La Esencia Del Amor Humano - Edufamilia

1y ago
9 Views
2 Downloads
2.18 MB
44 Pages
Last View : 14d ago
Last Download : 3m ago
Upload by : Camille Dion
Transcription

La esenciadel amor humano2. Corroborar en el serTomás Melendo

ÍndiceBreve introducción 31. Los bienes del amado 42. se reducen a dos 5I. Que exista 91. Decir que sí 102. Decirlo eficazmente 113. Decir un sí absoluto 15II. Comprobación positiva 181. “Quando m’innamoro ” 192. Los defectos del cónyuge 223. Nuestra propia mejora 29III. Comprobación negativa 331. Amar es decir: «no morirás» 342. Nuevos testimonios 353. Una “fractura” en el ser 362

Breve introducción¡Para mantenerte todavía en forma!¡Alerta!No te molestes si insisto en que existen muchas maneras de estudiarun escrito, como también de observar la realidad. A menudo, noadvertimos la existencia de algo o dejamos sin percibir ciertos atributosde una persona por el sencillo hecho de que no estamos lo bastantependientes (no estamos al loro, se dice a veces en España).Con los libros sucede algo parecido. Es preciso poner la menteen marcha y mantenerla así, sin desmayo o recuperarse cuandoaflojamos, para aprovechar lo que contienen. De lo contrario,muy probablemente ni siquiera advirtamos cuestiones claramenteexpuestas, pero que, por nuestra falta de interés o de atención—y por falta de explicaderas de quien escribe—,para nosotros no significan nada.Por eso, también antes de comenzar el presente apartado, me gustaríaque te detuvieras a pensar sobre el contenido de estas preguntas.3

Si es que los hay, explica los motivos que pueden llevarte a no procurar unbien a las personas que quieres. Matiza la respuesta y explica lo que creas conveniente. ¿Piensas que existe algún modo de compendiar o resumir los bienes quehemos de otorgar a las personas amadas? Inténtalo. A tu parecer, ¿dónde está el inicio del verdadero amor? ¿Qué sería lo primeroy más radical que experimenta alguien cuando se enamora o a medida que siguemás y más enamorado? ¿Cómo expresarías lo que siente o desea que le suceda aaquel a quien más ama? Según afirma Cicerón, el «amor no es otra cosa sino querer al que se amasin interés y sin buscar ningún provecho». Se trata de una afirmación bastantecorriente y que seguro que no te causa asombro o, al menos, no demasiado. Perocuando añade que los beneficios de la amistad se producen justamente en la medida y proporción en que menos se anda tras ellos, ¿no te suena a una simplefrase retórica, a una especie de adorno sin fundamento real, a algo que queda biendecir, pero que en el fondo no es viable?Sin embargo, al estudiar la felicidad, nos topamos una y otra vez con sugerencias en la misma línea, tanto de filósofos como de psiquiatras y de literatos o, másen general, de artistas.¿Qué opinas de todo ello?Antes de alejarme todavía más del tema,te invito a introducirte en él.1. Los bienes del amado Sugería antes que el núcleo de este escrito consistiría en esclarecer la siguientepregunta: ¿cuál debe ser el bien deseado yperseguido para aquel a quien amo?, ¿cómose concreta el amor al otro, a los demás?A la hora de iniciar una respuesta, doscaminos se abren ante nosotros: el del análisis y el de la síntesis.Si nos introducimos por el primero, elde la descripción fotográfica y pormenorizada de los beneficios que hemos de proporcionar a los seres queridos, el senderose tornará infinito; pues, en efecto, para laspersonas que estimo debo perseguir todoslos bienes que les aprovechen, en la medidaen que estén a mi alcance.4

Aunque con una condición, ya mencionada y, desde tal punto de vista, reiterativa: que se trate de ayudas reales, objetivas, capaces de perfeccionar de verasla grandeza personal de aquellos a quienes se las procuro, su mejora en cuantopersonas.Pero, entonces, nuestra tarea deviene inacabable: el número de esosbienes no tiene límite.Pues, ¿por qué habría yo de abstenerme de suministrar una ventaja a mimujer, a mis hijos, a mis amigos másíntimos, a mis vecinos, incluso a missimples conocidos siempre que eseapoyo esté en mi mano y contribuyade alguna manera a su mejora o perfeccionamiento? ¿No hemos visto en otrasocasiones que hacer el bien (aprobarloy promoverlo) es una de las exigenciasque la realidad misma —en particulary sobre todo las personas— imponenal ser humano?De suerte que embocar esta veredanos introduce en un callejón, no sin salida, sino sin término. En lo que los clásicosllamaban una aporía.Para las personas que estimo,y en la medida en que estén a mi alcance,debo perseguir todos los bienes que les aprovechen2. se reducen a dosProbemos, pues, la otra vía, la de la síntesis. Y, entonces, la cuestión se simplifica.Podremos afirmar que, a fin de cuentas, todos los bienes del ser querido sereducen a dos:a) Que esa persona sea, que exista.b) Y que sea buena, que vaya alcanzando su plenitud como persona, su perfección y, con ella, lo que hoy llamamos felicidad o dicha.5

Si lo pensamos despacio, todo lo que de auténticamente provechoso podríamos anhelar para alguien se engloba en estos dos propósitos capitales: que sea yque sea bueno.O, mejor, que sea y que sea bueno y cuanto contribuya a alcanzar esosobjetivos, en la misma y exclusiva medida o proporción en que ayude a lograrlo.Todos los bienes del ser querido se reducen a dos:que sea y que sea buenoPaz, por favor.Ya has comprobado que, aunque no entiendas del todo un texto, elsimple esfuerzo por comprenderlo hace que las ideas en él medio expresadas sigan madurando en tu interior, se enlacen sin tú quererlo ycasi sin advertirlo con otros conocimientos y, más tarde o más temprano —cada persona tiene su ritmo, que conviene conocer y respetar—,florezcan y den frutos de un más amplio saber.Si le prestas atención, advertirás que ese proceso tiene también lugaren ti como en todos.Ayuda para la reflexión personal De nuevo estamos ante un capítulo excesivamente breve: eso implica que eltrabajo por tu parte debería aumentar, para que obtengas el máximo provecho. Enefecto, si te empeñas en localizar y llenar las lagunas de las páginas que preceden,como mínimo serás consciente de las cuestiones que necesitas saber y te resultará más fácil reconocerlas cuando te salgan al paso en lo que sigue de libro, enotras lecturas o, sobre todo, en tu propia vida vivida. De todos modos, tal vez te convenga averiguar si, en efecto, todos los bienesque hemos de buscar para quienes queremos se resumen en los dos que acabo de6

enunciar. Para lograrlo, intenta primero descubrir bienes reales para las personasa quienes aman que no tengan o parezcan no tener ninguna relación ni con su serni con su mejora personal. Si ya los encontraste, y aunque pienses que resulta inútil, procura conectarloscon su vida (con su ser) o con su perfeccionamiento como persona, con su bondad:aunque solo sea señalando a cuál de los dos parece estar más cercano. Y si todavía te encuentras con fuerzas, te animo a recorrer el camino inverso,intentando enumerar todos los bienes que parezcan tener que ver con la mejorade quienes te rodean. Procura no limitarte a mencionarlos, sino descubrir el nexoque, en cada caso, se establece entre esos bienes y el desarrollo humano; con otraspalabras, y solo a modo de ejemplo, ¿por qué puedo sostener —si es que efectivamente puedo— que un mínimo de comodidad facilita el despliegue humano?;¿ocurre algo parecido con el descanso?; ¿por qué y cómo y en qué condiciones,el dolor y el sufrimiento tienen también una función de mejora y cuándo, por elcontrario, dañan a la persona en cuanto tal?; ¿dónde radica la diferencia, si es quela hay?Agrega todo lo que se te ocurra en esta misma línea: no olvides que cuantasmás preguntas te plantees, más respuestas podrás hallar en lo que leas o, sobretodo, en tu propia vida y en la de quienes te rodean.Nueva ayuda para la reflexión personal Aunque no afecte de manera directa al contenido de este capítulo, puesto quela trataremos más tarde y es clave en el conjunto de la vida humana, transcriboalgunos textos relativos a la felicidad. No te extrañe si lo que afirman choca con loque piensas y con lo que opina la mayoría de quienes te rodean. Precisamentepor eso los traigo a colación, para que reflexiones sin prejuicios sobre esta realidado, al menos, para que oigas las célebres dos campanas que es preciso escuchar antesde emitir un juicio.Como verás, se trata de cinco autores distintos, situados en contextos tambiéndiversos. El primero, Viktor Frankl, nos resulta conocido:«El placer no puede intentarse como fin último y en sí mismo, sino que solo llega a producirse, propiamente hablando, en el sentido de un efecto, de forma espontánea, es decir,justo cuando no es directamente buscado. Al contrario, cuanto más se busca el placer ensí, más se pierde.Del mismo modo que dijimos antes que el miedo realiza ya de por sí lo que tema,también ahora puede decirse que el deseo demasiado intenso hace ya de por sí imposiblelo que tanto desea».1 Cardona Pescador, también psiquiatra, se sitúa tras las huellas de Frankl:«La felicidad, en cualquiera de sus formas, desde la más sensitiva, como el placer, a lasmás trascendentes, como el éxtasis, es consecuencia de una actitud vital no directamentepolarizada hacia ella mediante un afán y búsqueda intencional. La cualidad autotrascendente de la existencia humana da lugar a un hecho que el clínico puede observar día tras1 Frankl, Viktor: Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder. 1982, p. 62.7

día, esto es, que el principio del placer es en realidad autodestructor. En otros términos,la búsqueda de la felicidad es autodestructora: constituye una contradicción en sí misma.Me atrevo a decir que precisamente en la medida en que el individuo empieza a buscardirectamente la felicidad o a esforzarse por conseguirla, exactamente en la misma medidano puede alcanzarla. Cuanto más se esfuerza por lograrla, tanto menos la consigue».2 En un contexto muy diverso nos encontramos con Leclercq:«Quizá en ningún terreno se verifique más rigurosamente la ley de la vida moral quequiere que el hombre no encuentre la felicidad más que con la condición de no buscarla,y que la preocupación de la felicidad mate la felicidad. Porque el hijo es el ser humanojoven, necesariamente orientado hacia su desenvolvimiento propio, y los padres tienencomo función asegurarle ese desarrollo, creando las condiciones necesarias y guiando alhijo por el camino que le conviene. Bien dicho: que le conviene, no que les conviene».3 Este de Burke fue, en su momento, uno de los mejores libros sobre el matrimonio que conozco:«El matrimonio —hemos dicho— no puede proporcionar la felicidad perfecta; no esese su fin. Su objetivo, cabe afirmar, no es procurar una felicidad perfecta a los esposos,sino madurarlos para la felicidad perfecta. A través de los sucesos de aquí abajo, Dios procura enseñarnos a amar, para que seamos capaces de gozar plenamente de Él en el Cielo.El matrimonio es una de sus escuelas —escuela de amor—, donde forma a la mayoría desus alumnos».4 La perspectiva de Carlos Cardona es mucho más metafísica, pero de una metafísica que no se aleja de la vida, sino que nos introduce en lo más hondo de ella:«Propiamente hablando, el último fin del hombre no es “su” felicidad, sino el amor deamistad y la unión con el Amado. La felicidad es simplemente una consecuencia o resultado, que puede honestamente esperarse, pero que de ningún modo puede amarse sobretodas las cosas, porque no es todo el Bien.A este propósito, entre otros muchos ejemplos, que cabría aducir, recuerdo ahora laoración escrita por Santo Tomás Moro, después de haber sido condenado a muerte y pocoantes de ser ejecutado, el 6 de julio de 1535: “Dame, Señor mío, un anhelo de estar contigo,no para evitar las calamidades de este pobre mundo, y ni siquiera para evitar las penasdel purgatorio, ni las del infierno tampoco, ni para alcanzar las alegrías del cielo, ni porconsideración de mi propio provecho, sino sencillamente por auténtico amor a ti”».52 Cardona Pescador, Juan: La depresión, psicopatología de la alegría. Barcelona: ed. Científico-médica,1984, p 107.3 Leclercq, Jacques: El matrimonio cristiano. Madrid: Rialp, 19a. ed., 1987, p. 169.4 Burke, Cormac: Felicidad y entrega en el matrimonio. Madrid: Rialp, 1990, pp. 77-78.5 Cardona, Carlos: Ética del quehacer educativo, pp. 133-134.8

I. Que exista¡No te rindas todavía, no te rindas,por favor !¡Ojo avizor!¡Cuántas maneras hay de leer o estudiar un escritoy de observar la realidad! Muy a menudo, noadvertimos la existencia de algo o dejamos sinpercibir ciertas propiedades o caracteres de unapersona, animal o cosa , sencillamente, porque nolos buscamos en serio, con ganas de encontrarlos.Con los libros sucede algo parecido. Es precisodespertar en nosotros una sana curiosidad paraencontrar lo que son capaces de enseñarnos. Si estono sucede, resulta bastante fácil que nos quedemossin ni siquiera vislumbrar cuestiones evidentesy bien desarrolladas.Por eso, antes de comenzar el presente apartado, megustaría que intentaras responder a estas preguntaso, al menos, que reflexionaras sobre ellas.Te aseguro que me lo agradecerás, si de veras aspirasa conocer la realidad por ti misma o por ti mismo que es el único modo de conocerlay saborearla de veras. Es probable que el modo de enfocar el amor que he adoptado te parezcaexcesivamente intelectual y frío. Lo de buscar el bien puede pasar, porque pareceobvio. Pero ¿dónde queda la pasión, el entusiasmo, la vibración y el estremecimiento propios de los enamorados? ¿Hay lugar en este planteamiento para semejantes fenómenos, que realmente no pueden negarse e incluso son los que conmás facilidad perciben quienes se aman? Intenta tú mismo buscarles un hueco enlas coordenadas que te he marcado; te aseguro que lo tienen. Para ponértelo más difícil, cambiar de tercio y ayudarte a reflexionar, teinvito a responder a estas cuestiones: ¿En qué proporción y de qué modo puedeamarse a una persona infradotada o aparentemente auto-envilecida: buscando subien, a pesar de los pesares, o, en el extremo opuesto, con el enardecimiento propio de los enamorados románticos? ¿No podría ser de ambas maneras?9

De nuevo con lo mismo. Eso de procurar que el amado sea bueno, como manifestación fundamental de que lo quiero, ¿no resulta demasiado ñoño y un pocoalejado de lo que hoy pedimos al amor? Te confieso, por si te consuela, que haceaños, mientras comíamos, la menor de mis hijas comentó que ella no quería parecerse a sus hermanas, “porque ser buena es demasiado aburrido”. Piensa qué eslo que tú piensas. En resumen: ¿se puede amar apasionadamente buscando tan solo que la otrapersona sea mejor cada día? (Añadiría entre paréntesis: ¿te parece correcto ese tansolo?)Si tu respuesta es que no yo te diría que sí.1. Decir que síComo ya he apuntado, amar a una persona es, en esencia, confirmarla, decirle que sí, no tanto con palabras, aunque en ocasiones también, sino con la vidaentera: con nuestras cualidades, con nuestras limitaciones y también con nuestros defectos, cuando los reconocemos y nos enfrentamos a ellos de la maneraadecuada.Amar es apuntalar con todo nuestro ser —entendimiento, voluntad, afectividad, actitudes, habilidades, posesiones, capacidad de entrega y servicio, ilusiones alcanzables o aparentemente inasequibles — el ser de la persona a la quequeremos.Derramar, volcar cuanto somos, sentimos, podemos, anhelamos, tenemos eincluso deseamos remotamente conseguir, en apoyode quien amamos, con el finde que este se despliegue ydesarrolle hasta su culmenperfectivo o, al menos, seacerque a él.La cuestión viene de antiguo, como mínimo desdela época de Aristóteles. Pero,en nuestros tiempos, quizássea Josef Pieper el que con más determinación ha puesto de relieve lo siguiente:cuando nos enamoramos —o seguimos más y más enamorados, que tal es el destino del matrimonio, pues si no, no tendría sentido contraerlo—, lo primero quesurge en una o en uno son sentimientos y convicciones de este estilo: ¡es fabulosoque existas!, ¡yo quiero, con todas las veras de mi alma, que tú existas!, ¡qué maravilla, qué gozada, qué acierto, el que hayas sido creado o creada!10

Así enfocada la cosa, amar vendría a consistir, en última instancia, se sepa ono, en aplaudir a Dios. Decirle: «con este, o con esta, sí que te has lucido»; «ahorasí que has demostrado lo que vales»; «¡bien, enhorabuena, chapeaux!»6Lo que, con expresión más culta, eternizó Bécquer con su «Hoy la tierra y loscielos me sonríen, / hoy llega al fondo de mi alma el sol, / hoy la he visto , la hevisto y me ha mirado / ¡hoy creo en Dios!»7Y por eso, si es de ley —y no esas tristes falsificaciones centradas en el yo, tanhabituales—, el amor acerca siempre a Dios, también cuando uno no tiene conciencia de ello y ni siquiera sabe de la existencia del Amor divino infinito: Diossiempre alienta, y eso es en definitiva lo realmente importante —lo que Él es yhace—, aun cuando tú, lector, o yo lo desconozcamos.Platón lo había entrevisto, con su grandeza y con sus límites. Para él, tanto lafilosofía como el amor —concebido como eros, como anhelo hacia la perfección—,tienen la función de elevarnos hasta el Bien sumo, aunque de formas distintas: através del entendimiento, la primera; con la vida vivida, el amor, pero sin establecer un corte tajante entre ambos.Giovanni Reale lo expresa más o menos con estas palabras: Eros es una fuerza que eleva hacia el Bien, y la erótica a su vez se manifiesta como una vía alógica[esto es, no directa y exclusivamente racional] que lleva hasta lo Absoluto.Y tú, lector amigo, y yo, si lo pensamos bien, lo hemos experimentado tantasveces.Amar a una persona es decirle que sí,no tanto con palabras, sino con la vida entera2. Decirlo eficazmentePor otra parte, la confirmación en el ser generada por el amor no se configura como una veleidad, una suerte de deseo inconsistente. Muy al contrario, demanera similar a lo que sucede en el acto creador,8 el amor entre seres humanos6 Si no me equivoco, en este sentido pueden también interpretarse algunas de las afirmaciones de JuanPablo II en sus célebres catequesis sobre el amor humano. Cf., por ejemplo, las audiencias del 9 de enero de1980 y la siguiente, del 16 de enero de ese mismo año.7 Bécquer, Gustavo Adolfo: Rimas/Leyendas/Cartas desde mi celda. Barcelona: Planeta, 1992, Rima XI, p. 28.8 A este respecto, y puesto que no puedo detenerme a desarrollarlo, conviene meditar los juicios de Nédoncelle: «Est-ce à dire que la volonté de promotion soit une volonté de création ? Peut-être. En principe, l’amantaspire à engendrer intégralement l’être de l’aimé. Toutefois, en fait, une conscience humaine ne peut avoirune telle prétention. Nous essayons d’affermir l’existence du toi ou de contribuer à son déploiement. Maisnous sommes toujours trop courts par quelque endroit». Nédoncelle, Maurice : Vers une philosophie del’amour et de la personne, p. 18.11

tiene como principal e inevitable efecto hacer realmente real (para el que ama) ala persona querida; conseguir que, para el amante, exista de veras.Aunque esta afirmación resulte de entrada un tanto abstrusa, es fácil ilustrarla mediante un ejemplo.Bastantes de nosotros, cuando damos unpaseo o hacemos un viaje, cuando nos trasladamos de un lugar a otroo acudimos a un espectáculo o a una reunión,nos cruzamos con cientos e incluso miles depersonas de las que nopodremos decir nada enabsoluto, a las que ni siquiera seríamos capacesde reconocer más tarde,y que en nada han influido ni influirán en nuestrocomportamiento. Cabríaafirmar, entonces, que ninguna de ellas existe para nosotros: nos daría exactamente igual si no hubieran nacido o, en vez de ellas, fueran otras distintas las quepueblan el universo.Por el contrario, cuando entro en casa o en mi lugar de trabajo, cuando mereúno con el grupo de amigos, colegas o conocidos, a los que sí aprecio, todosexisten para mí, despiertan sentimientos y reflexiones, me instan a ocuparme deellos, modifican mi conducta, que es la manifestación más clara de la presenciareal y consecuente del otro ante mí. En otras palabras, me llevan a estar en losdetalles materiales y espirituales que hagan más fecunda y gozosa sus vidas porque sí que los advierto y vivencio como reales.9La idea ha sido egregiamente expresada por Juan Ramón Jiménez, con unosacentos que no solo componen un insigne canto a la dignidad de cualquier existencia humana, sino toda una grandiosa exaltación de la maternidad. Leemos enPlatero y yo:9 Con sentido del humor, y en un contexto muy distinto, lo expresa bien la siguiente anécdota: «Una familia va a un restaurante y se sienta a almorzar. La camarera toma el pedido a los adultos y luego se vuelvehacia el niño de siete años: “¿Qué quieres comer?”, le pregunta. El niño mira tímidamente a su alrededor yresponde: “Me gustaría comer un ‘hot dog’“. Antes de que la camarera atine a anotar el pedido, la madretercia: “¡Nada de ‘hot dog’! Tráigale un bistec con puré de papas y zanahorias”. La camarera hace que nooye. “¿Quieres el ‘hot dog’ con ketchup o mostaza?”, le pregunta al niño. “Con ketchup”. “En seguida te lotraigo”, responde y se dirige a la cocina.Los adultos callan anonadados. El niño los mira y dice: “¿Saben una cosa? ¡Ella piensa que realmenteexisto!”». Mello, Anthony de: Wer bringt das Pferd zum Fliegen? Weisheitgeschichten. Freiburg, 1991, S. 96.12

Siempre que volvíamos por la calle de San José estaba el niño tonto a la puerta de sucasa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los otros. Era uno de esos pobres niños aquienes no llega nunca el don de la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y tristede ver; todo para su madre, nada para los demás.10Estas últimas palabras subrayan la colosal realidad de que para una madre,como para cualquiera que ama de veras, el hijo, hermano o amigo constituye en efecto su todo, lo que avalora yhace ser y ser-bueno al resto del universo. Y que ese todo no es exclusivode uno solo de los hijos, o del marido;sino que cada uno de los seres a quienes íntimamente se estima, en fuerzadel afecto y sin que en ello haya contradicción, compone el todo para laesposa y madre enamorada.(Una vez más se comprueba que,en los dominios propiamente humanos, las leyes cuantitativas fallan:la persona es, por decirlo de algúnmodo, el reino de la cualidad-cualidad algo difícil de comprender enla cultura que nos envuelve, decididae injusta e ineficazmente centrada enla cantidad, en el número.)11El amor entre seres humanostiene como principal e inevitable efectohacer realmente real, para el que ama, a la persona queridaLo más opuesto al amorConfirmar en el ser, por tanto, hacer del sujeto querido alguien realmente real.Cosa que se advertirá aún mejor si enfocamos el asunto, por contraste, desdeel extremo opuesto.Lo contrario del amor, al que se encuentra aparejada la vida, son, por unlado, la indiferencia, que actúa como si el otro no existiera: lo ningunea, según la10 Jiménez, Juan Ramón: Platero y yo. Madrid: Taurus, 4a. ed., 1967, p. 36.11 A este respecto, y tal vez en parte por lo desmesurado de algunas de sus afirmaciones, sigue siendo eficazy oxigenante la lectura de Guénon, René: El reino de la cantidad y los signos de los tiempos. Barcelona: Paidós,1997.13

eficaz expresión mexicana; y, por otro, en su sentido más sobrio, duro y certero,aunque de ordinario menos emotivo y visceral, el odio, al que va unida la muerte.Por tanto, la indiferencia es en cierto modo más radical, puesto que supone lano-existencia del otro y obra en conformidad con ello. Mientras que el odio —deentrada menos hiriente, pues no ignora a la otra persona, sino muy al contrario,la convierte en objeto directo y a veces obsesivo del propio interés (negativo, sinduda)— resulta más activo: busca aniquilar al sujeto al que rechaza y, si puede yes auténtico y radical, lleva a cabo esa supresión.(Piénsese, por ejemplo, en las guerras fratricidas, en los diversos tipos deterrorismo, en los ajustes de cuentas de ciertos grupos étnicos o familias, en losgenocidios ).Eliminar a quien se odiaPues bien, cuando alguien no solo no ama, sino que odia, y odia de veras, loque pretende en última instancia, y con más o menos conciencia, es eliminar elser de lo no-querido, al menos de dos maneras:a) Suprimirlo encuanto otro, valorándolo solo en la medida enque sirve a mis propiosgustos, pasiones o intereses: configurándolo, encertera expresión de Delibes, como un apéndice denuestro egoísmo, comouna prótesis del propioyo.12b) O anularlo de forma radical, arrojándolofuera del conjunto de losexistentes o impidiendo12 Transcribo el texto que lo resume: «He aquí la novela del hijo único. Cecilio Rubes, negociante en materiales higiénicos, representante del burgués por excelencia, ha procurado siempre apartar los obstáculos quese oponen a una vida de placer. Sin embargo un día su esposa le anuncia que espera un hijo. Cecilio va asimilando la novedad paulatinamente y cuando Cecilín —Sisí— nace, hace de él un apéndice de su egoísmo.Sisí podrá disfrutar de la vida porque para eso ha nacido en una familia próspera y, según su padre, laeducación debe reservarse para los pobres. Cecilio Rubes no necesita, por tanto, educar a su hijo. Desde elprimer momento le da lo que pide y muchas veces se anticipa a sus deseos colmándole de caprichos. Sisícrece en la demasía y a partir de los doce años su amigo Ventura Amo le inicia en la vida del sexo, de la queSisí, como Cecilio, llegará a ser un insaciable degustador. Cuando Sisí cumple los dieciocho años estalla laguerra civil y aunque su padre procura por todos los medios librarle del peligro, Sisí muere en un destinosin apenas riesgo, y Cecilio Rubes, incapaz de soportar su ausencia, se quita la vida». Delibes, Miguel: Losniños. Barcelona: Planeta, 1994, p. 103.14

que llegue a entrar en el festín de la vida: eutanasia, aborto, contraceptivos, terrorismo, fobias racistas o de otro tipo, violencia en general Y cuando es toda una civilización la que, por una excesiva y no pocas vecesneurótica atención de cada uno de sus miembros a sí mismo y a lo suyo —ahí estála preocupante expresión, tan extendida: «ese no es mi problema»—, se encuentrade algún modo dominada por el desamor, no debe extrañarnos que dé a luz auna auténtica cultura del desinterés o de la indolencia, del egoísmo, del descartey, si me apuran, como se nos recuerda a menudo, incluso de la muerte.Cuando alguien odia, y odia de veras,pretende en última instancia eliminar el ser no-querido3. Decir un sí absolutoPero volvamos a las dimensionesafirmativas, que gozan de mayor interés.El amor intachable, acreditado, no soloconfirma o corrobora en el ser a quienama, sino que lo hace con tal franquezay radicalidad, que —sin que se establezca por ello una malsana dependenciapsíquica— aquel que nos enamora nosresulta imprescindible para todo: desdelo más menudo y en apariencia intrascendente hasta el conjunto del universo(y también en semejante sentido se configura como nuestro todo).Esta vez ha sido Ortega quien loha expuesto con maestría, en el párrafoque sigue de sus Estudios sobre el amor:Amar a una persona [él dice: una “cosa”, pero no me parece del todo correcto] es estarempeñado en que exista; no admitir, en lo que depende de uno, la posibilidad de un universo donde aquella persona [“aquella cosa”, sigue escribiendo él] esté ausente.13A raíz de lo cual, cabría formularse un interrogante práctico, de enorme calado existencial. Sobre todo a los esposos —y, a su manera, a los novios—, podríapreguntárseles: ¿eres capaz de concebir la vida sin tu cónyuge?; ¿te ves a ti mismo “funcionando” con relativa normalidad si él o ella faltan?13 Ortega y Gasset, José: Estudios sobre el amor. Madrid: Revista de Occidente de Alianza Editorial, 2a.ed., 1981, p. 20.15

Puntualizo:a) No se trata de que si, por desgracia, tiene lugar el tránsito del marido o lamujer, uno no se rehaga, con la ayuda de Dios y de las restantes personas que loquieren y arropan.b) Sino de si ahora mismo, en este preciso instante, te sientes capaz de seguir viviendo eliminado de tu entorno aquel a quien dices amar con locura, site imaginas o te ves sin él.c) Porque si la respuesta fuere afirmativa, cabría intuir que ese amor no hamadurado todo lo que sería de desear.A este respecto, me contaba emocionado un amigo de más que medianaedad: «después de muchos años de convivencia y de trabajo esforzado para sacar adelante sin suficientes recursos a una familia numerosa, mi madre se pusoenferma de cierta gravedad; tuvimos que trasladarla, desde donde vivíamos, auna ciudad lejana pero importante, donde fue intervenida; durante la operación,sentado en una banqueta en medio del pasillo, vi por primera y última vez en mivida a mi padre —un me

La esencia del amor humano 2. Corroborar en el ser. 2 . Antes de alejarme todavía más del tema, te invito a introducirte en él. . dente de la existencia humana da lugar a un hecho que el clínico puede observar día tras 1 Frankl, Viktor: Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder. 1982, p.

Related Documents:

un amor egoísta y un amor del que eres merecedor. El amor que es un amor egoísta es mi recuerdo de Ti y nada más. Pero en cuanto al amor del que Tú eres merecedor — ¡ah!, rasgaste los velos para que yo pudiera verte. No merezco elogio por ninguno de los dos amores, pues Tuyos son los elogios en este amor y en aquel.8 A pesar de que Rabe′a no realizó un análisis detallado del amor .

El ser supremo para el ser humano es el propio ser humano. Sin embargo, no es el ser humano que es y que se considera ser supremo. Es el ser humano que no es, el ser humano que debería ser. Y lo que debería ser es ser humano. Aparece así una trascendencia, que es humana y que surge a partir de la crítica de

Desarrollo Humano de 2014. Prólogo agradecimientos descripción general. Capítulo 1. Vulnerabilidad y desarrollo humano. una perspectiva del desarrollo humano Gente vulnerable en un mundo vulnerable oportunidades y capacidades políticas y acción colectiva. Capítulo 2. Estado del desarrollo humano. progreso de las personas amenazas globales .

1.2. Posición que ocupa en el organigrama de la empresa 1.3. ¿Cómo se organiza el Departamento de Recursos Humanos? 2. La gestión del capital humano 2.1. Tipos de capital humano 2.2. Funciones del capital humano 2.3. El capital humano como ventaja competitiva 2.4. Políticas de capital humano ACTIVIDADES INICIALES

es que "el ser de Dios consiste en el hecho de que Él es quien ama en libertad" (CD, Il/1, 322). Discute los atributos de Dios bajo los aspectos de la libertad divina y el amor divino. La opinión de Barth es que no nos movemos del amor humano al amor divino por analogía; sino que nosotros comprendemos realmente el amor en

Idea Vilariño Poemas de amor 16 UN VERANO Hago muecas a veces para no poner cara de tristeza para olvidarme amor para ahuyentar mis duros mis crueles pensamientos. Cómo he de hacer amor para vivir aún para sufrir aún este verano. Pesa mucho me pesa como si el mar pesara con su bloque tremendo sobre mi espalda me hunde en la más negra tierra del dolor y me deja ahí deshecha amor sola ahí .

escribe versos de amor, mas no de penas, yo no escribo a las penas le dije, pero si al amor, aunque a veces el amor, también da pena. Así es el amor, gran pasión, rugido del mar cuando escupe el sol, burbujas flotando cuando sale la luna nadando y estrellas en el cielo cuando tu cuerpo desnudo abraza mi cuerpo sediento,

This section contains a list of skills that the students will be working on while reading and completing the tasks. Targeted vocabulary words have been identified. There are links to videos to provide students with the necessary background knowledge. There is a Student Choice Board in which students will select to complete 4 out of the 9 activities. Student answer sheets are provided for .