Actas XII. AIH. La Música, Motivo Constitutivo De La Trama .

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La música, motivo constitutivo de la tramaamorosa de El invierno en Lisboa, deAntonio Muñoz MolinaMaría-Teresa Ibáñez de Ehrlich, Universidad de MarburgoCuando un estudioso de la literatura se enfrenta a la obra de AntonioMuñoz Molina, lo primero que percibe es la complejidad intrínseca desu proceso constructivo. El autor crea un mosaico variopinto de imágenesy motivos que, enmarañados, metaforizan cada uno de los nivelesnarrativos. De un lado se podría hablar de intertextualidad en la creaciónde sus libros si tomamos el texto como un espacio en el que 'se cruzan yse neutralizan múltiples enunciados, tomados de otros textos', segúnpalabras de Julia Kristeva.' Evidentemente, las novelas de Muñoz Molinasuponen un entramado de influencias de lo más diversas; si se quierecomprender el papel que juegan el cine, la pintura y la música en ellas, seadvierte que son símbolos de la civilización que comunican otras muchasfábulas capaces de aclarar, definir e interpretar el discurso literario, peroque son también fundamento estructural del mismo. Claudio Guillen, alrefirirse al influjo, entrecruzamiento y utilización de los diversos mediosestéticos, comenta que 'Hay ambientes que al parecer favorecen estasconvergencias: la Florencia del Renacimiento, el París de las vanguardias',y parece que las últimas décadas de actividad literaria en Españacorresponden a uno de estos períodos dada la presencia de las artes en laliteratura.2Hemos citado el elemento intertextual como un método posible deestudio de las obras de Muñoz Molina y en él nos basaremos paraacercarnos a algunos motivos configuradores de su narrativa. Laintertextualidad indirecta, como bien explicó y desarrolló Gérard Genette,es la pura alusión o presencia aludida de textos ajenos.' Uno de los gradosde alusión más interesantes, y el que ahora nos interesa especialmente, esel de la alusión estructural; es decir, que un texto utiliza la estructura deotro para su construcción. El invierno en Lisboa es un texto absolutamentepoligénico, que se sirve del cine, la pintura y la música desde postuladosbien diversos, pero no se pueden estudiar las derivaciones intertextualesque el autor realiza desde un mismo y único punto de vista. Veamos elpor qué.En primer lugar atengámonos al cine y a su influencia evidente en lanovela. Como algunos críticos han observado, y cito concretamente aSabas Martín, en la novela 'aparecían varios de los elementoscaracterísticos del gusto del autor, como el jazz y la música pop, al igualAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

La música en El invierno en Lisboa 131que el cine negro americano y sus confluencias literarias',4 pero hastaahora no se ha estudiado detalladamente el empleo y la transformaciónde esos recursos cinematográficos o musicales, como tampoco si éstosconforman una nueva epifanía literaria. Por otro lado el propio autordice en una entrevista concedida a Juan Francisco Martín Gil que élsolamente quería que tanto el cine como la música formaran parte de laacción, pero parte necesaria, que 'no fueran añadidos externos'.5Del llamado cine negro aprovecha el autor una serie de motivoscaracterísticos del género, como el personaje un tanto ambiguo, losescenarios nocturnos y lluviosos, las referencias al bourbon y al tabaco,la relación amorosa de la película Casablanca, la música, estribilloamoroso, de la misma. Son pues, motivos estructurales emigrados de lacultura norteamericana a la literatura española de los 80, motivos que,aunque se integran perfectamente en el texto, no suponen una 'irradiaciónformal', como diría Claudio Guillen. Su función se reduce a la merareferencia temática, o más exactamente a una relación intermedial. Síencontramos la mencionada irradiación en algunos capítulosdeterminados: por ejemplo en el capítulo XV, en el que Biralbo huyeperseguido por Malcolm por las calles de una Lisboa nocturna. Elelemento estructural de la primera secuencia del capítulo es esencialmentecinematográfico, pues Muñoz Molina acude a la técnica de la cámaralenta para referirnos la escena. Cabría hablar, por lo tanto, de una evidentealusión estructural. El narrador recuerda la relación de la huida hecha enel pasado por Santiago Biralbo de esta manera: 'Pesaba tanto la pistola,le dijo, había tantos rostros y cuerpos que abrirse paso entre ellos eracomo avanzar en la multiplicada espesura de una selva. Entonces se volvióy vio a Malcolm en el mismo instante en que sus ojos azules y lejanos lodescubrían a él, pero Malcolm se le aproximaba con igual lentitud, comosi nadara contra una poderosa corriente entorpecida de malezas'.6Cabría preguntar cuál es la función que tiene la música en la novela.Que existe una analogía estructural entre las diferentes artes es hechoevidente sobre el que ha hablado incluso el propio autor.7 Por su parte,Wellelc y Warren dicen que el estudio de los contactos entre las artes debeplantearse 'más bien como complejo esquema de relaciones dialécticasque actúan en ambos sentidos, de un arte a otro y viceversa, y que puedentransformarse completamente dentro del arte en que han entrado perosus interrelaciones pueden ser muy variadas'.8 Los contactos de la músicacon la literatura han sido generalmente unilaterales; es decir, que untexto literario ha estimulado a un compositor a escribir una sinfonía omelodía determinada. Pero existe también el camino inverso; unacomposición musical sirve de intertexto a una narración, como es elcaso, por ejemplo, de Alejo Carpentier. La utilización temática de la músicaes un recurso al que acude habitualmente Antonio Muñoz Molina en susnovelas y cuentos, bien sea empleando el título de una canción conocidapara denominar alguno de ellos, bien metaforizando los ambientes yAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

132 María-Teresa lbáñez de Ehrlichmostrando la realidad cultural española a través de romances, habaneras,coplas, etc.9 En El invierno en Lisboa la música de jazz actúa como hiloestructurador de la novela y motivo constitutivo de la trama amorosa,ambas funciones intrínsecamente entrelazadas. El jazz es, pues, materiaprima, forma narrativa absolutamente autónoma tomada de la culturanegra estadounidense. En nuestro trabajo nos proponemos, a través deuna breve descripción de los capítulos del libro de Antonio Muñoz Molina,mostrar la evolución simultánea de fábula y música y cómo ésta es materiagenérica de la narración.La novela comienza con una referencia a la actividad musical delpersonaje principal, Santiago Biralbo, a su forma de componerla y desentirla, a cómo ésta le singulariza entre todos los demás músicos. Después,el narrador se apercibe del cambio que muestra Biralbo en su forma detocar el piano. Es esta constatación la que nos introduce en lametamoforsis sufrida por el personaje principal en un período temporalque aún no conocemos y que es, al mismo tiempo, el punto de arranquehacia el pasado. Mejor dicho, es la música la que evoca el pasado en elnarrador. Al respecto cuenta Muñoz Molina que 'la relación que hay enjazz entre el standard ya dado, y la versión que hace un músico en unmomento determinado, es una relación entre el pasado y el presente,entre la memoria y el acto. Y de esto trata un poco la novela, de quérelación hay entre el pasado y el presente, de cómo el pasado vive en elpresente y cómo no'.10 Tiempo musical, tiempo narrativo. No hay queolvidar que entre las artes, la música aventaja incluso al narrativo en laexpresión del tiempo vivido por una persona.Ahora cabe preguntarnos de qué hipotexto proviene la alusiónestructural de El invierno en Lisboa. En este punto se concentra toda laoriginalidad de la novela, a la vez que muestra la capacidad creadora desu autor, porque la verdad es que no existe una estructura musical apriori que haya servido a Muñoz Molina de referencia, de modelointermedial. Sí existe, claro está, la música de jazz con todas suscaracterísticas estructurales: una melodía principal, que es el tema, y lasvariaciones improvisadas, amén de los acordes y sus diversas posibilidadesen la simetría de los tonos. Este será, pues, el esquema puro tomado porel autor y sobre él construirá su historia narrativa y musical.La historia sucede en dos tramas diferentes que se van entrelazandolentamente por medio de la figura de Lucrecia, la amada de SantiagoBiralbo. Aquélla une el mundo musical al de la pintura; la vida bohemiay sencilla del músico con la falsa y delincuente de Malcolm, su marido.Son al mismo tiempo dos historias de amor, la de Lucrecia y Biralbo y lade Malcolm por aquélla. Entre estas dos realidades de la ficción se narrael asesinato de un portugués, el robo de un cuadro de Cézanne, la amenazacontinua de Morton, el americano contrabandista de cuadros, a Biralbo,y el encuentro breve de los dos amantes en Lisboa. En esta red decorrespondencias la melodía de jazz comienza con los acordes del pianoAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

La música en El invierno en Lisboa 133tocado por Biralbo y simultáneamente nace la fábula. Es la primera páginadel libro. La historia brota de cada nota musical, rememorando un pasadoque 'impertinente como huésped' se sitúa entre el narrador y SantiagoBiralbo. La evocación retrospectiva auna el amor y la música, el recuerdode Lucrecia y las noches del Lady Bird, el bar de Floro Bloom, en SanSebastián. La unión de los elementos constitutivos de la trama es tanperfecta que llegan a confundirse; se tiene la impresión de que la músicaes amor; el amor es Lucrecia, y, por lo mismo ésta es melodía. Nos lodice, parece, el narrador cuando, refiriéndose a Biralbo, opina: 'Entonces,cuando tocaba en el Lady Bird, su trato con la música se parecía al de unenamorado que se entrega a una pasión superior a él: a una mujer que aveces lo solicita y a veces lo desdeña sin que él pueda explicarse nuncapor qué le es ofrecida o negada la felicidad'(13). Y estas últimas palabrasfatalmente reflejan la relación entre el músico y su amada.El capítulo II principia hablando del trompetista Billy Swann," a lavez que éste interpreta canciones conocidas por el narrador, quien alrecordarlas impulsará ligera pero firmemente la introducción de la segundatrama, la policíaca, por medio de algunas referencias a sucesos inexplicadosy, aparentemente, carentes de significación, como el tomo de cartas deLucrecia entregado por Biralbo al narrador, la presencia de un revólver yel gesto de espiar a través de la ventana. Una vez más, la complejidadobservada en el primer capítulo reaparece. La trompeta solitaria de BillySwann comunica canciones que en el pasado había compuesto Biralbo.Ahora bien, esa melodía vehementemente ejecutada por el trompetista sedesarrolla efectivamente en dos contextos y tiempos diferentes que seentrelazan: San Sebastián y Madrid, el pasado y el presente del narrador.Cuando éste escucha dichas composiciones en un disco, se superponendos planos narrativos y significativos expresados en clave musical. Entodo caso, a medida que la música recorre el capítulo, el elementonarrativo más significativo de la segunda trama, la palabra 'Burma', vaexpandiendo su semántica del miedo: 'Burma, Burma, Burma, repetíacomo un augurio o un salmo la voz lóbrega de Billy Swann, y luego elsonido lento y agudo de su trompeta se prolongaba hasta quebrarse encrudas notas'(21), a la vez que refiere la oscuridad e intriga en torno a larealidad de dicho término. No solamente los tonos de 'Burma' son temacentral del discurso; también se manifiesta por primera vez 'Lisboa' comocomposición musical, como historia sucedida y fabulada en los sones deuna melodía de jazz.Uno de los capítulos más bellos de la novela es el tercero. No sólo es eldel amor sino que también es el de la separación de los amantes. En élconfluyen ya definitivamente los dos discusos narrativos. Volvemos aencontrar los dos planos espacio-temporales del segundo; es decir, elnarrador escucha en un disco las canciones de Biralbo y, paralelamente,la evocación del pasado se instala en el Lady Bird, con Biralbo al pianoy Billy con su trompeta. Pero la música cambia. Las notas del pianoAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

134 María-Teresa Ibáñez de Ehrlichtransmiten la canción de amor que la atracción magnética de los dosprotagonistas evidencia. Es la melodía central de la novela: 'Todas lascosas que tú eres' es su título, como anuncia el pianista con sus ojos que'estaban fijos en Lucrecia, como si en el Lady Bird no hubiera nadie másque ella, como si estuvieran solos entre una multitud unánime que espiarasus gestos'( 26). Billy Swann con su trompeta se sitúa en un primer planointerpretativo, desplazando los acordes del piano; la improvisaciónmusical que realiza va manifestando la acción de los celos que Malcolmmuestra sin pudor, herido no por la ausencia física sino por la distanciaespiritual de Lucrecia, atrapada en los ojos del pianista. La tensión rítmicaaumenta sincrónicamente con la de Malcolm, quebrándose en una gamapolisémica en la cual la música, machete que corta el ambiente impulsadopor los celos y la ira, es instrumento casi físico de los sentimientos humanosdel americano: 'La trompeta de Billy Swann cortaba el aire igual queuna sostenida navaja'(27), cuenta el narrador observador de la escena, ala vez que la evocación pincela a Malcolm animalizado, convertido ensaurio. Es el principio del fin. Después de esta escena Lucrecia desaparecerádurante tres años en Alemania.El capítulo IV supone una pausa musical que comunica el mutismovital de Biralbo después de la marcha de Lucrecia a Berlín, pero el Vprincipia con una nueva explosión tonal de trompeta y piano. El pasadoes aludido en la canción 'Lisboa', que el narrador está escuchando en undisco. La melodía va sugiriendo las incertidumbres y los dilemas vividospor Biralbo en los dos viajes que emprendió hacia la capital portuguesa,y va anticipando acontecimientos que se concretarán en capítulossucesivos. El viaje a Lisboa comienza de la siguiente manera: 'Billy Swanntocaba como si temiera despertar a alguien, y al cabo de un minutocomenzaba a sonar el piano de Biralbo que señalaba dudosamente uncamino y parecía perderlo en la oscuridad, que volvía luego, en la plenitudde la música, para revelar la forma entera de la melodía, como si despuésde que uno se extraviara en la niebla lo alzara hasta la cima de unacolina desde donde pudiera verse una ciudad dilatada por la luz'(41); esdecir, la esperanza de encontrar allí a Lucrecia. En un momento de laaudición, fascinado por el ritmo de las escobillas en los platos de labatería, percibe el narrador como una superposición espacial, San Sebastiány Lisboa se confunden - de facto sucederá frecuentemente en la novela y en la melodía puede captarse el rumor de un corazón. Sin duda el deSantiago Biralbo, quien continúa ejecutando su música, ahora fríamente,en el siguiente capítulo. Música y fábula expresan la llegada del asesinoy frío Morton a la vida del músico y la inmersión de éste en una realidadincreíble, amenazadora, de repente poblada de enemigos físicamentesuperiores a él.En el capítulo VII regresa a San Sebastián una Lucrecia lejana ydesconocida para Biralbo. La música calla. De nuevo tenemos un silenciomusical, roto en el capítulo VIII por la canción del amor tocadaAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

La música en El invierno en Lisboa 135nuevamente por Biralbo para Lucrecia en el Lady Bird, en un ambientede resonancias cinematográficas que evocan la escena del reencuentroamoroso en Casablanca. No obstante, la música no acaba ni se reduce adicha escena, sino que orienta y dirige todo el capítulo escuchada por elnarrador. Es la ininterrumpida 'Lisboa' que prosigue en el capítulo IX;lo expresa de la siguiente manera el relator: 'Sigo escuchando la canción:como una historia que me han contado muchas veces. distingo las vocessimultáneas de la trompeta y del piano, casi las guío, porque a cadainstante sé lo que enseguida va a sonar, como si yo mismo fuera insertandola canción y la historia'(85). A través de sus acordes escucharemos elasesinato del portugués a manos de Malcolm y Morton en Alemania, elpánico de Lucrecia ante el hecho, y su urgencia por llegar a Lisboa ydesaparecer.El anunciado e inconcluso viaje a Lisboa que la música ha estadocomunicando a través de los distintos capítulos, se fábula ahora, en el X,en el coche de Floro Bloom, en el que suenan las canciones de siempreque 'otra vez eran verdad'(9 8) y en un motel de carretera en donde seevidencia la brecha abierta en las relaciones de la pareja principal. A partirde ahora la alusión tácita a la música se reducirá, porque ya conocemosel contenido; en realidad son los mismos temas y acordes los que se iránrepitiendo en el resto de los capítulos, ampliando las informaciones,clarificando los significados. Así, por ejemplo, el capítulo XI sucede enMadrid y es Giacomo Dolphin-Biralbo el que en el Metro toca el pianocon su trío. La música relata la actividad musical y profesional de Biralbo,de sus giras por Europa y América, de los sentimientos que sugería en losoyentes. Y es la música la que le arrastrará, esta vez, definitivamente aLisboa porque Billy Swann se está muriendo. En el capítulo XII, el famosotompetista yace en un hospital; por eso la música enmudece. Es un nuevosilencio, interrumpido en el capítulo siguiente por la voz de Billy, quiensigue vivo y entona improvisando sobre el tema de la canción 'Lisboa',mientras mimetiza con la boca la forma y sonido de la trompeta.Simultáneamente, Biralbo camina por la ciudad y descubre 'Burma',desaparecida sociedad secreta de contrabandistas y conspiradorespolíticos. El capítulo XIV evidencia y aclara el miedo comunicado porlas notas de 'Burma' en el capítulo II, a la vez que una nuevaimprovisación musical, evocación intertextual temática de la famosaópera de Rossini La gazza ladra - figura trasunta de Lucrecia, ladronadel cuadro de Cézanne - inunda el cuarto lóbrego donde Biralbo esamenazado por Morton y Malcolm al ritmo de la marcha militariniciadora de la ópera, en perfecta armonía espacial con un almacén dearmas conspiradoras transformado en burdel barato.Hemos aludido ya al que la estructura del capítulo XV escinematográfica. Así pues, la música no dirige la fábula; es un nuevosilencio musical. Y en el XVI los acordes de la 'Lisboa' anhelante ymelancólica dejan paso al consuelo, al sueño, ya que la ciudad suponeAIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

136 María-Teresa Ibáñez de Ehrlichtambién el reencuentro de los dos enamorados después de tantas huidasy peligros. Y, en todo caso, la canción fue compuesta por Biralbo antesde enfrentarse a Morton y de la muerte de Malcolm. En el capítulosiguiente Billy Swann toca la trompeta en un tono tan bajo que, comocuenta Biralbo, 'Su sonido se perdía en el silencio'(160). La música, casiimperceptible, deja oír la voz de Lucrecia, que refiere abiertamente elespacio narrativo que faltaba para conocer toda la historia: dónde estabay qué denotaba Burma, cómo consiguió Lucrecia el cuadro de Cézanne.En el capítulo XVIII el silencio, después de la nueva huida de Lucrecia,se instala en la vida de Biralbo; por consiguiente, los sones y acordes deljazz dejan de oírse. Pero en el XIX la música interpretada por Billy yBiralbo alcanza su esplendor mayor en el concierto que, una vez cambiadala identidad del pianista, tocarán en Lisboa. El último capítulo explicael proceso de la música, su cualidad intrínseca de volver a reproducirse,el milagro de poder escuchar de nuevo la historia. Por eso Lucrecia apareceal final buscando a Biralbo, y la última escena nos invita a continuaroyendo las canciones que fabulan la historia de Biralbo y Lucrecia, a lavez que la narración se abre a una nueva y repetitiva lectura, a una posibley diversa versión de los acontecimientos.NOJAS1254567891011El texto de la novela (Barcelona: Lumen, 1974), p. 14.Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada(Barcelona: Crítica, 1985).Véase su libro Palimpsestes (París: Seuil, 1982).'Antonio Muñoz Molina: identidad, memoria y deseo', Lecturas (1992),155-58.'El que habita en la oscuridad: entrevista con Antonio Muñoz Molina',Revista de Literatura, 50 (1988), 24-29.El invierno en Lisboa (Barcelona: Seix Barral, 1989), p. 142. De aquí enadelante se citará siempre por esta edición, indicando el número de páginaentre paréntesis.Opinión recogida por J. Heymann y M. Mullor-Heymann, Retratos deescritorio. Entrevistas a autores españoles (Frankfurt: ?, 1991).Teoría Literaria (Madrid: Gredos, 1993), p. 161.Así, por ejemplo, en el tomo de cuentos titulado Nada del otro mundo,dos llevan nombre decanción: 'Extraños en la noche' y 'Si tú me dicesven', mientras que el segundo fenómeno se observa en 'El mundo de lasvoces', primera parte de El jinete polaco.Retratos de escritorio, p.104.Personaje trasunto del trompetista Chet Baker, como declara el propioautor en unas conferencias publicadas con el título La realidad de laficción (Madrid: Renacimiento, 1992), p. 39.AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La música, motivo constitutivo de la . MARÍA-TERESA IBÁÑEZ DE EHRLICH.

coplas, etc.9 En El invierno en Lisboa la música de jazz actúa como hilo estructurador de la novela y motivo constitutivo de la trama amorosa, ambas funciones intrínsecamente entrelazadas. El jazz es, pues, materia prima, forma narrativa absolutamente autónoma tomada de la cultura negra estadounidense.

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