La Ví A Del

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LAV Í A DELALEJANDRO JODOROWSKYMARIANNE COSTAGrijalbo

"Sólo has de adquirir el poder de ayudar.Un arte que no sirve para sanar no es arte"ALEJANDRO JODOROWSKIHe aquí la obra más importante sobre el Tarot que se ha publicado en muchosaños. Escrita por Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa, los más reconocidosexpertos en el tema, que reúne la totalidad de sus conocimientos y enseñanzasprácticas sobre este enigmático lenguaje esotérico.Los autores revelan la sorprendente precisión del Tarot, la perfección en susrelaciones internas, su asombrosa unidad geométrica y los misterios —aún noresueltos- de su origen.El Tarot, mucho más que una herramienta terapéutica, método de adivinacióno base para la meditación y el auto conocimiento, es una verdadera catedralde bolsillo en donde se concentra toda la riqueza simbólica de Occidente.El Tarot acompaña y es el fundamento del recorrido de más de 30 años, artístico y terapéutico, de Alejandro Jodorowsky, que resultó en el desarrollo deeste libro, sin duda la referencia más importante del siglo sobre el tema.Marianne Costa y Alejandro Jodorowski concibieron La vía del Tarot comouna variedad de facetas para que sea apoyo a los principiantes, instrumentode reflexión a sus estudiosos y una guía práctica para todo público. Los capítulos de este manual exhaustivo permitirán al lector iniciarse en la estructuranumerológica y simbólica de las cartas, comprender y estudiar uno por uno losveinticuatro arcanos mayores y los cincuenta y seis arcanos menores; perotambién le abrirán la posibilidad de lanzarse paso a paso a la práctica, explorando las resonancias existentes entre las cartas y todas las estrategias de lectura, que permiten utilizar el Tarot tanto para uno mismo como para los demás.Cada una de estas partes del libro va precedida de un prólogo por los autores,donde, en su característico estilo a medio camino entre la narración y la autobiografía, exponen la trayectoria de toda una vida, los encuentros, las coincidencias y los descubrimientos que le han llevado a elaborar su comprensiónúnica del Tarot. Además incluye la explicación e imágenes del Tarot de Marsella.ISBNRbB-STSb-RR-S9 ll 789685 il 956994 l

ALEJANDRO JODOROWSKY-PRULLANSKY(Iquique, Chile, 1929) ramificó actividadesartísticas desde temprana edad: en 1944obtuvo notoriedad al publicar sus primeros poemas en la capital chilena; a los 16años se dedicó a las marionetas; a los 17debutó como actor y a los 18 creó un grupo consagrado a la pantomima. En 1953viaja a París y se integra a la compañía deMarcel Marceau, con la que realiza girasmundiales; en el transcurso de una de éstas, el grupo de Marceau visita México;Jodorowsky decide quedarse en este paísy consagrarse a la dirección escénica: durante la década de los sesenta y los primeros años setenta montará más de cienobras teatrales. En febrero de 1962 fundaen la capital francesa, en colaboración conFernando Arrabal y Roland Topor, unmovimiento artístico: el Pánico, centrado en tres elementos básicos: terror, h u mor y simultaneidad.En 1967 adapta a la pantalla Fando y Lis,la pieza de Fernando Arrabal. Dos añosmás tarde emprende el rodaje de El Topo,una película que obtiene el entusiastaapoyo de John Lennon y se convierte enel primer filme de culto de la historia.En 1972 realiza La montaña sagrada, quese proyecta durante 16 meses continuos

LA VÍA DELTAROTALEJANDRO JODOROWSKYMARIANNE COSTAGrijalbo

índicePresentaciónM a r i a n n e CostaLA VÍA DEL TAROTTítulo original en francés: La voie du TarotIntroducciónA l e j a n d r o JodorowskyPrimera edición en México, 2004 2004, Alejandro Jodorowsky 2004, Marianne CostaLA VÍA DEL TAROTTabla de c o r r e s p o n d e n c i a s De la traducción, Anne-Héléne Suárez GirardEdición cedida por Editorial Símela, SA., 2004Plaza de Manuel Becerra, 15. "El Pabellón"28028 Madrid.D.R. 2004, Random House Mondadori, SA. de C.VAv. Homero No. 544, Col. Chapultepec Morales,Del. Miguel Hidalgo, CE 11570, México, D.EPrimera parte. Estructura y numerología1. C o m p o s i c i ó n y reglas de o r i e n t a c i ó n2. La n u m e r o l o g í a del T a r o t3. C o n s t r u i r el m á n d a l a en diez fases4. Los o n c e colores del Tarotwww.randomhousemondadorí .com. mxQueda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares delcopyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción totalo parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplarde la misma mediante alquiler o préstamo público.Segunda parte. Los arcanos mayoresEl LocoI El MagoII La PapisaISBN 968-5956-99-5Impreso en México / Printed in México

III La E m p e r a t r i zIII El E m p e r a d o rV El PapaVI El E n a m o r a d oVIl El CarroVIII La JusticiaVIIII El E r m i t a ñ oX La Rueda de F o r t u n aXI La FuerzaXII El ColgadoXIII El Arcano sin n o m b r eXIIII TemplanzaXV El DiabloXVI La TorreXVII La EstrellaXVIII La LunaXVIIII El SolXX El J u i c i oXXI El M u n d 65271277Tercera parte. Los arcanos m e n o r e s2831. La n u m e r o l o g í a g r a d o a g r a d o en cada Palo2972. Los Triunfos o Figuras359Cuarta parte. El Tarot de dos en dos3851. Los dúos de las dos series d e c i m a l e s3952. Las parejas del Tarot3. Los pares q u e suman XXI4. Sucesión n u m é r i c a y translación405453463Quinta parte. La lectura del Tarot4751. Primeros pasos2. Leer tres cartas3. Leer c u a t r o cartas y más4. Leer diez cartas y más499515553567Conclusión. El pensamiento tarótico589índice de materias603

Presentación¿Cómo escribir un libro sobre el Tarot? Sería como tratarde vaciar el mar con un tenedor.Desde hace unos treinta años, la obra de Alejandro Jodorowsky se conforma a la multiplicidad dinámica del Tarot: ramostranscrito ese material en su totalidad, tendríamos varias decenas de miles de páginas apasionantes y, a la vez, completamente desorganizadas, acerca de diversos aspectos de este arteque no se deja encerrar en ningún tipo de rigidez.Dado que eso no era posible y que era preciso un libro, ysólo u n o , hemos decidido, Alejandro y yo, presentar el Tarotdesde una variedad de facetas que puedan servir de apoyo alos principiantes, de instrumento de reflexión a quienes sienten interés por ello desde hace años, tratando, a la vez, de conservar para el lector el placer de la lectura.Por eso todos los capítulos de este libro incluyen una introducción redactada en primera persona por Alejandro, querecorre su trayectoria única, la de una vida entera en compañía de ese exigente maestro, de ese fiel amigo, de ese poderoso aliado que es el Tarot,Para toda la parte técnica, nos hemos esforzado en ser fieles a la extrema plasticidad del Tarot: a la vez claro y profundo, lineal y multidimensiónal, lúdico y complejo. no se deja11

reducir a ninguno de los infinitos posibles que abre. Por esohemos intentado construir un manual que pueda leerse ya seapor fragmentos, ya sea de forma seguida, en que cada temasea abordado a la vez detenida y brevemente, y en que las imágenes acompañen constantemente al texto, ya que el Tarotconstituye ante todo un aprendizaje del ver.Este libro se organiza pues en cinco partes: la primera tienecomo objeto familiarizar al lector con la estructura global delTarot, sus fundamentos numerológicos y simbólicos. La segunda examina uno por uno los arcanos llamados «mayores»; latercera hace lo mismo con los arcanos llamados «menores». Lacuarta parte representa lo que hemos querido que sea un primer paso en la lectura dinámica del Tarot: el estudio de lospares, de las parejas, de diferentes relaciones internas entredos y más cartas, lo cual permite una mejor intuición de lasinfinitudes relaciónales que encierra este arte. Por último, laquinta parte está dedicada a la lectura del Tarot.En el estudio que proponemos de los arcanos mayores ymenores no hemos pretendido describir la totalidad de losdetalles que pueden verse en las cartas: es simplemente imposible, nosotros mismos descubrimos cada día nuevas relaciones y nuevos indicios. Nuestro propósito ha sido establecer unmétodo para que el lector pueda encontrar un sentido a losdetalles que él mismo irá descubriendo en su proceso deobservación.Queremos expresar nuestro agradecimiento muy particularmente a Barbara Clerc, que desde hace años transcribe y archiva las lecciones y conferencias desinteresadas de AlejandroJodorowsky. Ella puso a nuestra disposición todos esos archivos, que sin su labor se habrían quedado en tradición oral.Marianne CostaIntroducción*En Tocopilla, pequeño p u e r t o chileno sumido entre el gélido océano Pacífico y las planicies montañosas del desierto deTarapacá, la zona más seca del m u n d o , d o n d e no ha llovidodurante siglos, tuve a los 7 años mi primer contacto con losnaipes. A causa del extremo calor, los comerciantes cerrabansus negocios desde mediodía hasta las cinco de la tarde. Jaime,mi padre, bajaba la cortina de acero de su Casa Ukrania- d o n d e vendía ropa interior de mujer y artículos domésticosy se iba a jugar al billar d o n d e «el loco Abraham», un judíolituano, viudo, varado allí en circunstancias misteriosas. Enese hangar donde no entraban mujeres, los mercaderes rivales,alrededor de una mesa verde, decretaban la paz y afirmabansu virilidad haciendo carambolas. Según la filosofía de Jaime,a los 7 años un niño ya tenía el cerebro formado y se le debíatratar como a un adulto. El día de mi séptimo aniversario mepermitió acompañarlo a jugar al billar. No me impresionó elatronador ruido de las bolas chocando, ni sus estelas blancas yrojas cruzando el paño aceitunado, lo que atrapó mi atención yme fascinó fue el castillo de naipes. El loco Abraham tenía lamanía de construir, con mazos de cartas, grandes castillos. Deja* Esta Introducción, las introducciones correspondientes a las cinco partesde esta obra y la Conclusión han sido escritas en castellano.13

ba ese conjunto, siempre diferente, extenso, alto, en el mesóndel bar, lejos de las corrientes de aire, haciéndolo durar hastaque él mismo, borracho, lo deshacía a golpes para, de inmediato, p o n e r s e a construir otro. Jaime, socarrón, me empujóhacia el «chiflado» ordenándome que le preguntara por quéhacía aquello. El, con una sonrisa triste, le respondió a unniño lo que no quería decir a los adultos: «Imito a Dios,muchachito. Aquel que nos crea, nos destruye, y con nuestrosrestos, reconstruye».Los sábados por la noche y los domingos después de almorzar, para vencer el tedio provinciano, mi padre recibía en lacasa a un grupo de amigos con los cuales jugaba durante horasa las cartas mientras Sara Felicidad, mi madre, única mujer,servía las cervezas y los canapés, convertida en sombra. Elresto de la semana, las cartas dormían encerradas bajo llave enun armario. A pesar de que esos cartones me fascinaban, teníaprohibido tocarlos. Según mis padres, eran sólo para los adultos. Esto me dejó con la idea de que los naipes, fieras peligrosas que sólo podían ser domadas por un sabio, en este casoJaime, tenían poderes mágicos. Como empleaban frijoles enlugar de fichas, todos los lunes mi madre, quizá para descargar la pena de ser excluida del juego, los ponía a hervir y hacíacon ellos una sopa que yo engullía sintiendo que me aportabap a r t e de esos poderes.Siendo hijo de emigrantes rusos, mi físico, muy diferentedel de los chilenos autóctonos, me privó de amigos. Mis padres, sumergidos diez horas diarias en la Casa Ukrania, nopodían ocuparse de mí. Agobiado por el silencio y la soledad,comencé a registrar los muebles del dormitorio con la esperanza de encontrar algún detalle que me permitiera saber quérostro ocultaban detrás de sus máscaras indiferentes. En unrincón del r o p e r o , entre las perfumadas ropas de Sara Felicidad, encontré una cajita de metal rectangular. Los latidos demi corazón se aceleraron. Algo me dijo que iba a obtener unarevelación importante. La abrí. Dentro había una carta del Tarot llamada El Carro. En ella, un príncipe conducía un vehícu14lo en llamas. Las lenguas de fuego, añadidas con líneas de tinnegra, habían sido coloreadas con acuarela amarilla y roja.Ese incendio me intrigó sobremanera. ¿Quién se había tomadoel trabajo de transformar el dibujo original añadiéndole llamas? Pensando así, no sentí llegar a mi madre. Sorprendido enplena fechoría, asumí la culpa y le tendí la carta. Ella la tomó,reverente, la apretó contra su pecho y se puso a lanzar roncossollozos. Cuando se calmó, me contó que esa carta la llevabasiempre, en el bolsillo de la camisa, j u n t o al corazón, su finado padre. Fue un bailarín de ballet, ruso, de dos metros dealtura, con una leonina cabellera rubia que, enamorado de miabuela judía, sin estar obligado a hacerlo, la acompañó en eldestierro. Ya en Argentina, torpe como era para todos los detalles de la vida cotidiana, se subió en un barril de alcohol tratando de regular la llama de una lámpara. La tapa del recipiente se quebró, y él se sumergió en el alcohol, con el quinqué enlas manos. El líquido ardió y mi abuelo pereció quemado. SaraFelicidad nació un mes después de ese atroz suceso. Un día,j a s h e , su madre, le contó que había encontrado la carta, intacta, entre las cenizas del amado. En la noche, después del entierro, las llamas del Carro aparecieron sin que nadie las dibujara. Mi madre no dudaba que esa historia era verdadera. Yo, conmi inocencia infantil, también lo creí.Cuando cumplí 10 años, habiendo vendido mis padres elnegocio, me anunciaron que emigrábamos a Santiago, la capital del país. Perder tan brutalmente el territorio me sumergióen una venenosa bruma mental. Mi forma de agonizar fueaumentar de peso. Convertido en un pequeño hipopótamo, mearrastraba hacia el colegio, con la vista lamiendo el suelo, sintiendo que el cielo era una bóveda de cemento. A esto se agregó la repulsa de mis compañeros de estudio cuando constataron en las duchas, después de una clase de gimnasia, que misexo carecía de prepucio. « J u d í o errante!», me gritaron lanzándome esputos. El hijo de un diplomático que acaba de llegar de Francia escupió en el dorso de una carta y me la pegó13

en la frente. Riendo a carcajadas me empujaron contra unespejo. Era un arcano del Tarot de Marsella: L'Hermíte, ElErmitaño. Vi en ella mi infame retrato: un ser sin territorio,solitario, transido de frío, con los pies llagados, marchandodesde una eternidad en busca ¿de qué?. De algo, fuera lo quefuera, que le diera una identidad, un sitio en el m u n d o , unmotivo por el cual seguir viviendo. «El anciano alza una lámpara. ¿Qué alza mi alma milenaria? (Ante la crueldad de mis compañeros sentí que mi peso era un dolor transportado durantesiglos.) ¿Será esa lámpara mi consciencia? ¿Y si yo no fuera uncuerpo vacío, una masa sólo habitada por la angustia, sino unaextraña luz que atraviesa el tiempo, a través de innumerablesvehículos de carne, en busca de ese ente impensable que misabuelos llamaban Dios? ¿Y si lo impensable fuera la belleza?»Algo, semejante a una explosión placentera, pareció r o m p e rlas barreras que aprisionaban mi mente. La tristeza fue barrida como polvo. Busqué con ansias de náufrago el puertod o n d e se reunían los jóvenes poetas. Se llamaba Café Iris.¡Iris, la mensajera de los dioses, aquella que une el cielo conla tierra, el complemento femenino de Hermes! ¡Y a mí mehabían pegada en la frente un (H)ermitaño! Fue en ese cafétemplo d o n d e encontré amigos, actores, poetas, titiriteros,músicos, bailarines. Entre ellos crecí, buscando también, demanera desesperada, la belleza. En esos años cuarenta, lasdrogas no estaban de moda. Nuestras conversaciones huracanadas p o r la fiebre creadora se expandían teniendo como ejeuna botella de vino, que apenas vaciada era reemplazada porotra. En la madrugada, hambrientos y borrachos, para quemarel alcohol, corríamos hacia el Parque Forestal. Frente a él, enun subsuelo estrecho, habitaba María Lefévre, una francesa desesenta años, en concubinato con Nene, un joven de 18. Laseñora era p o b r e , pero mantenía siempre en su cocina unagran olla llena de sopa, caótico magma que contenía los restosde comida que le daban en el restaurante vecino a cambio delecturas de cartas a los clientes. Mientras su amante roncabadesnudo, María, cubierta con una bata china, nos servía unos16platos llenos donde sumergidos en el sabroso j u g o podíamosencontrar pescado, albóndigas, verduras, cereales, fideos,queso, hígados de pollo, panza de res y tantas otras delicadezas. Luego, sobre el vientre de su amante, al que ni un cañonazo podía despertar, nos leía un Tarot dibujado por ella. Esteextraño contacto con las cartas fue decisivo: gracias a esamujer, en mi corazón quedó para siempre unido el Tarot conla generosidad y el amor sin límites. Hasta hoy, han pasado yasesenta años, siguiendo su ejemplo, siempre lo he leído gratis.María Lefévre, cuando me sentía prisionero en la isla culturalque en ese entonces era mi país, me vaticinó: «Viajarás por elmundo entero, sin cesar, hasta el fin de tu vida. P e r o entiendebien: cuando digo " m u n d o " me refiero a la totalidad del universo. Cuando digo "fin de tu vida", me refiero a tu presenteencarnación. En realidad, bajo otras formas, vivirás tantocomo ha de vivir el universo».Más tarde, en Francia, trabajé con Marcel Marceau y logréllegar al máximo honor que otorgaba en su compañía: mostrar,inmóvil, en una pose sugerente, los letreros que indicaban eltítulo de sus pantomimas. Así, convertido en estatua de carne,viajé durante cinco años por una gran cantidad de países. Encada representación, Marceau se entregaba en cuerpo y alma.Luego, agotado, se encerraba en su cuarto de hotel un importante número de horas. Al día siguiente, sin visitar la ciudad,volvía al teatro para ensayar algún nuevo número o corregir lasluces. Yo, solitario en esos países donde muchas veces nohablaba el idioma imperante, visitaba museos, calles pintorescas, cafés de artistas. Poco a poco adquirí la costumbre debuscar las librerías esotéricas para comprar tarots. Llegué acoleccionar más de mil mazos diferentes: el alquímico, el rosacruz, el cabalístico, el gitano, el egipcio, el astrológico, elmitológico, el masónico, el sexual, etc. Todos se componíandel mismo número de cartas, 78, divididas en 56 arcanos menores y 22 arcanos mayores. Pero cada uno tenía dibujos diferentes. A veces los personajes humanos se veían transformados en17

p e r r o s , gatos, unicornios, monstruos o gnomos. Cada ejemplarcontenía un libreto donde el autor se proclamaba p o r t a d o r deuna profunda verdad. A pesar de que yo no podía comprenderni el significado ni el uso de tan misteriosas cartas, les teníaun gran cariño y cada vez que encontraba un juego nuevo, mellenaba de alegría. Ingenuamente esperaba encontrar el Tarotque me comunicaría lo que con tanta angustia andaba buscand o : el secreto de la vida eterna.,En uno de mis viajes a México, secundando a Marceau,conocí a Leonora Carrington, poeta y pintora surrealista quedurante la guerra civil española había vivido una bistoría deamor con Max Ernst. Cuando lo apresaron, Leonora padecióun ataque de locura, con todo el horror que aquello significap e r o también con todas las puertas que ese mal abre en la cárcel de la mente racional. Invitándome a comer un cráneo deazúcar con mi nombre grabado en la frente, me dijo: «El amortransforma la muerte en dulzura. El esqueleto del Arcano XIIItiene los huesos de azúcar». Al darme cuenta de que Leonorautilizaba en sus obras los símbolos del Tarot, le rogué que meiniciara. Me contestó: «Toma estas 22 cartas. Obsérvalas unap o r una y luego dime qué significa para ti aquello que ves».Dominando mi timidez, obedecí. Ella escribió rápidamentetodo lo que le iba diciendo. Al terminar con la descripción deEl Mundo, me encontré e m p a p a d o en sudor. La pintora, conuna misteriosa sonrisa, me susurró: «Lo que acabas de dictarme es el "secreto". Cada arcano, siendo un espejo y no unaverdad en sí mismo, se convierte en lo que ves en él. El Tarotes un camaleón». Acto seguido me regaló el juego creado porel ocultista Arthur Edward Waite, con dibujos estilo mil novecientos, que luego se pondría muy de moda entre los hippies.Creí que Leonora, a la que veía como una sacerdotisa, mehabía otorgado la llave del luminoso tesoro que estaba en elcentro de mi oscuro interior, sin d a r m e cuenta de que esosarcanos actuaban solamente como excitantes del intelecto.De regreso a París, comencé a frecuentar un café de la18Place des Halles, La Promenade de Venus, donde André Breton se reunía una vez por semana con su grupo surrealista. Mepermití ofrecerle el Tarot de Waite, esperando, con disimulado orgullo, su aprobación. El poeta observó los arcanos atentamente, con una sonrisa que poco a poco se transformó enmueca de disgusto: «Éste es un juego de cartas ridículo. Sussímbolos son de una lamentable obviedad. No hay nada profundo en él. El único Tarot que vale es el de Marsella. Esas cartasintrigan, conmueven, mas nunca otorgan su intrínseco secreto.En una de ellas me he inspirado para escribir Arcarte 17».Admirador ferviente del gran surrealista, tiré a la basura micolección de cartas, guardando sólo el Tarot de Marsella, esdecir, la versión que había publicado Paul Marteau en 1930.Si bien, al igual que Bretón, comprendía yo muy poco el significado de estas cartas, que colocadas j u n t o a las seductorasimágenes de Waite parecían hostiles, sobre todo los arcanosmenores, decidí grabarlas en mi memoria, esperando así quelo que mi intelecto no podía descifrar Lo hiciera mi inconsciente. Comencé a memorizar cada símbolo, cada gesto, cadalínea, cada color. Poco a p o c o , ayudado por una férrea paciencia, pude, con los ojos cerrados, visualizar, aunque no enforma perfecta, los 78 arcanos. Durante los dos años que duróesta experiencia, fui todas las mañanas a la Biblioteca Nacional de París para estudiar las colecciones de tarot donadas porPaul Marteau y los libros consagrados a este tema. Hasta elsiglo XVIII el Tarot había sido asimilado a un juego de azar ysu sentido profundo había pasado desapercibido. Se habíanmutilado o transformado los dibujos, adornado con retratosde nobles, puesto al servicio de los fastos de la corte. Cadatratado decía una cosa diferente, a menudo en contradiccióncon los otros. En realidad, en lugar de hablar objetivamentedel Tarot, los autores hacían su autorretrato embutiendo en élsupersticiones. Encontré creencias masónicas, taoístas, budistas, cristianas, astrológicas, alquímicas, tántricas, sufíes, etc.Se diría que el Tarot era una empleada doméstica siempre al19

servicio de una doctrina exterior a él. Pero la cosa más sorprendente que constaté fue que hasta que el pastor protestante y francmasón Court de Gébelin (1728-1784), en el octavovolumen de su enciclopedia Monde Primitif (1781), atribuyó alTarot características esotéricas y no solamente lúdicas, nadiehabía en verdad observado los arcanos, ni él ni sus seguidores.Sin darse cuenta de que esas cartas son un lenguaje óptico queexige ser visto en toda la extensión de sus detalles, Gébelintoma sus fantasías por realidades y lo declara venido de Egipto(«Jeroglíficos pertenecientes al Libro de Toth, salvado de lasruinas de un templo milenario»), publicando una mala copiadel Tarot de Marsella donde elimina multitud de detalles, poneun 0 a Le Mat y lo bautiza «El Loco» para darle una significación negativa: «Sólo tiene como valor el que da a los otros,precisamente como nuestro cero: mostrando así que nada existe en la locura». Agrega una pata a la mesa del Mago; convierteal Emperador y la Emperatriz en Rey y Reina; al Papa y laPapisa en Grand-Prétre y Grande-Prétresse; bautiza al ArcanoXIII, sin nombre, como La Muerte, equivocándose con el núo ero de Templanza, sobre la que imprime un XIII; decide que enel Arcano VII quien dirige el carro es Osiris Triunfante; llamaa L'Amoureux, Le Mariage; a L'Étoile, La Canicule; a Le Diable, Typhon; a Le Monde, Le Temps; y a Le Pendu, La Prudence (poniéndolo de pie); además, elimina los colores y tambiénel encuadre original, que consistía en un iniciático rectángulocompuesto de dos cuadrados. De esta manera p r e t e n d e corregir los «errores» del original.A partir de la publicación del primer tratado esotéricosobre el Tarot en el Monde Primitif, los ocultistas comenzarona del irar, despreciando compenetrarse con los dibujos delTarot de Marsella, considerando la copia de Court de Gébeliny sus explicaciones egipcias como la auténtica verdad esotérica. En 1783 un adivino de moda, el peluquero Alliette, bajo elseudónimo de Eteilla (1750-1810), p r o d u c e un tarot fantasiosoque relaciona con la astrologta y la Cábala hebrea. Luego, Alphonse-Louis Constant, alias Éliphas Lévi (1816-1875), a pesar20de su inmensa intuición, desdeña el Tarot de Marsella, porencontrarlo «exotérico», y en Dogma y ritual de la alta magiadibuja una versión «esotérica» de El Carro, de La Rueda deFortuna, de El Diablo, establece que los 22 arcanos mayoresilustran el alfabeto hebreo y desprecia los 56 arcanos m e n o res. Esta idea es adoptada por Gérard Encausse, que bajo elseudónimo de Papus (1865-1917) se permite crear un tarot conpersonajes egipcios q u e ilustran una estructura cabalísticahebrea. Después de estos intentos de injertar en el Tarot todotipo de sistemas esotéricos, se escriben miles de libros basados en una inexistente «tradición» que demuestran que elTarot fue creado por los egipcios, los caldeos, los hebreos,los árabes, los hindúes, ios griegos, los chinos, los mayas, losextraterrestes, evocándose también la Atlántida y Adán, aquien se le adjudica haber dibujado las primeras cartas bajoel dictado de un ángel. (Para la tradición religiosa, las obrassagradas siempre tienen un origen celeste. La realización delsistema simbólico no es abandonada a la inspiración personaldel artista sino que es otorgada por Dios mismo.) La palabra«Tarot» sería egipcia (tar. camino; ro, rogt real), indo-tártara(tan-tara: zodiaco), hebrea {tora: ley), latina (roía: rueda; orat:habla), sánscrita (tat: el todo; tar-o: estrella fija), china (tao:principio indefinible), etc. Diferentes grupos étnicos, religiones, sociedades secretas, han reivindicado su paternidad: gitanos, j u d í o s , cristianos, musulmanes, masones, rosacruces,alquimistas, artistas (Dalí), gurús (Osho), etc. Encuentran enél influencias del Antiguo Testamento, de los Evangelios y elApocalipsis (en cartas como El Mundo, El Colgado, Templanza, El Diablo, El Papa, El Juicio), de las enseñanzas tántricas,del Yijing \l Ching], de los códices aztecas, de la mitologíagrecolatina. Cada nuevo juego de cartas encierra la subjetividad de sus autores, sus visiones del m u n d o , sus prejuiciosmorales, su limitado nivel de consciencia. Como en el cuentode la Cenicienta, d o n d e las hermanastras están dispuestas acortarse un trozo de pie para poder calzar el zapato de vidrio,cada ocultista cambia la estructura original. Para hacer coinci21

dir el Tarot con los 22 caminos del Árbol de la vida, que unena las diez sefirot de la tradición cabalística, Waite intercambiael n ú m e r o VIII de La Justicia con el número XI de La Fuerza;transforma El Enamorado en Los Enamorados, etcétera, falsificando así la significación de todos los arcanos. AleisterCrowley, ocultista perteneciente a la Orden del Templo delO r i e n t e , cambia también los nombres, los dibujos (por lotanto la significación) y el o r d e n de las cartas. La Justicia seconvierte en El Juicio; Templanza en El Arte; El Juicio enAeón. Elimina los Pajes y los Caballeros y en su lugar ponePríncipes y Princesas. Oswald Wirth, ocultista suizo, masón ymiembro de la Sociedad Teosófica, dibuja él mismo su tarotintroduciendo en los arcanos no solamente trajes medievales,esfinges egipcias, cifras árabes y letras hebreas en lugar delos números romanos, símbolos taoístas, la versión alquímicadel Diablo inventada por Élipbas Lévi, sino que se inspira enla torpe versión de Court de Gébelin (véanse su Torre, suTemplanza, su Justicia, su Papa, su Enamorado), pareciendoafirmar que el Tarot de Marsella es una versión popular, esdecir, vulgar, del Tarot de Gébelin. Los millares de adeptosde una secta rosacruz norteamericana afirman que el TarotEgipcio de R. Falconnier - u n socio de la Comedia Francesaque lo dibujó y publicó en 1896, dedicándolo a AlejandroDumas hijo— constituye el juego sagrado original. ¡Siglos desueños y autoengaños!Una obra sagrada es por esencia perfecta; el discípulo debeadoptarla en forma global, sin intentar agregar o quitarle algo.Nadie sabe quién creó el Tarot, ni dónde ni cómo. Nadie sabelo que la palabra Tarot significa ni a qué idioma p e r t e n e c e .Tampoco se sabe si el Tarot fue así desde el origen o si es elresultado de una lenta evolución que habría comenzado con lacreación de un juego árabe llamado naibbe (naipes) y al cual sele agregaron, durante el transcurso de los años, los arcanosmayores y los caprichosamente llamados Triunfos. El sólohecho de crear nuevas versiones del Tarot de Marsella, anónimo como todo monumento sagrado, creyendo que p o r q u e se22cambien los dibujos o el nombre de las cartas se está realizando una gran obra, es pura vanidad.-Cuál fue la intención del creador de esta catedral nómada?¿Pudo un solo ser humano plasmar tan inmensa enciclopediade símbolos? ¿Quién fue capaz de reunir en una sola vida talesconocimientos? Es tanta la precisión del Tarot, son tan perfectas sus relaciones internas, su unidad geométrica, que nos esimposible aceptar que fuese una obra realizada por un solitario iniciado. Tan sólo inventar la estructura, crear ios personajes con sus trajes y gestos, establecer la símbología abstractade los arcanos menores, requiere una gran cantidad de años deintenso trabajo. La corta duración de una vida humana no bastapara ello. Éliphas Lévi en su Dogma y ritual

Cuarta parte. El Tarot de dos en dos 385 1. Los dúos de las dos series decimales 395 2. Las parejas del Tarot 405 3. Los pares que suman XXI 453 4. Sucesión numérica y translación 463 Quinta parte. La lectura del Tarot 475 1. Primeros pasos 2. Leer tres cartas 3. Leer cuatro cartas y más 4. Leer diez cartas y más 499 515 553 567 Conclusión.

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akuntansi musyarakah (sak no 106) Ayat tentang Musyarakah (Q.S. 39; 29) لًََّز ãَ åِاَ óِ îَخظَْ ó Þَْ ë Þٍجُزَِ ß ا äًَّ àَط لًَّجُرَ íَ åَ îظُِ Ûاَش

Collectively make tawbah to Allāh S so that you may acquire falāḥ [of this world and the Hereafter]. (24:31) The one who repents also becomes the beloved of Allāh S, Âَْ Èِﺑاﻮَّﺘﻟاَّﺐُّ ßُِ çﻪَّٰﻠﻟانَّاِ Verily, Allāh S loves those who are most repenting. (2:22

la historia oculta o de Satanismo. Es posible tener un sello de Satan y de Dios. Hay casos de los bebés que fueron . pecados del orgullo, del orgullo de terquedad, del orgullo de la vida, del orgullo físico, del orgullo del intelecto, del orgullo espiritual, del amor del mundo, de la superioridad, de la inferioridad, de la venganza, del .

EL DESARROLLO DEL CULTIVO DEL CAFE Y SU INFLUENCIA EN EL REGIMEN DEL TRABAJO AGRICOLA EPOCA DE LA REFORMA LIBERAL (1871-1885) Augusto Cazali Avila * INTRODUCCION La vida economica de Guatemala, desde casi la segunda mitad del siglo pasado, ha dependido fundamentalmente del cultivo del cafe. Esta planta fue introducida en el pais a finales del .

aspectos económicos del tabaco y del control del tabaco. Monografía 21 sobre el control del tabaco del Instituto Nacional del Cáncer. Publicación de los NIH nº. 16-CA-8029A. Bethesda, MD, Departamento de Salud y Servicios Sociales de los EE.UU., Institutos Nacionales de Salud, Instituto Nacional del Cáncer; y Ginebra (Suiza), Organización

7. Buenas prácticas en el riego del olivar 22 7.1. Ciclo de desarrollo del cultivo del olivo 22 7.2. Necesidades de agua en el ciclo del olivo 23 7.3. Aspectos prácticos del riego del olivar: riego deficitario controlado 24 8. Buenas prácticas en el riego del fresón 26 8.1. Ciclo de desarrollo del cultivo del fresón 26 8.2.

LOS FUEGOS DEL APOSTOL. ESTUDIO HISTÓRICO (Resumen) El informe de investigación, del que soy autor, que hoy se presenta es un estudio sobre la celebración de los fuegos del Apóstol la noche del 24 de julio, víspera del día del Apóstol (del martirio delApóstol Santiago en Jerusalen), y responde a dos