Temas Teológicos Del Evangelio De San Juan. III.: Cristo, María, La Iglesia

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TEMAS TEOLÓGICOS DEL EVANGELIO DESAN JUAN4

Antonio García-MorenoTEMAS TEOLÓGICOS DEL EVANGELIODE SAN JUANEDICIONES RIALP, S.A.MADRID5

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2014 by Antonio García-Moreno 2014 by EDICIONES RIALP, S. A.,Alcalá, 290.28027 Madrid(www.rialp.com)No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna formao por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopias, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y porescrito de los titulares del Copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitareproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-321-4433-2ePub producido por Anzos, S. L.7

PRÓLOGOEl Profesor Antonio García-Moreno, autor de la presente obra, es CanónigoLectoral de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz y Profesor de Exégesis de NuevoTestamento en su Seminario Metropolitano y en la Facultad de Teología de Navarra. SuLicenciatura en Ciencias Bíblicas por el Pontificio Instituto Bíblico, así como suDoctorado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma le han preparado parauna intensa labor, de muchos años ya, en la dedicación a la tarea de explicar e investigarla Palabra de Dios. Su participación en Congresos y Simposios de la Asociación BíblicaEspañola y de la «Studiorum Novi Testamenti Societas» (instituciones de las que esmiembro) le han puesto en contacto con los especialistas bíblicos de España y delextranjero.Recibió el premio de la Fundación Martín Pedraz-Blanca Jiménez Tur (Bienal1993), en concurso convocado por la Pontificia Universidad de Salamanca paraprofesores de dicha Universidad y de Centros de Estudios Teológicos afiliados, entre losque se encuentra el Seminario Metropolitano de Mérida-Badajoz. Su afán por difundir laPalabra de Dios le ha impulsado también a publicar diversos estudios, unos deinvestigación, como Pueblo, Iglesia y Reino de Dios, Madrid 22003; La Neovulgata.Precedentes y actualidad, Pamplona 22011; Sentido del dolor en el libro de Job segúnJuan de Pineda, Toledo 1990; El Evangelio de San Juan. Introducción y exégesis,Pamplona 1996; y otros de alta divulgación como la Gran Enciclopedia Rialp, Madrid1971-1987; o para el Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios bíblicos alLeccionario, Madrid 1971-1975, y en la Sagrada Biblia, traducida comentada por laFacultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1976-2004. En el campode la divulgación ha trabajado en diversas publicaciones. Caben destacar los comentarioshomiléticos aparecidos en las páginas dominicales de diferentes periódicos, recopiladosposteriormente y publicados con título de Al filo de tu palabra, Señor, Mérida 21995, yTu palabra me da Vida en tres volúmenes, Badajoz, 2008, 2009 y 2010.En la obra que presentamos ha recogido una nueva serie de estudios sobre SanJuan, desde la perspectiva de la teología bíblica. La obra se mueve en el terrenointermedio entre la investigación y la alta divulgación. La mayor parte de los materialeshan sido objeto de ponencias o comunicaciones en congresos, o publicados en revistas dereconocido prestigio. Algún trabajo se publica por primera vez en este volumen. Todaslas colaboraciones que se reúnen en esta obra tienen un centro de interés: El pensamientoy la enseñanza teológica del cuarto Evangelista. Dentro de la perspectiva de la teologíabíblica destaca la atención a los aspectos cristológicos, soteriológicos y sacramentales.8

Así encontramos tratados los temas de Cristo Cordero de Dios, Nuevo Templo, lasFiestas judías y su sentido en la perspectiva cristiana, la dimensión cultual y sacramentalde la Iglesia, especialmente los sacramentos del Bautismo, Eucaristía (con un extensoanálisis del capítulo 6.º de San Juan), la Penitencia y el Sacerdocio.El tratamiento que reciben estos temas está en función del origen de las diversascolaboraciones. Unas veces tienen un carácter más técnico, incluso recurriendo a lostextos hebreo y griego, otras veces se mantienen en un nivel de exposición sencilla deltexto evangélico. Es oportuno destacar que el autor muestra en todo momento una granveneración y respeto por el contenido del texto y una clara orientación a sintonizar en suexplicación con el sentido de la Iglesia. Esa característica y el afán por la claridad haceprever que la obra será provechosa para aquellas personas a quienes el autor la dirige, asacerdotes y seglares interesados en penetrar con seguridad y solidez doctrinal en elpensamiento del cuarto evangelista.El conjunto de los temas teológicos tratados puede servir para profundizar en ladoctrina del evangelista. No es una teología joánica completa —cosa que tal vez seriaimposible— pero sí una selección de temas que cubre gran parte del campo teológico. Laabundancia de notas y referencias bibliográficas en algunos de los capítulos es suficientepara ver que el autor maneja la bibliografía más sólida.Esta nueva edición está enriquecida con tres importantes estudios. El primero es untrabajo sobre «La Religiosidad popular en el Nuevo Testamento». El Dr. García-Morenotoma como punto de partida los diversos términos que el Nuevo Testamento emplea paradesignar «el pueblo» y hace un recorrido por los Evangelios, los Hechos de los Apóstolesy las Cartas de San Pablo, deteniéndose en la actividad misionera de Jesús, de losApóstoles y de los miembros del pueblo de Dios en relación tanto con los judíos comocon los gentiles. Sin duda es un trabajo de gran actualidad para la nueva evangelización.El segundo de los trabajos nuevos en esta edición tiene como título En torno a la«Verbum Domini». Como se sabe, en esta Exhortación postsinodal Benedicto XVIrecoge el fruto del Sínodo de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de losObispos, que se celebró en el Vaticano desde el 5 octubre de 2008 y que tuvo como temaLa Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. El estudio del Dr. GarcíaMoreno nos adentra en la riqueza de la Palabra de Dios tal y como aparece en losDocumentos del Sínodo y de la Exhortación Apostólica. El autor nos ofrece unas páginasbellísimas en torno a la esencia de toda palabra, remontándose a la fuerza salvadora yevangelizadora de la Palabra de Dios. También este trabajo entra plenamente en elcampo de la Nueva Evangelización.Solo nos queda desear que el libro, al recoger tantas ponencias y artículosdiseminados en diversas publicaciones, pueda ayudar a muchos lectores a comprendercon mayor profundidad la Palabra de Dios y a dejarse contagiar por el amor al textosagrado que el autor deja traslucir en sus páginas.DOMINGO MUÑOZ LEÓNMiembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas9

y Profesor de la Universidad de Comillas en Madrid.Director de la Versión oficial de la Sagrada Bibliade la Conferencia episcopal Española10

PRESENTACIÓNDesde hace más de cuarenta años, la Facultad de Teología de la Universidad deNavarra viene celebrando un Simposio Internacional de Teología. Los diversosdepartamentos se van sucediendo en la organización de esta cita anual, en la que seestudian con un nivel aceptable y buena participación de profesores nacionales yextranjeros temas de actualidad, en gran parte relacionados con los Sínodos de Obispos ysiempre procurando abordar temas candentes y de interés teológico.Como es natural he participado habitualmente en estos Simposios, al ser profesor deExégesis del Nuevo Testamento en dicha Facultad, durante el segundo semestre y desdeel año 1972. Cuando se iniciaron estos Simposios, me encontraba ya metido de lleno enel estudio del Evangelio de San Juan, no sólo por las clases encomendadas, sino tambiénpor haber participado muy de lleno, junto con los profesores J. M. Casciaro y G. Aranda,en la publicación del volumen dedicado al IV Evangelio y al Apocalipsis de la SagradaBiblia, que nuestra Facultad ha publicado. Ello determinó que mis aportaciones a loreferidos Simposios se centraran en temas joánicos. Por otro lado, diversascircunstancias contribuyeron a que me interesara por aspectos litúrgicos en los que tanricos son los escritos joanneos, no sólo el Apocalipsis sino también el IV Evangelio.Estas diversas pautas encauzaron mi investigación y estudio: Todo lo expuesto haceque no siempre haya una unidad temática, e incluso que algunos aspectos se repitan,aunque siempre desde perspectivas diversas y sin caer en lo iterativo. De todas formas sepuede decir que hay una cierta cohesión en los temas desarrollados, por estudiarlos deordinario desde la perspectiva joánica. Dividimos el conjunto en tres partes, cada una conuna temática prredominante.La Primera Parte la titulo Cristo y la Iglesia. La Cristología joánica es de unariqueza extraordinaria, sugerida por el hagiógrafo a través de los diversos títulos que seaplican a Jesucristo. Nos hemos fijado en el de Cordero de Dios, en el Pan de vida, y elHijo del Hombre, lo cual nos permite intuir en cierto modo la riqueza teológica yprofundidad del pensamiento que se encierra en su concepción cristológica. Luegoinsertamos una comunicación sobre Jn 3, 16 en la que nos detenemos en el concepto delmundo en San Juan. Sin descuidar el aspecto negativo del mundo, cuyo Príncipe esSatanás, sobresale el amor divino por la obra de sus manos y cómo, a través de la Iglesia,el Enviado del Padre, Cristo Jesús, sigue presente y operativo en medio del mundo y delos hombres, para salvarlos.La Segunda Parte la llamo La Iglesia en oración. Donde se expone como la Esposaamada de Cristo se dirige ante todo hacia Dios, cuya gloria es el único objetivo que lamueve, en justa correspondencia de amor. A través del culto y la liturgia de Iglesia se11

dirige al Señor para adorarle y alabarlo, para recordar agradecida y gozosa las magnaliaDei, las maravillas de Dios. Al mismo tiempo la Iglesia contempla la figura orante deCristo y, con la Samaritana, escucha, cuál ha de ser el nuevo culto de los verdaderosadoradores, que el Padre quiere. Todo ello nos lleva a presentar a Cristo como el TemploNuevo y a rememorar las grandes fiestas del Antiguo Testamento, que alcanzan suplenitud y culminación en el Nuevo, según se va desgranando en el IV Evangelio.Por último la Tercera Parte, Los sacramentos, está dedicada a ver el modo concretode continuar entre los hombres la presencia liberadora y salvadora de Jesús. Por mediode la Gracia nuestro Padre Dios nos libra del pecado y al mismo tiempo nos eleva a lasuprema categoría de hijos de Dios. Y esa doble acción, sanante y elevante, la realiza laIglesia, por voluntad de Cristo, a través de los Sacramentos, sobre todo de los llamadosde la iniciación cristiana. Es un tema apasionante y difícil, en especial lo relativo a laEucaristía y la Penitencia, y más aún lo referente al del Sacerdocio, que para muchosestá ausente en el IV Evangelio. Afrontamos el reto de esas dificultades, aunque a vecescaminamos descalzos, conscientes de estar pisando tierra sagrada.Algunos trabajos son más antiguos que otros. Todos los hemos releído yactualizado, pero hemos prescindido de incorporar nuevas publicaciones que, aunqueconocidas y recensionadas en los últimos años de «Scripta Theologica», no citamos deordinario, pues ello nos obligaría a demorar demasiado estas publicación.Quiero recordar al que fue Prelado del Opus Dei, Mons.Alvaro del Portillo que enuna ocasión, al referirle mis trabajos sobre San Juan, me animó mucho y mostró granentusiasmo por «la Teología del Teólogo», en palabras suyas. Quedé muy impresionado.Sólo me queda agradecer al Prof. Domingo Muñoz León su Prólogo y la ayudaprestada por mi Arzobispo, hoy emérito, D. Antonio Montero. Aprovecho para recordartambién con gratitud a Mons. D. José Luis González Novalín, y al actual Rector,Profesor D. Mariano Sanz González, de la Iglesia Nacional Española en Roma, en cuyaresidencia para posgraduados he podido trabajar en un gran ambiente de estudio y defraternidad.12

I. CRISTO Y LA IGLESIA13

1. CRISTO, CORDERO DE DIOSPosibles raíces semánticasCordero de Dios[1] es un título llamativo y poco usual, una de esas expresionescargadas de misterio y de rico contenido teológico, que intentan explicar lo inefable.Fórmula todavía vigente, como lo muestra Juan Pablo II al hacerse eco de las palabrasdel Bautista, «mostrando con nuevo vigor a Cristo, el Cordero de Dios que quita elpecado del mundo (Jn 1, 29), el Redentor, el Señor de la Historia»[2].En el Nuevo Testamento, para designar a un cordero, se usan los vocablos griegosἀμνος, αῤνίον, ἀρήν, amnós, arníon, arén. Los términos ἀμνος y αῤνίον, amnós yarníon sólo se aplican a Jesús. Por otro lado, mientras que en los escritos joánicos seidentifica y representa a Cristo como un cordero[3], en los demás escritosneotestamentaros sólo se le compara con dicho cordero[4].Para comprender el sentido de este título, podemos señalar cinco modos deaparecer la figura del cordero: a) como víctima del sacrificio de expiación; b) comocordero pascual; c) como representación del Siervo paciente de Is 53; d) como Mesíasapocalíptico; e) referente al sacrificio de Isaac[5].Así, pues, en primer lugar, el sentido sería sacrificial, como se deduce de los LXX,que lo usan un centenar de veces con referencia al sacrificio de los corderos. Estaconnotación de sacrificio y debilidad habría inducido al autor del Apocalipsis a preferirαῤνίον, arníon, porque expresa mejor el aspecto de la debilidad del cordero, puesto queἀμνος, amnós, sirve también para designar al guerrero triunfante que pisotea a susenemigos[6]. Esta observación no significa que el Cordero en el Apocalipsis aparezcadébil e indefenso, abatido e inerme. En más de una ocasión se habla de su poder ysuperioridad frente al enemigo, de su bravura y gallardía. Así vemos que la bestia y susecuaces «lucharán contra el Cordero; pero el Cordero y sus seguidores, los vencerán,porque es Señor de señores y Rey de reyes»[7].El uso de ἆμνός, amnós, en el Evangelio de Juan podría derivarse de ciertosdesarrollos teológicos, relacionados con la idea de expiación, sugeridos por el ambientecristiano primitivo. De todas formas parece que la fórmula «Cordero de Dios» se hallabaen una tradición antigua, que Juan asume por estar en conformidad con su conceptocristológico[8]. Sin embargo, se puede pensar que el título se remonta al Bautista, aunqueen un primer momento no se supiera bien qué significaba la fórmula en su camposemántico y teológico[9]. Barret estima posible que el Bautista, o al menos los primeroscristianos, pensara en el Mesías como el cordero apocalíptico destinado a ahuyentar elmal. No obstante, la teología cristiana reflexionó sobre la muerte de Jesús, y la liturgia14

primitiva desarrolló el concepto de la pascua cristiana. Por su parte, el evangelista Juancondensó la riqueza de este material en un término que, como otros usados por él, era almismo tiempo judaico y helenístico, teológico y litúrgico. De esa forma se puso en elcentro de la teología cristiana, de la liturgia y del arte la imagen del Agnus Dei qui tollitpeccata mundi[10].La idea del sufrimiento de Cristo era ajena a la tradición judaica, aunque hubieraalgunos indicios de ella en diversos pasajes del Antiguo Testamento. La realidad de lamuerte del Mesías impulsó a la comunidad cristiana primitiva a revisar eseacontecimiento a la luz de la Escrituras. De ahí que el título de Cordero de Dios sea elresultado de una combinación de nociones complementarias, relativas a la salvación. Elevangelista las habría refundido pues se realizaron en Jesús. Por tanto, no essorprendente que, bajo la misma imagen del cordero, se hayan entrelazado diversostemas[11].Respecto al cordero como víctima de expiación, es cierto que el animal ordinario delos sacrificios expiatorios no era el cordero sino un toro o un macho cabrío[12]. Sinembargo en diversos pasajes se habla del sacrificio del cordero con valor de purificacióny de remisión del pecado[13]. Además, tenemos el sacrificio llamado en hebreo תמיך ,Tamyd. Era diario y se ofrecían en él dos corderos, uno por la mañana y otro por latarde[14]. Este sacrificio pudiera ser fundamento de la expresión «el que quita el pecadodel mundo»[15], avalada por las referencias del Apocalipsis a la sangre del corderoinmolado, derramada para el perdón de los pecados[16]. Aunque la repetición delsacrificio no armoniza con el sacrificio único de Jesús, es una posibilidad para afirmarque la muerte de Cristo como sacrificio es extraña al IV Evangelio[17].Se puede admitir que el tema de la muerte expiatoria de Cristo, en el IV Evangelio,sea un tema secundario, pero de ninguna forma que esté ausente[18]. Por otro lado,tenemos que la concepción de la muerte de Cristo, como sacrificio expiatorio esimportantísima en el Apocalipsis y en la primera epístola de Juan, en la que Cristo vienepresentado como el que se ha manifestado para quitar el pecado[19], como redención(ἰλασμός, hilasmós) por los pecados del mundo[20].Los que relacionan a Jesús con el cordero pascual, sostienen que, precisamente poresa relación, Juan señala la hora de su muerte, la de sexta, por ser la misma en que serealizaba la inmolación de los corderos en el Templo[21]. Por otro lado, hay más detallesque permiten pensar en el cordero del sacrificio. Así ocurre con el hisopo usado paradarle vinagre, pues sugiere el hisopo que se usaba para untar las jambas de las puertas delas casas israelitas[22]. Lo mismo sucede con el rito de no romper ningún hueso alcordero del sacrificio[23], lo cual ocurre con Jesús, en contraposición con los dosladrones cuyas piernas son quebrantadas, rotas. Por otro lado, en la legislación rabínicahay dos normas que pueden considerarse como apoyo de la relación de Cristo con elcordero pascual. Primero el mandato de desangrar la víctima[24], que recuerda lalanzada en la transfixión. Por otro lado el cordero era colocado sobre dos palos cruzadospara asar al cordero, lo que evoca la crucifixión de Jesús. Son detalles, sin embargo, cuyovalor es discutido por diversos autores[25].15

Respecto a la relación de Jesús con el Siervo de Yahwéh, es cierto que lacomunidad primitiva lo identificaba con el Siervo de Deuteroisaías. El título de paîs,usado en los Hechos de los Apóstoles[26], fue pronto abandonado porque se consideródemasiado humilde en una etapa posterior[27]. En base a tales referencias el Bautistahabría visto en Jesús al Siervo, pero no el que sufre según Is 53, sino el que se presentacomo profeta y doctor según Is 42, 1-9[28].Schnackenburg estima que, aunque el significado de la muerte de Cristo comovicaria fuese corriente en el cristianismo primimitivo[29], no se relacionaba con la figuradel cordero, una creación de nuestro evangelista[30]. De la Potterie, sin embargo, piensaque esa representación del cordero se remonta al Bautista que habló de la purificación delos pecados, aunque realizada mediante el «conocimiento» de la Ley y de la Sabiduríadivina[31].En el estudio de nuestro tema es común recurrir a la literatura apocalíptica, ya queen ella está presente la figura del cordero, como guía de la grey del Señor que combate yvence a sus enemigos. El texto más antiguo es el Libro de los sueños 89-90 donde sehabla de historia de Israel con la alegoría del rebaño, cuyo dueño es el Señor, y suspersonajes más importantes están representados como ovejas o corderos. El testamentode José refiere la visión de una virgen de la tribu de Judá que da a luz a un cordero queextermina a las fieras de la selva y reptiles de la tierra, con gran alegría de los ángeles yde los hombres[32].Aunque es posible una interpolación, queda daro que un cordero vence al león. Lapresencia de la virgen no puede ser considerada necesariamente como una interpolacióncristiana, puesto que ya Is 7, 14 habla de la virgen que da a luz un hijo. De todas formas,en el conjunto de estos pasajes tenemos la idea de una profecía sobre un cordero quecombatirá y vencerá. Su difusión en el mundo judío precristiano como figura mesiánicapudo haber influido en su uso en el IV Evangelio y en el Apocalipsis. Es decir, no esinverosimil que el Bautista pudiera haber llamado a Jesús Cordero de Dios[33]. Doddretiene que este título es sinónimo en Juan del título de Mesías, puesto que después deoír la frase del Bautista señalando a Jesús como Cordero de Dios, Andrés dice a suhermano que han encontrado al Mesías[34]. Aquí, como en otros pasajes del IVEvangelio, se advierte un cierto trasfondo judaico[35].En cuanto al sacrificio de Isaac, fue una referencia en la primitiva comunidad queles ayudó a comprender el sentido expiatorio del sacrificio de Jesús. Huellas de esto latenemos en la epístola a los Romanos y en la de los Hebreos[36], donde Isaac vieneconsiderado como símbolo de la pasión y resurrección de Jesucristo[37]. Isaac es el hijopredilecto, como lo es Jesús, ofrecido en sacrificio por los pecados del mundo. Es ciertoque el sacrificio de Isaac no hace referencia a la expiación por los pecados, pero al menosofrece la base indirecta para una interpretación posterior del sacrificio de Cristo[38].La Cristología derivada del testimonio del Bautista es tan rica, que se pone en dudaque el Precursor pudiera formularla. Eso es cierto, pero no se puede descartar que en larevelación particular, que el Bautista afirma haber recibido[39], se le aclarara loconcerniente al plan de salvación realizado por Cristo. Al menos se le pudo entrever el16

modo de llevar a cabo la Redención, mediante la muerte del Mesías. Lo cual, por otraparte, tenía su base en el Antiguo Testamento, aunque fuera de forma velada yembrionaria.Por otro lado, los diversos aspectos del testimonio del Bautista también seencuentran, en cierto modo, en la literatura rabínica de aquel tiempo, sobre todo en losescritos apocalípticos. También dentro del rabinismo cabe destacar a los escritostargúmicos, esas traducciones parafraseadas en las que, al mismo tiempo que se traducíael texto sagrado, se iban intercalando breves añadidos que interpretaban lo traducido. Sonlos célebres Targumín, tan interesantes para conocer la exégesis de los rabinos, así comolas corrientes que iban formando la tradición del pueblo elegido.En muchos casos esa tradición iba preparando el anuncio del Evangelio, pudiéndosehablar de una praeparatio evangelica, con mucha más razón que en los escritosprofanos, en los que también se encuentran a veces elementos que coinciden, o seasemejan, a ciertos aspectos del mensaje evangélico[40]. Esa referencia adelantada alMisterio de Cristo, aunque incompleta y velada, es un hecho que se da en la versióngriega de los LXX. En efecto, como es sabido, toda traducción supone unainterpretación. Pues bien, en el texto de los LXX se encuentran matices que vislumbrancaracterísticas desconocidas de la doctrina de Cristo. Ello explica que los Apóstoles yevangelizadores de la primera hora usen dicha versión griega a la hora de proclamar en elmundo griego el mensaje de la salvación. También resulta lógico que los rabinos judíos,en un primer momento entusiastas de los LXX, acaben por abominar ese texto, dado queera un apoyo propicio para el naciente cristianismo.En el caso de los Targumín, hay un aspecto del sacrificio de Isaac, llamado por losrabinos ‘Aqedá, digno de destacar por su relación con el sacrificio de Cristo. El verbohebreo ‘aqad, atar, es usado al traducir el pasaje del sacrificio de Abrahán. El textooriginal dice: «(v. 9) Llegados al lugar que había dicho Dios, construyó Abraham allí elaltar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac su hijo y le puso sobre el ara, encima de la leña.(v. 10) Alargó Abraham su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo»[41]. El textode los Neofiti, en cambio, dice: «(v. 9) Y vinieron al lugar que les dijo Yahwéh yAbraham construyó allí el altar y colocó los leños y ató a su hijo Isaac y le puso sobre elaltar encima de los leños. (v. 10) Y Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo parasacrificar a su hijo Isaac. Y dijo a su padre Abraham: Padre mío sujétame bien para queno te de patadas y se haga inválida la ofrenda y sea empujado al foso de la destrucciónen el mundo venidero. Los ojos de Abraham estaban en los ojos de Isaac y los ojos deIsaac estaban mirando a los ángeles de lo alto. Abraham no los veía. En aquella horasalió una vez de los cielos y dijo: Venid, ves dos (personas) únicas en el mundo; unasacrifica y otra es sacrificada; el que sacrifica no titubea y el que es sacrificado extiendeel cuello»[42].Como vemos, Isaac aparece consciente de lo que ocurría y acepta el plan divino,aunque al mismo tiempo piensa que cuando esté tendido sobre el altar y vaya a sersacrificado, se resistirá. Por eso ruega a su padre que lo ate y no pueda moverse. De ahíque ese evento se llama en la literatura rabínica la ‘Aqeda, atamiento. Esa circunstancia17

es evocada por el evangelista San Juan cuando refiere dos veces que Jesús es atado[43],detalle que los Sinópticos omiten. En una conocida homilía pascual de Melitón de Sardes,se presentan las figuras que en el Antiguo Testamento anuncian a Cristo, después dehablar que está representado en Abel, asesinado por su hermano, añade que estáprefigurado «atado de pies y manos en Isaac»[44]. Este dato corrobora, a nuestroentender, la importrancia del atamiento en el sacrificio de Isaac y su estrecha relación conel prendimiento de Jesús. En el diálogo con Nicodemo Jesús ha dicho que tanto amóDios al mundo que le entregó a su hijo unigénito. El paralelismo es claro, aunque eldesenlace sea bien diverso.De ahí que se pueda pensar que el Bautista tenía elementos para barruntar, almenos, la condición del Mesías como víctima expiatoria del pecado del mundo[45].Importancia de este títuloComo veremos a lo largo de estas reflexiones, el título Cordero de Dios contiene ensí abundantes resonancias y sugerencias. Juan Bautista, como los profetas, usa unlenguaje figurado muy rico. En efecto, así se desprende de los Sinópticos, cuando noshablan del ministerio del Precursor, con unas imágenes que encierran todo un mensaje.Es indudable que de los escritos joanneos, y en especial del pasaje mismo quecontemplamos, se desprende la importancia que para él tenía este título. En efecto, sóloSan Juan lo utiliza, expresamente referido a Jesucristo, dos veces en el Evangelio yveintiocho veces en el Apocalipsis[46]. Dada la intencionalidad evidente que el autorinspirado tiene en orden a revelar el Misterio de Cristo[47], hay que reconocer que eltítulo Cordero de Dios le es especialmente querido y adecuado para manifestar algunosaspectos esenciales de Jesucristo. En efecto, la Cristología del Apocalipsis está expresadaen la figura del Cordero, metáfora central y exclusiva del libro, determinante para sucomprensión. Connota los tres estadios de la vida y de la obra de Cristo: es el Corderoinmolado en el pasado, es el Cordero que se sienta hoy sobre el trono de Dios y es elCordero de las bodas escatológicas[48].Es el título que impulsó a los discípulos a seguir al Maestro y preguntarle dóndevivía. Ese título fue, por tanto, la chispa que encendió su vida entera. El modo de referiresos momentos llama también la atención. Hay una primera inclusión entre el v. 19 y el34. Tanto en uno como en otro se habla del testimonio del Bautista en favor deCristo[49]. El relato, por otra parte, viene expresado en un esquema de revelación que seusa también en otros momentos, para recalcar aquello que entonces se pone demanifiesto[50]. En este momento se transmite, por tanto, algo que estaba oculto y quetiene una importancia particular: la condición de Jesús como el Cordero de Dios.La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha considerado, y considera, este título como unode los más importantes referidos a Cristo. Desde luego en la cristología de San Juan sedestaca de forma particular[51]. Sobre todo si tenemos la riqueza teológica que entrañasu contenido[52]. Sostiene Orígenes que de las palabras del Bautista en relación a18

Jesucristo, se deduce cuanto le concierne[53]. De hecho, toda la parénesis delApocalipsis se funda, más o menos directamente, sobre el tema de la sangre delCordero[54]. También se ha dicho que este nombre reúne y resume toda la historia deJesús en el mundo[55]. En cierto modo es la representación única en la que convergenlas líneas esenciales de la obra de Cristo, un «ideograma», una palabra-imagen, análogaen cuanto a su estructura y a su empleo del título de Hijo del Hombre[56]. Ya en laantigüedad se había descubierto la riqueza de contenido de este símbolo de Cristo. Es untítulo que, como una piedra preciosa, aumenta el esplendor de la Iglesia[57].En efecto, este titulo ha pasado a la liturgia de la Iglesia y en ella ocupa un puestopreferente. Influye en esto el lugar privilegiado que Cristo, presentado como Cordero,tiene en la liturgia de la Jerusalén Celestial[58]. Así ocurre en la primera visión litúrgicaen que aparece el trono, aunque no se dice quién es el que está sentado. Se refiere que lerodean veinticuatro ancianos en tronos y cuatro seres vivos que claman de continuo unhimno de alabanza al Señor. También los ancianos tributan honor y gloria al que estásentado en el Trono[59]. Respecto a ese misterioso personaje podemos afirmar que setrata del Cordero, pues así ocurre en otras visiones similares.En efecto, en la siguiente visión aparece en medio del trono un Cordero erguido,«como sacrificado». Se le entrega el libro sellado, mientras que los veinticuatro ancianosy los cuatro seres vivos se postraron ante el Cordero, al que cantan alborozados uncántico nuevo. Luego se oye el clamor de muchos ángeles que cantan: «Digno es elCordero inmolado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloriay la alabanza»[60]. Más adelante, de nuevo contemplamos el esplendor deslumbrante dela liturgia celestial, en la que sobresale la figura del Cordero. Hay una multitudinnumerable, gente con túnicas blancas y palmas en las manos que confiesan gozososque la salvación viene del Cordero[61].Al tratar de la presencia del título Cordero de Dios en la liturgia, es pre

La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. El estudio del Dr. García-Moreno nos adentra en la riqueza de la Palabra de Dios tal y como aparece en los Documentos del Sínodo y de la Exhortación Apostólica. El autor nos ofrece unas páginas bellísimas en torno a la esencia de toda palabra, remontándose a la fuerza salvadora y

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