La Dignidad Humana - Latinoamérica Y El Caribe

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La dignidad humanaFilosofía, bioética y derechos humanos

Colección: Derechos Humanos para TodosSerie: Debates y Nuevos desafíosCuaderno: La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanosLa dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos1a edición: junio de 2010Esta publicación fue realizada por la Dirección Nacional de Atención a Grupos en Situaciónde Vulnerabilidad dependiente de la Subsecretaría de Protección de Derechos Humanos de laSecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos dela Nación.Edición, diseño y diagramación: Área de Publicaciones de la Secretaría de Derechos Humanosdel Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.25 de mayo 544. PB. Ciudad de Buenos Aires. Argentina.www.derhuman.jus.gov.arImpreso en la Argentina.

Presidenta de la NaciónDra. Cristina Fernández de KirchnerMinistro de Justicia, Seguridad y Derechos HumanosDr. Julio César AlakSecretario de Derechos HumanosDr. Eduardo Luis DuhaldeSubecretario de Protección de Derechos HumanosDr. Luis Hipólito AlénDirectora Nacional de Atención a Grupos en Situación de VulnerabilidadLic. Victoria Julia Martínez

La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos

PresentaciónContenidoLic. Victoria Martínez7Conferencia de aperturaDr. Eduardo Luis Duhalde9Palabras de presentaciónDr. Juan Carlos TealdiDr. Luis Alén1315Filosofía y dignidad17Dignidad,Dra. María Luisa PfeifferLa actualidad del concepto kantiano de dignidad,Dr. Mario HelerHegel, la dignidad del sujeto,Prof. Rubén Dri192530Bioética y dignidad37Dignidad humana y bioética.Universalidad y fragmentación de la moral,Dr.Juan Carlos TealdiInterferencias entre biopolítica, bioética y dignidad humana,Prof. Patricia Digilio39Casos de bioética y derechos humanos57El trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos,Lic. Victoria MartínezEl trabajo del Equipo Interdisciplinario Auxiliar de la Justiciade la CONADI: reflexiones éticas,Lic. Alicia StolkinerDignidad, derechos humanos y bioética,Dra. Andrea Gualde50596168

ContenidoLa dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos Dignidad y derechos humanosÉtica y derechos humanos,Dr. Rodolfo MattarolloDignidad humana y derecho comparadoDra. Laura Saldivia737580

PresentaciónLa Secretaría de Derechos Humanos desde el inicio de su actual gestión en el año 2003 hatomado a la bioética como una prioridad de sus líneas de trabajo por su indisoluble relación conla garantía de los derechos humanos.La República Argentina, representada por la Secretaría de Derechos Humanos y el acompañamiento de los países latinoamericanos, ocupó un lugar central en el proceso de elaboración,negociación y adopción de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de laUNESCO.A partir de ello se promueve su difusión y la permanente aplicación de sus principios en lacreación de una política de bioética, respetuosa de todos los derechos humanos, especialmentecon valores de equidad y calidad en el acceso al derecho a la salud desde su integralidad.En este marco, la Jornada La dignidad humana. Filosofía, Bioética y Derechos Humanos, realizada el día jueves 16 de abril de 2009 en el Salón Auditorio del Archivo Nacional de la Memoria,se inscribe en este afán por fortalecer el principio de respeto de la dignidad humana como valorconstitutivo e irrenunciable del derecho internacional de los derechos humanos y principio rectorde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO.Como objetivo específico, la jornada propuso reflexionar, evidenciar y dar respuesta a aquellas iniciativas que en el ámbito académico o desde otros ámbitos institucionales han cuestionadoel alcance universal de la dignidad humana y su respeto.La actividad se desarrolló en cuatro mesas en las que participaron destacados especialistasy que abordaron las siguientes temáticas: “Filosofía y Dignidad Humana”; “Dignidad Humanay Bioética”; “Casos de Bioética y Derechos Humanos”; “Dignidad Humana y Derechos Humanos”.La apertura fue realizada por el Secretario de Derechos Humanos, Dr. Eduardo Luis Duhalde,quien destacó el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos, a su cargo, en la temática, ytomó además en su presentación, las palabras que pronunciara Julio Cortázar el 24 de marzo de1981 en un acto de repudio a la dictadura genocida argentina realizado en el Centro Cultural dela Villa de Madrid, que él tituló “Las palabras violadas”, como ejemplo en que se encuentra eldebate en torno a la dignidad humana en relación a la bioética y los derechos humanos.El Dr. Juan Carlos Tealdi, coordinador del Consejo Nacional de Ética y Derechos Humanospara las Investigaciones Biomédicas de la Secretaría de Derechos Humanos, gestor y coordinador de la jornada, realizó un recorrido histórico respecto de las concepciones sobre la dignidaden bioética desde 1947 hasta la actualidad, destacando la importancia de una restauración deluniversalismo de los derechos humanos en la bioética.Cerró su exposición haciendo referencia a la manipulación de los laboratorios en relación alos sujetos que se reclutan y someten a las investigaciones, con una fuerte posición respecto dela protección de los derechos y la dignidad de los pacientes.

En esta publicación se presentan las ponencias presentadas por cada expositor, con el objetode realizar un aporte valioso a la reafirmación del respeto de la dignidad humana.Victoria MartínezLa dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanosDirectora Nacional de Atención a Gruposen Situación de Vulnerabilidad

Conferencia de Apertura*Buenos días a todos, a los partícipes comoponentes de esta jornada y a los inscriptos.Una jornada que realmente para nosotros tiene una enorme importancia en esta reflexiónsobre dignidad humana, filosofía, bioética yderechos humanos.La Secretaría de Derechos Humanos vienetrabajando en la problemática de la bioética ylos derechos humanos intensamente desde elcomienzo de la actual gestión, en el año 2003;y en la cual es un puntal fundamental Dr. JuanCarlos Tealdi, no sólo por su experticia y sunivel científico, sino por su compromiso y losesfuerzos puestos en estos últimos cinco, seisaños de trabajo conjunto, llevando al planointernacional la problemática de los derechoshumanos como indisoluble con respecto a losprincipios de la bioética.Yo voy a utilizar casi totalidad del tiempode esta presentación leyéndoles a ustedes laspalabras que pronunciara Julio Cortázar el 24de marzo de 1981 en un acto de repudio a ladictadura genocida argentina realizado en elCentro Cultural de la Villa de Madrid, que éltituló “Las palabras violadas”. Ya que hacen alpunto en que se encuentra el debate en tornoa la dignidad humana en relación a la bioéticay los derechos humanos. No voy a leer el textocompleto. He tomado lo que entendí eran susaspectos esenciales. Claro está que esta suerte de genocidio literario que he hecho con eltexto de Cortázar le hace perder, a lo mejor, loesencial de su belleza. Pero seguro que Julio,que era un buen amigo, hubiera entendido estos cortes para hacer posible hoy su lectura,sacrificando lo estético al carácter instrumental de sus palabras.Decía Julio Cortázar:Los que asistimos a reuniones como éstasabemos que hay palabras-clave, palabrascumbre que condensan nuestras ideas, nuestras esperanzas y nuestras decisiones, y quedeberían brillar como estrellas mentales cadavez que se las pronuncia. Sabemos muy biencuáles son esas palabras en las que se centrantantas obligaciones y tantos deseos; libertad,dignidad, derechos humanos, pueblo, justiciasocial, democracia, entre muchas otras cosas. Yahí están otra vez esta noche, aquí las estamosdiciendo porque debemos decirlas, porqueellas aglutinan una inmensa carga positiva sinla cual nuestra vida tal como la entendemos notendría el menor sentido, ni como individuosni como pueblos. ( ) las estamos diciendo,las estamos escuchando. Pero en algunos denosotros, acaso porque tenemos un contactomás obligado con el idioma, que es nuestra herramienta estética de trabajo, se abre paso unsentimiento de inquietud, un temor que seríafácil callar en el entusiasmo y la fe del momento, pero que no debe ser callado cuando se losiente con la fuerza y con la angustia con quea mí se me ocurre sentirlo.Una vez más, como en tantas reuniones,coloquios, mesas redondas, tribunales y comisiones, surgen entre nosotros palabras cuyanecesaria repetición es prueba de su importancia; pero a la vez se diría que esa reiteraciónlas está como limando, desgastando, apagando. Digo «libertad», digo «democracia», y depronto siento que he dicho esas palabras sinhaberme planteado una vez más su sentidomás hondo, su mensaje más agudo, y sientotambién que muchos de los que las escuchan*Dr. Eduardo Luis Duhalde, Secretario de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y DerechosHumanos de la Nación.

La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanoslas están recibiendo a su vez como algo queamenaza convertirse en un estereotipo, en uncliché sobre el cual todo el mundo está deacuerdo porque ésa es la naturaleza mismadel cliché y del estereotipo: anteponer un lugar común a una vivencia, una convención auna reflexión, una piedra opaca a un pájarovivo.10Y es entonces que en las encrucijadas críticas, en los enfrentamientos de la luz contra latiniebla, de la razón contra la brutalidad, de lademocracia contra el fascismo, el habla asumeun valor supremo del que no siempre nos damos plena cuenta. Ese valor, que debería sernuestra fuerza diurna frente a las acometidasde la fuerza nocturna, ese valor que nos mostraría con una máxima claridad el camino frente a los laberintos y las trampas que nos tiendeel enemigo, ese valor del habla lo manejamosa veces como quien pone en marcha su automóvil o sube la escalera de su casa, mecánicamente, casi sin pensar, dándolo por sentado ypor válido, descontando que la libertad es lalibertad y la justicia es la justicia, así tal cualy sin más, como el cigarrillo que ofrecemos oque nos ofrecen.Hoy, que en muchos otros países del mundo se juega una vez más el destino de los pueblos frente al resurgimiento de las pulsionesmás negativas de la especie, yo siento que nosiempre hacemos el esfuerzo necesario paradefinirnos inequívocamente en el plano de lacomunicación verbal, para sentirnos segurosde las bases profundas de nuestras convicciones y de nuestras conductas sociales y políticas. Y eso puede llevarnos en muchos casos aluchar en la superficie, a batirnos sin conocera fondo el terreno donde se libra la batalla ydonde debemos ganarla. Seguimos dejandoque esas palabras que transmiten nuestrasconsignas, nuestras opciones y nuestras conductas, se desgasten y se fatiguen a fuerza derepetirse dentro de moldes avejentados, deretóricas que inflaman la pasión y la buena voluntad pero que no incitan a la reflexión creadora, al avance en profundidad de la inteligencia, a las tomas de posición que signifiquen unverdadero paso adelante en la búsqueda denuestro futuro.Todo esto sería acaso menos grave si frentea nosotros no estuvieran aquellos que, tanto enel plano del idioma como en el de los hechos,intentan todo lo posible para imponernos unaconcepción de la vida, del Estado, de la sociedad y del individuo basada en el desprecioelitista, en la discriminación por razones raciales y económicas, en la conquista de un poderomnímodo por todos los medios a su alcance,desde la destrucción física de pueblos enteros hasta el sojuzgamiento de aquellos gruposhumanos que ellos destinan a la explotacióneconómica y a la alienación individual. Si algodistingue al fascismo y al imperialismo comotécnicas de infiltración, es precisamente suempleo tendencioso del lenguaje, su manerade servirse de los mismos conceptos que estamos utilizando aquí esta noche para alterar yviciar su sentido más profundo y proponerloscomo consignas de su ideología.Nuestros enemigos han mostrado su capacidad de insinuar, de introducir paso a pasoun vocabulario que se presta como ningunoal engaño, y si por nuestra parte no damos alhabla su sentido más auténtico y verdadero,puede llegar el momento en que ya no se veacon la suficiente claridad la diferencia esencial entre nuestros valores políticos y socialesy los de aquellos que presentan sus doctrinasvestidas con prendas parecidas; puede llegarel día en que el uso reiterado de las mismaspalabras por unos y por otros no deje ver yala diferencia esencial de sentido que hay entérminos tales como individuo, como justiciasocial, como derechos humanos, según quesean dichos por nosotros o por cualquier demagogo del imperialismo o del fascismo.Poco a poco esas palabras se viciaron, seenfermaron a fuerza de ser violadas por laspeores demagogias del lenguaje dominante.Y nosotros, que las amamos porque en ellasalienta nuestra verdad, nuestra esperanza ynuestra lucha, seguimos diciéndolas porquelas necesitamos, porque son las que deben expresar y transmitir nuestros valores positivos,nuestras normas de vida y nuestras consignasde combate. Las decimos, sí, y es necesario yhermoso que así sea; pero, ¿hemos sido capaces de mirarlas de frente, de ahondar en su sig-

nificado, de despojarlas de las adherencias defalsedad, de distorsión y de superficialidad conque nos han llegado después de un itinerariohistórico que muchas veces las ha entregado ylas entrega a los peores usos de la propaganday la mentira?Y así podríamos seguir pasando revista aldoble juego de escamoteos y de tergiversaciones verbales que, como se puede comprobarcien veces en ese y en tantos otros casos, termina por influir en mucha gente y, lo que espeor, golpea a las puertas de nuestro propiodiscurso político con las armas de la televisión,de la prensa y del cine, para ir generando unaconfusión mental progresiva, un desgaste devalores, una lenta enfermedad del habla, unafatiga contra la que no siempre luchamos comodeberíamos hacerlo.¿Pero en qué consiste ese deber? Detrás decada palabra está presente el hombre comohistoria y como conciencia, y es en la naturaleza del hombre donde se hace necesarioahondar a la hora de asumir, de exponer y dedefender nuestra concepción de la democraciay de la justicia social.Es tiempo de decirlo: las hermosas palabrasde nuestra lucha ideológica y política no se enferman y se fatigan por sí mismas, sino por elmal uso que les dan nuestros enemigos y el queen muchas circunstancias les damos nosotros.Una crítica profunda de nuestra naturaleza, denuestra manera de pensar, de sentir y de vivir,es la única posibilidad que tenemos de devolverle al habla su sentido más alto, limpiar esaspalabras que tanto usamos sin acaso vivirlasdesde adentro, sin practicarlas auténticamente desde adentro, sin ser responsables de cadauna de ellas desde lo más hondo de nuestroser. Sólo así esos términos alcanzarán la fuerzaque exigimos en ellos, sólo así serán nuestros ysolamente nuestros. Sólo así lograremos que elfuturo responda a nuestra esperanza y a nuestra acción, porque la historia es el hombre y sehace a su imagen y a su palabra.Creo que no podríamos expresarlo de mejor manera que Julio Cortázar. Y las palabrasde éste nos permiten plantear el nudo del debate hoy en relación a la dignidad humana,a la bioética y los derechos humanos. Comotoda lucha histórica por los derechos, ésta tiene el carácter de un combate que, en el planocientífico y académico, nos remite al enfrentamiento con ideologías e intereses económicosy políticos que no por solapados o no explicitados dejan de animar, desde esa perspectiva que cuestionamos, la gran batalla por laproducción de sentido del discurso en torno ala dignidad del ser humano, frente a los apropiadores de palabras y conceptos, al trastocarsu sentido. No olvidemos, al reflexionar sobreeste combate, que en Chile, a principios de los60, un ciudadano alemán, nazi y pedófilo, fundó junto a otros compatriotas de igual ideología una colonia que llamó “Dignidad”. Y quetrece años más tarde, tras el golpe de Pinochet,para coronar la perversidad de la apropiacióndel concepto, los administradores de la colonia“Dignidad” celebraron un convenio con el jefede la DINA, el genocida Manuel Contreras, porel cual se instaló allí un campo clandestino dedetención y tortura.Como ustedes saben, el concepto de bioética es relativamente nuevo y nace a principiosde la década del 70. Se le atribuye a Van Rensselaer Potter, aunque el verdadero nacimientose encuentra en el Código de Nuremberg, de1947, como respuesta a los experimentos médicos del nazismo.Un año más tarde, la Asamblea General delas Naciones Unidas aprobaba la DeclaraciónUniversal de los Derechos Humanos, cuyo artículo primero consagra que todos los seres humanos nacen libres e iguales en su dignidad yen sus derechos. Desde entonces, se ha venidoavanzando en el desarrollo de la bioética y surelación con los derechos humanos, donde unode los hitos fundamentales es la Declaraciónde Helsinki de la Asociación Médica Mundial,hasta llegar a la Declaración Universal sobreBioética y Derechos Humanos, aprobada porla UNESCO, y donde jugó un papel fundamental la representación argentina, a través del Dr.Juan Carlos Tealdi, y los países de América Latina allí representados.Sin embargo, el desarrollo geométrico tecnológico, la globalización de la economíacapitalista bajo los principios del más salvajeneoliberalismo y los intereses crecientes de laindustria farmacéutica a nivel mundial, han11

La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos12hecho que sus exponentes en el campo de laciencia bioética hayan pretendido y sigan pretendiendo arrasar estos avances históricos enmedio del “safari de las investigaciones globales a la caza del cuerpo humano”, según palabras del Dr. Tealdi, al referirse al crecimiento ycarácter de las investigaciones médicas en lospaíses periféricos.Pronto olvidaron la razón de ser del Código Nuremberg y fueron más allá con la perversa desnaturalización de la Declaración deHelsinki, creando un doble estándar aplicable,diferenciando, a los países desarrollados de lospaíses pobres. Aún hoy, con sus concepcioneselusivas y sus prácticas discriminatorias y racistas, cuando no criminales, en nombre deuna pseudo moral pragmática, y en su negativaa reconocer la unidad indisoluble que existeentre la bioética y derechos humanos, siguendando batalla en el campo científico.Y allí radica la importancia que tiene paratodos nosotros la recuperación del sentidosustantivo de los principios éticos y de los derechos humanos en relación a la bioética; dereafirmar que la dignidad como principio rector nace de reconocer que el ser humano tieneuna finalidad en sí mismo y no es un medio;que tiene poder determinante por sí mismo alos fines que persigue y que los valores inmanentes de su condición humana son absolutosy están representados como derechos funda-mentales. Esos valores y esos derechos constituyen la dignidad humana, que no admiterecortes ni menoscabos en su respeto.Hace largo tiempo que, en lo personal, ymucho antes de que la vida me convirtiera enun gerenciador de las políticas públicas enderechos humanos que vengo sosteniendo enmis escritos y en foros internacionales que laética en nuestro tiempo es la defensa de losderechos humanos, convertida ya en filosofíapolítica referenciadora del contenido democrático universal. Y por lógica consecuencia, ladignidad humana no es un concepto abstracto,sino concreto. La dignidad no se agota en categorías axiológicas atemporales. La particularidad de cada ser humano y de su entorno socialno puede generar desigualdades de estándaresaplicables, sino por el contrario, enriquecercon múltiples miradas su lugar en el mundo.Para concluir, quiero señalar que en el ejercicio de la docencia, forzando los principiosjurídicos y normativos, y con el fin de que sehaga carne el respeto debido del ser humano,suelo decir que los derechos humanos son losderechos del otro y que nos comprende a cadauno de nosotros, en tanto somos “el otro delotro”. La lucha por el respeto a la dignidad humana

La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos Colección: Derechos Humanos para Todos Serie: Debates y Nuevos desafíos Cuaderno: La dignidad humana. Filosofía, bioética y derechos humanos Esta publicación fue realizada por la Dirección Nacional de Atención a Grupos en Situación

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