CAPÍTULO 7. EL DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL NIÑO CIEGO .

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Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.1CAPÍTULO 7. EL DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL NIÑO CIEGO.Objetivos1. Reconocer los procesos adaptativos específicos que realiza el niño ciego paraacceder al mundo del conocimiento.2. Diferenciar los componentes y peculiaridades de las vías alternativas deentrada de información, en ausencia del canal visual .3. Establecer un repertorio básico de entrada para la intervenciónpsicopedagógica temprana.4. Reconocer la “mediación” crítica del adulto en la consecución deconocimientos experienciales y significativos por parte de los niños ciegos.ÍndiceCapítulo 7. el desarrollo psicológico del niño ciego.Introducción7.1. Desarrollo psicológico del niño ciego.7.1.1. Desarrollo psicomotor7.1.1.1. Motricidad y relación con el entorno7.1.1.2. Acercamiento al espacio: movimientos y exploración táctil7.1.1.3. Conocimiento espacio-temporal7.1.1.4. Estereotipias motrices7.2.1. Desarrollo cognitivo7.2.1.1. Período sensoriomotor7.2.1.2. Comienzos del pensamiento representativo7.2.1.3. El pensamiento concreto7.2.1.4. El pensamiento formal o abstracto7.3.1. Desarrollo afectivo7.3.1.1. Acercamiento al proceso de vinculación7.3.1.2. El desarrollo del vínculo en ausencia de la visión7.3.1.3. Las señales comunicativas del bebé ciego7.4.1. Desarrollo del lenguaje7.4.1.1. Comunicación preverbal7.4.1.2. Adquisición del lenguaje oral7.2. Bibliografía7.3. GlosarioIntroducciónComo explicamos en el capítulo anterior, el desarrollo es similar en todos losniños y a la vez, único para cada niño, pero la deficiencia visual impone diferenciasinterindividuales significativas. En este capítulo se analizarán las diferencias que eldéficit de esta modalidad sensorial produce en la evolución psicológica del niño, a finde orientar el establecimiento de unas pautas de intervención y educación adecuadas queoptimicen su aprendizaje.Metodológicamente se ha dividido el desarrollo en apartados diferenciados;resulta innecesario aclarar que el niño no progresa aisladamente en cada uno de estosreferentes teóricos sino que su evolución es un devenir global donde todas suscapacidades actúan sincrónicamente.Este tema está extraído del capítulo II titulado "El desarrollo psicológico del niño

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.2ciego. Aspectos generales", cuyo autor es Nuñez, A., que se encuentra en el libro"Aspectos evolutivos y educativos de la deficiencia visual" de Checa, F; Marcos, M;Martín, P; Nuñez, A. y Vallés Arándiga (1999), de la colección Manuales editado por laONCE.7.1. Desarrollo psicológico del niño ciego.El estudio del desarrollo psicológico en los niños que carecen de visión o que éstaes ineficaz como medio de información y de contacto con el entorno, presenta un clarointerés en sí mismo. Pero este interés aumenta de forma ostensible en la medida queproporciona conocimientos óptimos para establecer pautas de intervenciónpsicopedagógica en el desarrollo-aprendizaje de esta población.La heterogeneidad del grupo, por sus diferentes etiologías, momento biográfico deaparición del déficit, grados de afectación, pronóstico, etc., no permite unageneralización, pero a su vez, tampoco impide un acercamiento a esas característicasque le son propias por el hecho de haber nacido sin el denominado (sistema sensorialpor excelencia) la vista.7.1.1. Desarrollo psicomotorEl afirmar que la actividad corporal posibilita al niño relacionarse con el entorno esun hecho que no necesita documentarse. En el caso del niño ciego, su psicomotricidadevoluciona conforme a su maduración neurológica, pero la ausencia de visión leconfiere ciertas peculiaridades que ponen de manifiesto su propia especificidad.Se han realizado numerosos trabajos sobre las capacidades motoras y locomotricesen niños ciegos a partir de los cinco años (Buell, 1950; Duehl, 1979; Jankowski yEvans, 1981; Lord, 1969; Graham, 1965; Welsh y Blasch, 1980), pero prácticamente nose dispone de investigaciones en edades anteriores o éstas son poco amplias y pocorigurosas desde el punto de vista metodológico.Burlingham (1965) argumenta que la pasividad motora que se ve en muchos niñosciegos se debe no a una ausencia de motivación por el movimiento, sino más bien agrandes inhibiciones de las tendencias normales por moverse. Estas inhibicionestendrían una función protectora, pues en condiciones favorables, es decir, cuando elniño tiene la certeza de que el entorno es seguro, emprenderá una actividad motriznormal.La competencia en las áreas de rendimiento motriz es de gran importancia para eldesarrollo de una movilidad eficaz, tanto en el sentido general del término como en elcontexto de los programas de entrenamiento formal en movilidad.7.1.1.1. Motricidad y relación con el entornoEs claro el hecho de que la movilidad tiene lugar en un espacio y es realizado porun sujeto. Esta simple afirmación supone que en ella van a influir las capacidades delsujeto, las condiciones del espacio y el conocimiento del mismo que posea dicho sujeto.Se ha señalado ya, en las páginas anteriores, que cuando falla la visión, resultamucho más difícil para la persona recoger, procesar, almacenar y recuperar lainformación ambiental, que se presenta casi siempre de tipo figurativo o espacial.El acercamiento al entorno así como la movilidad, en el niño ciego, van a estarnotablemente condicionados por esta peculiaridad. En consecuencia, la existencia de uncierto retraso en los inicios de su movilidad es considerada como una consecuencianormal y directamente relacionada con su manera de percibir el mundo.

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.3En el transcurso de la primera infancia, el conocimiento de los objetos y del espaciovan a suponer un grave problema. Cuando a los cuatro meses y medio un niño convisión normal es capaz de tender la mano y coger un objeto que ha visto previamente,ha conseguido una coordinación entre el ojo y la mano que viene marcada por unasecuencia biológica. Es la visión la que permite que las manos se junten en posiciónparamedial, propiciando el contacto mutuo, el paso de una a otra y su utilizacióncoordinada.En el caso del niño ciego de la misma edad, no existe nada equivalente. Su cegueraha roto la evolución sincrónica visión- prensión. La visión ha perdido la función deconvertir al mundo exterior en un conjunto de elementos estimuladores para la acción.El niño ciego, casi durante el primer año de su vida, va a vivir prácticamente en el vacíoaunque esté rodeado de juguetes. Para él, los objetos “no existen" a no ser quecasualmente entre en contacto con ellos. La única posibilidad que tiene de conocer laexistencia de objetos en un espacio más lejano que el arco de sus brazos, es lapercepción del sonido que emiten.Pero no todos los objetos emiten alguna clase de sonidos y además el niño nogenera respuesta alguna al sonido de los objetos cuando no los ha tenido previamente ensus manos. Así, Fraiberg (1977) y Bigelow (1986) atribuyen una importancia relativa ala percepción auditiva respecto a la táctil en la búsqueda de objetos en el bebé ciego;posiblemente porque todavía no se ha producido la sustitución adaptativa del ojo por eloído y, aunque la voz o el sonido puedan servirle de pistas, éstos no tienen aún laconnotación de sustancialidad.Fraiberg (1971) en sus estudios sobre la prensión de los niños ciegos concluyó queel sonido no proporciona un estímulo para la extensión intencionada de la mano y laconsecución de un objeto hasta el último trimestre del primer año y que no se adquierecierta destreza hasta pasados de tres a seis meses.En ausencia de una estimulación adecuada, las manos del niño ciego permanecenjunto a sus hombros, no mostrando ningún interés por la exploración de juguetes uobjetos colocados a su alcance, a excepción de cierto interés por tocar las caras de lospadres y de las personas conocidas. Se va a ver privado, durante gran parte de su primeraño de vida, de todos los medios a través de los cuales la mano le une con el mundoexterno.Paradójicamente sus manos, que van a ser sus órganos sensoriales primarios, enmuchos de ellos parecen también "manos ciegas".Esta situación de desventaja adaptativa del niño ciego es atribuida por Fraiberg(1977) al triple impedimento que deriva de su ceguera: Impedimento para la organización paramedial de las manos; Impedimento para la experiencia manual (por la ausencia de estímulossensoriales significativos). Impedimento para el contacto con el mundo externo, cuando el sonido noconnota todavía sustancialidad.Siguiendo a la autora citada y tras una revisión de los escasos estudios anteriores(Norris, Spauiding y Brodie, 1975; Fraiberg y Freedman, 1964; Fraiberg, Siegel yGibson, 1966; y Fraiberg, 1968) se puede señalar que existen claros retrasos en losprogresos locomotores del bebé ciego, en relación con los niños que poseen visiónnormal. Si bien las posturas, dependientes de la propia maduración neuromuscular

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.4(control de la cabeza y tronco) se encuentran en los márgenes de los niños videntes, lamovilidad postural y la movilidad autoiniciada se ven considerablemente retrasadas.A pesar de que, cuando los bebés ciegos son correctamente estimulados, susprimeras adquisiciones posturales (darse la vuelta, sentarse, mantenerse en pie, etc.) sedesarrollan al igual que en los videntes, se perfila ya en ellas el primer desfaseevolutivo: la postura de levantarse con los brazos en posición prona aparece en losbebés ciegos a partir de los nueve meses, mientras que en los bebés videntes aparece alos dos meses.Curiosamente esta posición postural es la que permite al niño vidente mirar lo queestá a su alrededor mientras está tumbado en la cuna y recibir así la información de suentorno.Algunos autores que han estudiado especialmente el desarrollo motor en el niñociego (Norris, Spauiding y Brodie; 1975; Fraiberg, 1977; Griffin, 1981; Ferrel, 1986),encuentran también los mayores retrasos en las conductas relacionadas con la movilidadautoiniciada; levantarse para quedar sentado, ponerse de pie, gatear y caminar de formaautónoma, incluso en niños ciegos bien estimulados y no sobreprotegidos, presentan unclaro retraso respecto a los videntes. En el caso de la marcha independiente se puedesituar entre los 7 u 8 meses de promedio.Precisamente la movilidad del niño vidente se inicia como respuesta a los estímulosvisuales externos; la visión confiere identidad a la persona y al objeto, funciona comosintetizador de las experiencias sensoriales, realiza la unión de los atributos del objeto ydefine su situación respecto a él.El niño ciego presenta dificultades en su desarrollo locomotor porque, ante laausencia de visión, carece de alicientes sensoriales que le sean significativos. Así a losseis meses, todavía no puede localizar a las personas o a las cosas a través del sonidoporque le resulta imposible conferir identidad y sustancialidad a un objeto cuando se lepresenta uno solo de sus atributos. Sólo al final del primer año, cuando consigue tenderla mano siguiendo una pista sonora, cuando el sonido se ha convertido ya en sustituto dela visión (como elemento estimulador a distancia) y cuando el niño ha logrado construirla permanencia del objeto por claves sonoras, empieza a ponerse en marcha la pauta demovilidad.A partir de ese momento es capaz de configurar poco a poco el mapa del mundoque le rodea, aunque alcanzar este hito evolutivo-adaptativo no le resulte fácil.Pero el hecho de que el niño sepa que existen los objetos, aún cuando no estén encontacto con su cuerpo, no significa el comienzo de su movilidad independiente. Losprofesionales especialistas en la educación de personas ciegas hemos encontrado a niñosen edad escolar que, al no haber recibido una estimulación adecuada, presentan unascaracterísticas peculiares: No logran discriminaciones matizadas, ni muestran estrategias de búsqueda yexploración de los objetos; Sus dedos y manos hipotónicos, presentan movimientos y posturasestereotipadas reflejo de la ausencia de significados basados en la experiencia; Su expresividad facial, en ausencia de aprendizajes imitativos, está muyreducida o muestra un amplio repertorio de movimientos parásitos; Su eje corporal muestra una falta de alineación entre los planos de la cabeza y eltronco;

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.5 Su marcha, insuficientemente coordinada, pierde el balanceo natural, necesariopara mantener el equilibrio con un paso inseguro, de longitud irregular yacompañado de movimientos estereotipados (blindismos).El niño ciego necesita que las personas que le rodean le proporcionen la motivaciónnecesaria para buscar y dirigirse hacia los objetos, en definitiva, para que empiece amoverse con sentido.La falta de estimulación y/o la sobreprotección impiden el descubrimiento y laactivación de compensaciones sensoriales adaptativas. Las consecuencias inmediatas sevan a traducir en una falta de desarrollo motor general (Griffin, 1981), un escaso controldel ambiente estimular (Lowenfeld, 1981), una dificultad para comprender lasrelaciones de distancia, movimiento y tiempo (Warren, 1973), una escasa interacciónsocial y una deficiente adquisición de la imagen corporal (Hill y Blasch, 1981;Happerman, 1967).Es, por tanto, necesario poner en marcha programas de estimulación y atenciónprecoz, desde el entorno de su propia familia, que optimicen las vías alternativas deconocimiento y acercamiento al mundo para el niño ciego.7.1.1.2. Acercamiento al espacio: movimientos y exploración táctilLa importancia del movimiento en los primeros años de la vida es un hechodestacado por numerosos autores de todos conocidos. El niño crece moviéndoselibremente y en sus desplazamientos conoce e interactúa con el medio.Goulet (1982) afirma que en la capacidad de movimiento intervienen dos procesosclaves:- La orientación mental.- La locomoción física.La orientación mental supone la habilidad de una persona para reconocer el entornoy sus implicaciones temporales y espaciales en relación consigo misma. La locomociónes el movimiento de un organismo que se desplaza de un lugar a otro confiriendosignificado a este mecanismo orgánico. Ambos procesos están íntimamente imbricadosy son esenciales para la movilidad. Pero ya se ha detallado, en el apartado anterior, quedesde los primeros meses el bebé ciego está inmerso en un mundo sin imágenes, dondelas personas y las cosas se presentan en su espacio próximo como experiencias auditivotáctiles que aparecen y desaparecen de forma casual, intermitente y discontinua.En este estado de indiferenciación, debe construir su espacio y además, debehacerlo bajo referentes auditivos, propioceptivos y háptico-táctiles. Es «otro espacio»

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.6construido de forma singular y específica, pero que debe llevarle a comprender elmundo y a interactuar con él.Para poder llevar a buen término un proceso tan complicado, necesita unos“mediadores" que le ayuden a contactar y le guíen en sus experiencias. Este importantey laborioso papel debe ser asumido por su propia familia que, orientada por losprofesionales idóneos, tendrá la especial misión de andamiar los aprendizajes delniño ciego. De lo contrario, pueden producirse estacionamientos en su desarrollo y, enlos casos más graves, psicosis irreversibles.Así pues, desde los primeros meses, resulta imprescindible despertar en el niño queno ve, el deseo de conocer y en su caso de tocar.Sin entrar en profundizaciones teóricas respecto a la conceptualización del términopercepción táctil (cercano a concepciones psicofísicas sobre el tacto) y su relación conel de percepción háptica (vinculado con la capacidad de control del sujeto sobre el flujoinformativo), tomaremos este término en su más amplia acepción, es decir, incluyendolos dos polos de toda experiencia perceptiva: el objetivo y el subjetivo, ya que ambosson componentes esenciales de la experiencia táctil y en definitiva del aprendizaje.Según Calmy-Guyot (1975) la mano desempeña funciones motrices, perceptivas yrepresentativas, distinguiendo además entre gestualidad actuante (papel instrumental) ygestualidad significante (papel expresivo y relacional).Lucerga (1993) por su parte afirma que si bien las manos son, para la persona ciega,un recurso privilegiado de conocimiento, es en los primeros años cuando van a adquirirun papel protagonista. A través de ellas el niño ciego va a llegar a comprender lapermanencia de los objetos, adquirir el uso funcional de los mismos, descubrircaracterísticas de los rostros familiares, comprender conceptos y relaciones espaciales eintegrar su propio esquema corporal.Siguiendo a la autora anterior, se pueden establecer cinco niveles en el proceso deconocimiento del espacio a través de la percepción táctil, niveles que se correspondencon las adaptaciones que el niño ciego precisa realizar:a) desarrollo de la prensiónb) búsqueda de objetosc) coordinación oído-manod) exploracióne) coordinación bimanuala) Desarrollo de la prensión.Evolutivamente, es el primer proceso que tiene lugar en el niño. En condicionesvisuales normales, en la prensión se suceden una serie de fases:1) Localización visual2) Acercamiento de la mano- Acercamiento parabólico- Barrido con el brazo- Acercamiento directo3) Prensión propiamente dicha- Prensión cúbito-palmar- Prensión radial-palmar- Oposición del pulgarEl bebé ciego, al carecer de localización visual, no muestra interés por laexploración de los objetos, por lo que se centra en el placer de las sensaciones

Capítulo 7. Desarrollo psicológico del niño ciego.7propioceptivas y en el contacto con sus figuras de apego. Sus manos vacías suelen estarpasivamente colocadas a la altura de los hombros; en ocasiones las abre y las cierra conmovimientos similares a los de agarrar y soltar o bien palpan momentáneamente el aire.La intervención del adulto debe ayudar a sustituir la localización visual por eldescubrimiento auditivo-táctil del objeto y a favorecer estrategias de interés por elmismo.En la fase de acercamiento de la mano el adulto debe estimular al niño a realizar eldesplazamiento de ésta desde su cuerpo al lugar donde se encuentre el objeto.Posteriormente, incentivará el movimiento activo del niño para que desplaceintencionadamente su mano.Una vez que se han conseguido las adaptaciones anteriores, el niño ciego no va atener dificultades especiales en la prensión de los objetos. Las etapas de la prensión sevan a producir de la misma forma que en los niños videntes, aunque es necesariodestacar, como ya se ha señalado, una tendencia inicial a explorar con la boca losobjetos asidos con las manos.Posteriormente, en el tramo de los 18 meses a los 3 años, tiene lugar elperfeccionamiento de la prensión. El niño debe lograr sostener los objetos entre la puntade sus dedos y además debe conseguir la realización de la pinza.El hecho de que sus manos deban cumplir las funciones de ejecución y percepciónva a suponer que utilizará dos dedos para la ejecución (asi el objeto) y el tercero parapercibir la posición relativa del objeto en el espacio.b) Búsqueda de objetosEn los apartados que preceden se ha puesto de manifiesto que, para que el niñociego inicie la búsqueda de los objetos, ha tenido que adquirir la permanencia de losmismos, ya que, además de las dificultades mencionadas, no dispone de la capacidadvisual para comprobar la trayectoria de un objeto en movimiento.Una vez más es necesario que el adulto vaya guiando las manos del niño y planteejuegos y situaciones desde espacios próximos hasta espacios alejados del niño a fin defavorecer, en principio, la búsqueda cercana y posteriormente los desplazamientosautónomos (cuando el niño haya adquirido la marcha).A medida que el niño progresa con éxito, se irán introduciendo procedimientossistemáticos de búsqueda y exploración.c) Coordinación oído-manoHemos visto también, a lo largo del capítulo, que la percepción auditiva noproporciona al niño ciego información sustancial de los objetos o acontecimien

Desarrollo psicomotor 7.1.1.1. Motricidad y relación con el entorno 7.1.1.2. Acercamiento al espacio: movimientos y exploración táctil . 7.2.1. Desarrollo cognitivo 7.2.1.1. Período sensoriomotor 7.2.1.2. Comienzos del pensamiento representativo 7.2.1.3. El pensamiento concreto . el desarrollo es similar en todos los niños y a la vez .

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