidad a lolargo de su historia. En la danza, la música, la comida y labebida compartidas se fortalecen las relaciones, se restituyela armonía con la naturaleza, se reafirma la dignidadcolectiva y se renueva la historia de los pueblos.También, las organizaciones diversas, de mujeres, demineros, etc. Buscaron creativa y solidariamente formas deayudarse a mantenerse vivos. Costumbres que responden al:sentir bien, pensar bien y hacer bien juntos/as.Esta coyuntura, sobre todo, ha permitido recurrir a todos losmedios para prevenir el contagio del COVID y darse cuentade que existe la medicina tradicional. La salud tambiéndepende de la crianza mutua que se tiene con las distintasplantas cultivables y silvestres. Éstas curan, siempre que

sepamos cómo relacionarnos con ellas para que nos brindensu espíritu sanador, basados en el respeto mutuo, el cariño,la reciprocidad y la comunicación. No sólo las plantasmedicinales, sino también los alimentos. Todo ello colaboracon la buena salud: física y espiritual, porque la salud en lascomunidades campesinas y el mundo andino se basa en elequilibrio de todo el ser, en la integralidad. Es así, cómo,muchas comunidades indígenas se han prevenido y curadodel COVID-19, porque se han mantenido fieles a suscostumbres.El haber constatado que, durante el tiempo de cuarentenaestricta, nuestra Tierra ha estado más respetada; nos dejaver una vida humana irresponsable y abusiva con nuestrasaguas, nuestro aire, nuestras plantas y animales, nuestrosuelo. Esta Pandemia es un “grito de la Tierra” que, los sereshumanos debemos escuchar y responder buscando elequilibrio cosmoteándrico. La salud de los pueblos dependede la salud de la tierra, como escuchamos a la tierra, y sifuera posible como la defendemos. Tener encuentrossanadores, ser comunidades sanadoras. Si no defendemos ala Pachamama no hay futuro.DESAFIOS2Manifestar más la capacidad de reacción comunitaria frentea las amenazas del sistema global.Reforzar el espíritu comunitario y la empatía con losexcluidos, amor a la vida, a la naturaleza, el valor de lareciprocidad.Reforzar la espiritualidad de nuestra cultura ancestral y lacristiana que nos lleve a un compromiso en defensa de lacultura, el territorio, a la vida, a la participación en losintereses que nos afecta, y los derechos de los pueblosoriginarios.Ante este mundo individualista y materialista occidental; enestos tiempos de pandemia, no encerrarnos y ver al otro o ala otra como un peligro; continuar fortaleciendo los valoresandinos: el ayni, la mita, la minka, la wayka3.Reinventar una comunidad nueva, recreando nuestrasformas de estar juntos/as, apostando por los pobres y lasolidaridad, acogiendo la fragilidad y la muerte del serhumano como parte de la convivencia con la Pachamama.

HACIA UNA ESPIRITUALIDAD DE RESISTENCIAExiste una espiritualidad de resistencia. Estilo deseguimiento de Jesús surgido de los desposeídos de podersocial, político y económico actual; de sujetos/as que resistenal modelo económico destructivo, inspiradas/os por susplurales expresiones religiosas y de sentido. Comunidadesque, en vez de resignarse a su “suerte” han sacado de suspropias realidades vulnerables, de sus entrañas, de suspropios remanentes, fuerza, coraje y sabiduría, no sólo paraenfrentar la vida, sino para levantar su voz de protesta yconstruir alternativas posibles. No sólo aisladamente sino,en solidaridad y en redes: entre diferentes credos,organizaciones, etc.Esta espiritualidad ha sido gestada en el largo proceso deaguante y tenacidad ante la opresión y el olvido.Comunidades que, conscientes de estar “fuera” de lo que elmundo o el statu quo ve y tiene en cuenta, han reaccionadocrítica y creativamente. Teniendo en presente su memoria ya la vez la convicción de un llamado de Dios hacia algodiferente, esto es un grito profético del Espíritu.Una espiritualidad holística y relacional por naturaleza, frutode una cosmovisión y de sus raíces profundas, de pueblosoriginarios que viven en la naturaleza, sus ritos noscomunican con lo profundo, la raíz, con la territorialidad quesomos: fuego-sol, agua- sangre, viento- aliento, tierracuerpo. Desde aquí, el mundo es un todo y el ser humanoestá inmerso en ese todo como parte, llamado a convivir enarmonía según su Creador lo soñó. Y, por ello, todo loexistente tiene vida y está llamado a relacionarse enamigabilidad hacia una comunión: Creador-creaturas/creaturas-creaturas.Una espiritualidad que no se queda en las palabras, en mediode un mundo individualista y consumista; sino que muestransu deseo de vivir la solidaridad y el compartir. En medio delafán de lucro y monopolios, se defiende –con las propiasvidas- la participación y la justicia.Con todo lo cual, es una espiritualidad donde no es posibleseparar de la fe, el compromiso político, las luchas sociales,la defensa de los valores culturales, la armonía personal yrelacional de cada ser humano ¿Qué es esto sino intentarvivir en plenitud la Vida?En América Latina, como bien dice G.Vigil4: “Necesitamosuna reflexión y una espiritualidad eclesiológica práctica,serena y crítica, adulta y responsable, amorosa y a la vezprofética, que preste a la gran Iglesia el servicio de sacudirlade su parálisis frente al autoritarismo, el miedo y lainvolución”. Donde la profecía no es un evento individualsino colectivo, no es el anuncio y la denuncia de “grandescosas” sino el grito de la misma vida en sus múltiples

necesidades, desde las más primarias hasta las másprofundas. Donde, como continua, Vigil: se trata de“acompañar no sólo a los más débiles, sino también a los/lasmás valientes”.Es necesario unirnos al canto de Máxima5: “No tengo miedoal poder de empresas. Por eso yo defiendo la tierra,defiendo el agua, porque eso es vida. Yo no tengo miedo alpoder de las empresas”. Saber que otro mundo es posible yque desde aquí y allá: estamos construyendo unpensamiento y práctica donde el saber teológico de lospueblos víctimas del modelo económico de libre mercadocapitalista dialoga con el saber teológico de quienes, con lospies en la tierra, con su apoyo directo, vital, desde suquehacer teológico profesional, se comprometen con lascausas de la defensa de los territorios y no legitiman elpoder dominante que genera exclusión, pobreza y muerte.1-Extractos del XXX encuentro de Teología y Pastoral Andina. Vivencias andinas en tiempos de pandemia. (Bolivia-Argentina-Perú- 1 al 3 setiembre 2020).2-Extractos del XXX encuentro de Teología y Pastoral Andina. Vivencias andinas en tiempos de pandemia. (Bolivia-Argentina-Perú- 1 al 3 setiembre 2020)3-Ayni es una forma de ayuda mutua originada en los ayllus, una forma de comunidad basada en la familia extensa. Mita: Era un sistema de trabajo que seutilizaba en el imperio Inca en el cual se les obligaba a los varones de cada comunidad (ayllu) que tenían una edad comprendida entre los 18 y los 50 años atrabajar por turnos durante un determinado periodo de tiempo a favor del estado incaico. Minka: en castellano se pronuncia "minga" o "minca". Hacereferencia a una antigua tradición de trabajo comunitario o colectivo con fines de utilidad social. Wayka: "trabajo en grupo para el bien común”.4-José María Vigil, Panamá, Publicado en papel en: "Nuevamérica" 88 (diciembre 2000) 30-35, Rio de Janeiro.5-RT-Publicado: 19 abril 2016 11:59 GMT Última actualización: 19 abril 2016 12:55 GMT. “Una campesina indígena peruana (47 años) se llevó este lunes unagran ovación del público estadounidense durante la entrega de un premio medioambiental tras cantar una canción sobre su lucha y pronunciar un brevediscurso relativo a su batalla contra una transnacional”.

Olga Consuelo VélezLa eucaristía y el cuerpode las mujeresMucho se ha hablado de la eucaristía en estetiempo de pandemia. No se ha podido celebrarsacramentalmente, pero ha sido tiempopropicio para recordar que la liturgia esexpresión de la vida, por tanto, aunque nopodamos celebrarla sacramentalmente -nadani nadie- nos ha podido privar de celebrarlaexistencialmente. Pero cuando hablamos de lavida, es preciso preguntarnos cuáles son lossignos de los tiempos que hoy nos interpelan.Hay muchos desafíos, pero hoy queremosfijarnos en una de las realidades que hansalido a la luz en este tiempo difícil: laviolencia que se ejerce contra el cuerpo de lasmujeres. En este sentido tenemos noticias muytristes en la realidad colombiana.

El 21 de junio en la zona rural de Risaralda, siete soldadosviolaron a una niña embera chami de 13 años. Ante elestupor por este hecho, se supo también que, en septiembrede 2019, otra niña de 15 años de la etnia nukak maku habíasido secuestrada y víctima de abuso sexual, por parte tambiénde ocho miembros del ejército en Guaviare. Y, en laactualidad, hay 118 investigaciones abiertas contra militarespor abuso sexual de menores desde 2016, a la fecha.Con estos datos no queremos estigmatizar al ejército, pero si,hacer caer en cuenta de cómo la violencia sexual contra lasniñas es una práctica muy habitual entre varones queostentan poder pero que, formados en una sociedadpatriarcal, no dudan en cometer esos delitos y, al hacerlo engrupo, muestran la concepción que tienen del sexo y delcuerpo de las mujeres. Y estas no son las únicas violencias.En este tiempo de pandemia ha salido a la luz, una vez más,-en todos los países- la violencia doméstica que sufren tantasmujeres y más aún el feminicidio -asesinar a las mujeres porel hecho de ser mujeres-, con cifras tan alarmantes como 99mujeres asesinadas violentamente en Colombia durante estosmeses. El cuerpo de las mujeres es un cuerpo que ha sidohistóricamente violentado, ultrajado, golpeado, explotado,violado, asesinado. Lamentablemente las religiones no hancontribuido demasiado a cambiar esa visión sobre la mujer.El cuerpo de las mujeres se ha visto con recelo y, en muchoscasos, como fuente de pecado.Los movimientos feministas a nivel social y las teologíasfeministas al interior de las iglesias, vienen trabajando desdehace décadas por cambiar esta realidad, exigiendo yalcanzando los derechos civiles, sociales, económicos,culturales, religiosos que pertenecen a las mujeres por supropia dignidad, pero que se les han negado por siglos y, aúnhoy, se ti

existiendo inequidades que sin la iniciativa y la participación activa y solidaria de todos los actores no podrán vencerse. Es un dato alentador que en algunos hogares se hayan reorganizado las dinámicas familiares para que la actividad que requiere el sostenimiento de la vida cotidiana sea colaborativa, aunque todavía falte mucho por lograr.

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