Sermones Sobre Job - Aschmann

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Sermones Sobre JobJuan Calvino Introducción SERMÓN N 1: EL CARÁCTER DE JOB SERMÓN N 2: EL SEÑOR DIO Y EL SEÑOR QUITO SERMÓN N 3: BIENAVENTURADO EL HOMBRE A QUIEN DIOS CORRIGE SERMÓN N 4: ¿COMO SE JUSTIFICARA EL HOMBRE ANTE LOS OJOS DEDIOS? SERMÓN N 5: AUNQUE EL ME MATARE, EN EL ESPERARE SERMÓN N 6: SI DIOS FUERA NUESTRO ADVERSARIO SERMÓN N 7: ¿TENDRÁN FIN LAS PALABRAS VACÍAS? SERMÓN N 8: YO SE QUE MI REDENTOR VIVE SERMÓN N 9: EN MI CARNE HE DE VER A DIOS SERMÓN N 10: ¿TRAERÁ EL HOMBRE PROVECHO A DIOS? SERMÓN N 11: LA MAJESTAD DE DIOS SERMÓN N 12: ¿NO CUENTA DIOS TODOS MIS PASOS? SERMÓN N 13: LA PUREZA Y EQUIDAD DE JOB SERMÓN N 14: EL CARÁCTER HUMANO DE JOB SERMÓN N 15: JUSTA INDIGNACIÓN SERMÓN N 16: LA INSPIRACIÓN DEL TODOPODEROSO SERMÓN N 17: AUTORIDAD Y REVERENCIA QUE DEBEMOS A LA PALABRA DEDIOS SERMÓN N 18: EL PODER DE DIOS ES JUSTO

SERMÓN N 19: EL USO ADECUADO DE LA AFLICCIÓN SERMÓN N 20: EL SEÑOR RESPONDE A JOBINTRODUCCIÓNPOR HAROLD DEKKER, TH.M.Una de las anomalías de la historia es que Calvino haya llegado a ser conocido más comoteólogo sistemático cuando él mismo se consideraba primordialmente un predicador. Creía quesus sermones, y no las Instituctiones fueron su mayor contribución. Aunque parte de su tiempolo dedicaba a dar conferencias sobre teología siempre consideraba este rol como secundario.Se consideraba mayormente un pastor.Los contemporáneos de Calvino se identificaron más con esa auto-evaluación de Calvinoque las personas de siglos posteriores. En los días de su vida, y durante muchas décadasdespués, sus sermones rivalizaban en popularidad con las Instituciones. Sus sermones eranbien conocidos y muy leídos en todos los países de la Reforma. Con frecuencia eran usados enlos pulpitos de iglesias que carecían de pastor. Se imprimían centenares de copias a medidaque Calvino los predicaba en el francés original a efecto de introducirlos sistemática yclandestinamente a los protestantes oprimidos de la patria de Calvino. Gran cantidad de ellostambién fueron traducidos a otras lenguas, especialmente al inglés y al alemán.En inglés llegaron a publicarse un total de setecientos que gozaron de amplia distribución.Aunque en esa tarea participaron numerosos traductores más de la mitad de los sermonesfueron traducidos por Arthur Golding. La primera edición ya apareció en 1553 y durante 40años las imprentas siguieron haciendo copias. Comenzando en 1574 y a lo largo de 10 años seeditó cinco veces el juego completo de los 159 sermones sobre Job. En tres años aparecieroncinco ediciones de los sermones sobre los Diez Mandamientos. Un juego completo dedoscientos sermones sobre Deuteronomio fue publicado en 1581 siendo tan grande lademanda que en el término de dos años hubo que publicar otra edición. No caben dudas deque la amplia circulación de estos volúmenes fue el principal factor del primer desarrollo decalvinismo en Inglaterra. Allí las Instituciones no aparecieron sino en 1561 y hasta fines de esesiglo solamente se reeditaron seis veces.A comienzos del siglo 17 hubo una disminución constante en el uso de los sermones deCalvino. Ello es comprensible porque los sermones siempre se adecuan particularmente adeterminadas épocas y circunstancias y, siendo piezas orales pierden mucho de su vigor y algode claridad cuando son llevados a la forma escrita. Es completamente natural que sólo muypocos sermones llegaran a ser escritos clásicos. No era de esperarse que las prédicas deCalvino fuesen indefinidamente populares en las iglesias y hogares reformados. Pero, por otraparte, resulta extraño que tan pronto cayeran en el más absoluto de los olvidos. Al cabo depoco tiempo estos sermones eran ignorados, no solamente por los reformados en general, sinotambién por las escuelas teológicas. En efecto, no hubo otra edición de las traducciones eninglés sino a mediados del siglo 19, cuando aparecieron dos colecciones pequeñas.Estos sermones del gran reformador, que una vez gozaran de tanta demanda de parte desus seguidores en todas partes, se desvalorizaron tanto que en 1805 cuarenta y cuatropreciosos volúmenes en folio, conteniendo manuscritos originales, taquigrafiados, fueronvendidos a dos libreros a un precio que se estimó por el peso del papel. Quizá ello hayaocurrido inadvertidamente, pero, de todos modos, indica que esos manuscritos eran raras

veces consultados y que se ignoraba su valor. Debido a este desafortunado error es que lamayoría de los sermones de Calvino sobre los profetas del Antiguo Testamento se hayanperdido, igual que muchos sobre los evangelios y las epístolas. Ocho de los cuarenta y cuatrovolúmenes fueron recuperados 20 años después por unos estudiantes de teología que losencontraron en venta en una tienda de ropa usada; luego, a fines del siglo, reaparecieron otroscinco volúmenes que fueron reintegrados a la biblioteca. Los estudiosos de Calvino aunalientan una débil esperanza de que en alguna parte aparezcan los volúmenes restantes.Ciertamente, las iglesias calvinistas han sido empobrecidas al no tener sus ministros yotros líderes un fácil acceso a la rica y prolífica expresión de las enseñanzas de su mentor,contenidas en los centenares de sus sermones, sin mencionar la inspiración que significa elencuentro que ellos ofrecen con su cálido corazón pastoral. Los estudiosos de Calvino se hanocupado extensamente de su vida y obra como reformador; de sus escritos sistemáticos yapologéticos; de sus comentaros, tratados, y cartas; de su pensamiento social, político yeconómico así como de su teología en general. Sorprendentemente prestaron poca atención asus sermones, que por mucho constituyen la mayor expresión de sus pensamientos. Lateología reformada y los estudiosos sobre Calvino, en general, han descuidado por extraño queparezca, una de sus fuentes más significativas.Teniendo en cuenta esta prolongada negligencia es notable que los eruditos modernoshayan prestado creciente atención a estos sermones. Emile Doumergue, quizá el mayor de losmodernos estudiosos de Calvino, ha contribuido mucho para reabrir esta perspectiva sobre elgran reformador. Su obra principal, de siete volúmenes, ofrece mucha información sobreCalvino como predicador.1 Además ha escrito un pequeño tratado sobre este tema enparticular.2 A fines del siglo 19 aparecieron, en parte bajo su tutela, pero mayormente por suinfluencia, un número de monografías sobre la predicación de Calvino. La mayoría fueronescritas en francés.3 Además de una que apareció en alemán,4 también hubo una contribuciónpor el profesor P. Biesterveld del Seminario Kampen, de los Países Bajos.5 De fecha másreciente tenemos otra obra alemana sobre el tema por Erwin Müllhaupt,6 y finalmente, en 1947algo en inglés, un estudio muy completo y fácil de comprender por T.H.L. Parker, un ministroreligioso inglés. Su obra se titula Los Oráculos de Dios. 7 Además de estos específicos muchosescritores modernos, dedicados a la enseñanza de Calvino, se han volcado completamente alos sermones como fuente de material.8 Hay que agregar que durante los últimos diez años hanaparecido en una nueva tracucción al idioma holandés por lo menos seis volúmenes desermones.Por eso es particularmente gratificante ver que en el círculo de calvinistas americanosahora también haya un renovado interés en este campo. En 1950 causó alegría la reimpresión9de una colección miscelánea de sermones, la única que se había publicado anteriormente enlos Estados Unidos de América. La misma se había traducido y publicado originalmente en1830, y recientemente resultaba imposible conseguir una copia. Aún más alentador es que unministro de la Iglesia Reformada en América, Leroy Nixon, produjera recientemente dos libros.El primero, un estudio fresco y estimulante sobre Calvino como predicador expositivo.10 Es unestudio tan incluyente como profundo. El segundo, una traducción totalmente nueva del latín yfrancés de veinte sermones de Calvino sobre el Nuevo Testamento, titulada La Deidad deCristo y otros Sermones. Su obra evidencia distinguida competencia, produciendo unaanticipación agradable de su segundo juego de traducciones el cual presenta ahora a través deeste volumen. Su publicación es muy bienvenida porque ofrece, por primera vez en siglos, allector del inglés, algunas de las riquezas del pensamiento de Calvino, contenidas precisamenteen su prodigiosa serie de sermones sobre el libro de Job.El avivamiento que experimenta actualmente el interés en Calvino supera, al menos en unsentido, a muchos anteriores, y es que considera a sus sermones con un cuidado nunca antesvisto desde 1600. Y sus sermones realmente son indispensables para un entendimiento cabalde Calvino. Emile Doumerge estuvo acertado cuando, el 2 de julio de 1909 en una gran

celebración conmemorativa de los 400 años del nacimiento de Calvino, y hablando del mismopulpito que Calvino ocupara, dijo: "Este es el que a mi parecer, es el verdadero y auténticoCalvino, el que arroja luz sobre todos los demás: Calvino el predicador de Ginebra, moldeandocon su palabra a los reformados del siglo 16."12Los calvinistas americanos harán un granservicio a su causa siguiendo la sugerencia implícita en estas palabras. Tienen una deuda conel pastor Nixon que tan notable comienzo ha marcado.MÉTODO HOMILETICOCalvino fue un auténtico predicador extemporáneo. No usaba manuscritos ni notas.Únicamente llevaba las escrituras al pulpito. Su preparación consistía en leer los comentariosde otros (incluyendo a los Padres de la Iglesia y probablemente también a los escolásticos asícomo a sus compañeros de reforma). Realizaba una exégesis muy cuidadosa del textoaplicando sus notables habilidades como lingüista y su tremendo conocimiento de la Biblia.Finalmente reflexionaba sobre la manera de aplicar el texto a la congregación y la forma decomunicar dicha aplicación. Luego todos estos pensamientos eran clasificados y almacenadosen su asombrosa memoria. No hay evidencias de que escribiera un bosquejo, además laconstrucción de sus sermones aparentemente indican que no lo hacía.Se puede objetar justificadamente que tal preparación es inadecuada para la predicación.Ciertamente sería insuficiente para la gran mayoría de los predicadores cuyos dones son tantomenores que los de Calvino. Probablemente Calvino mismo no recomendaría su método comopráctica normal de homilética. La principal razón para no prepararse con más precisión era lafalta de tiempo. Algunos domingos predicaba dos veces además de predicar todos los días desemana. Todo esto lo hacía aparte de sus conferencias regulares sobre teología, su tareapastoral, sus responsabilidades cívicas y su enorme correspondencia. La predicación solahabría agotado la capacidad de muchas personas menos dotada que Calvino. Pero Calvinohacía todo esto a pesar de un estado prácticamente continuo de escasa salud. Lasdimensiones de su genio difícilmente podrían ser sobreestimadas, y sermones como los deeste volumen adquieren mayor brillo cuando son vistos a la luz de la totalidad de su trabajo.Sin embargo, más allá de esto, había algo en su método que Calvino recomendaríasinceramente, incluso a predicadores que suben al pulpito solo una o dos veces por semana,teniendo tiempo abundante para la preparación. Esta no debiera ser demasiado mecánica. Lapredicación no debería estar sujeta al recitado, palabra por palabra, de algo previamentecompuesto. Nunca se debería leer el sermón, sino siempre proclamarlo como la vivientepalabra de Dios. En cierta ocasión Calvino se quejaba en una carta a Lord Somerset de laspocas predicaciones con vida en la Inglaterra de aquellos días, y que, emulando a Cranmer, lospredicadores escribían sus sermones palabra por palabra, con artificiosa retórica, para luegoesclavizarse a su lectura. Calvino creía firmemente que en el acto de la predicación debe haberlugar para la inspiración continua del Espíritu Santo. No iba al extremo de Lulero para quien lapalabra predicada era virtualmente idéntica con la palabra escrita; tampoco aceptaba el puntode vista zwingliano y anabaptista de que el sermón no era sino una señal dirigida hacia Cristo.Su posición era intermedia. Por un lado sostenía que la Biblia era singularmente inspirada, queen su forma escrita es objetivamente la palabra de Dios, y que el sermón solo tiene autoridadcomo explicación de la palabra escrita; por otra parte sostenía que el sermón únicamente cobraeficacia redentora cuando el Espíritu Santo opera tanto en el predicador como en los oyentes.De paso sea dicho, en este punto la doctrina de Calvino sobre la predicación concuerdatotalmente con su doctrina sobre los sacramentos, lo mismo que también se daba con lasdoctrinas de Lutero y Zwinglio. Para Calvino tanto el sermón como el sacramento dependen dela palabra escrita y solamente son medios de gracia cuando van implementados por lapresencia, llena de gracia, del Espíritu Santo. El método de Calvino no consistía solamente enhacer una adaptación según fuera la fuerza de las circunstancias; también era una expresión

de doctrina fundamental. El sermón debe ser pronunciado como la palabra viviente. Es precisoque el predicador siga siendo, en el momento de su proclamación, un instrumento flexible delEspíritu Santo. Es preciso reiterar que Calvino no permitiría que ninguno de estos hechossirviera de excusa para una preparación superficial o descuidada. En cierta ocasión lo expresóde la siguiente manera: "Si voy a subir al pulpito sin dignarme a abrir un libro, pensandofrívolamente para mis adentros 'está bien, al predicar Dios ya me dará suficientes cosas paradecir,' y vengo aquí sin preocuparme por leer o pensar en lo que debo declarar, y sinconsiderar cuidadosamente cómo aplicar las sagradas escrituras la edificación de la gente,sería una persona realmente presuntuosa y arrogan te." 13Debido a este método de preparación carecemos de apuntes sobre los primeros sermonesde Calvino. Algunos de sus oyentes hacían anotaciones personales, pero éstas son poco másque un resumen general de los principales pensamientos y prácticamente carecen de valor.Afortunadamente, en 1549, un grupo de refugiados franceses y caldenses, radicados enGinebra, intensos seguidores de Calvino, reconocieron el valor permanente de sus sermones,de modo que contrataron a un secretario para que tomase notas taquigráficas de cada mensajey luego hiciera cuidadosas copias destinadas a la preservación en volúmenes de folios. Estesecretario fue Denir Raguenier quien cumplió con tan importante tarea como trabajo de tiempocompleto hasta morir en 1560.Calvino predicaba con frecuencia. Al principio los servicios religiosos en Ginebra serealizaban tres veces por semana, pero en 1549 el Concilio ordenó la introducción diaria de lapredicación matutina. Calvino mismo generalmente predicaba una vez por domingo, y confrecuencia dos veces. Además, cada semana por medio, predicaba el sermón diario en laIglesia San Pedro. La serie dominical siempre era distinta a la de los días de semana. Lapredicación dominical casi siempre se basaba en el Nuevo Testamento, siendo la únicaexcepción notable algún sermón vespertino basado en los Salmos. Los sermones de los díasde semana eran todos del Antiguo Testamento.Los textos no los escogía ni al azar, ni siguiendo el año eclesiástico. Su método común erapredicar consecutivamente a través de libros completos de la Biblia, con frecuencia nocambiaba ni siquiera en los días especiales de la iglesia. La longitud de los textos variaba algo,de acuerdo al contenido. Los de los libros históricos del Antiguo Testamento y de lasnarraciones evangélicas generalmente cubrían entre 10 y 20 versículos. Los de las epístolasdel Nuevo Testamento y otros pasajes didácticos normalmente cubrían dos o tres versículos.Los textos para los sermones sobre Job son de 1 a 20, pero la mayoría de 4 a 7 versículos.Los libros cubiertos totalmente por su predicación son: Génesis, Deuteronomio, Job,Jueces, I y II Samuel, todos los profetas mayores y menores, Los Evangélicos, Hechos, I y IICorintios, Calatas, Efesios, I y II Tesalonicenses, I y II Timoteo, Tito y Hebreos. Para citaralgunos totales representativos digamos que hay 200 sermones sobre Deuteronomio, 159sobre Job, 343 sobre Isaías, 43 sobre Amos, 189 sobre Hechos y 48 sobre Tito. Una de lasomisiones más asombrosas es el libro de Apocalipsis. Aparentemente nunca se ocupó de estelibro, ni por medio de sermones, ni conferencias ni comentarios. En cuanto a los otros libros nomencionados en esta lista, es difícil saber algo con certeza debido a que la información anteriora 1549 es muy incompleta. Cornos los de Lutero, los sermones de Calvino eran de longitudmoderada. Pronunciados a una velocidad promedia no superarían los cuarenta minutos. Dehecho, la grave aflicción asmática de Calvino le habrá requerido algo más. En cuanto a laduración como al estilo, Calvino tenía una fina sensibilidad por la capacidad de sus oyentes.Nunca sobrecargaba su comprensión, ni por una indebida complejidad, ni por una inadecuadalongitud. Evidentemente la mayoría no lo emuló muy bien en este sentido, puesto que en 1572,ocho años después de muerto, el Concilio de Ginebra promulgó un edicto por el cual losministros religiosos debían predicar sermones más breves, que no excedieran una hora deduración. También es de notar que la longitud de los sermones sea tan consistentemente igual.Por ejemplo, en la serie sobre Job, el lector puede observar por sí mismo, que las longitudes de

las copias impresas apenas varían un poco.ESTRUCTURA DEL SERMÓNEn su predicación, como en muchos otros aspectos, la Reforma significó un retorno a ladoctrina y a las prácticas de la iglesia primitiva. Guiados por Lutero, los reformadores volvierona la homilía como forma normal del sermón. Comparada con la predicación escolástica, lahomilía era más expositiva que temática, más un discurso libre que una alocución sujeta aestructuras, más analítica que sintética; expresada en términos de afirmaciones directas másque en sutilezas de la lógica; era más directa, a modo de conversación, que retóricamenteprecisa.Calvino no es una excepción. Sus sermones son simples homilías y en ese sentido son deuna trama totalmente distinta a sus escritos sistemáticos. Al predicar sobre pasajesconsecutivos trataría el texto sección por sección, versículo por versículo, y algunas vecesfrase por frase, explicando o comentando a medida que avanzaba. Difícilmente se apartaría delorden impuesto por el texto mismo. Por otra parte, no se esclavizaría a explicar cada cosa deltexto, como si su mera presencia allí o su longitud le dieran el peso necesario para ser parte delsermón. Tampoco limitaría necesariamente su interpretación a los diversos elementos del texto,ni a su significado dentro del mismo, ni a su significado dentro del contexto inmediato. Aunquesiempre predicaba basado en el texto y ciertamente reconocía la importancia del respectivocapítulo y libro, su mayor principio para la interpretación bíblica era que las escrituras siempretenían que ser interpretadas por las escrituras mismas, por eso, al fin de cuentas, su contextoera toda la Biblia. Sin embargo, para Calvino el resultado de esto no era lo que frecuentementeha sido para otros que tenían el mismo propósito. Es de suma importancia notarlo. ParaCalvino el desarrollo de un texto nunca estaba sujeto a su significado abstracto en términos deteología. Su sermón nunca estaba controlado por un bosquejo o esquema provenientes de sudogmática. Para Calvino el cuerpo en sí del sermón, su esqueleto y su carne, se componían dedos cosas: el texto mismo, visto a la luz de ambos contextos, el inmediato y el último, y lasnecesidades espirituales de la congregación. La predicación en Ginebra era el producto directode un pastor dedicado a un libro abierto y a una congregación necesitada. Siempre eransermones de una total relevancia para la vida.Es fácil de ilustrar que para el pulpito de Calvino la importancia dogmática del texto no eradecisiva. De ello el lector encontrará muchas evidencias en este volumen de sermones. Porejemplo, el texto en Job 9:1-6 "¿Cómo se justificará el hombre con Dios?", etc., fácilmentepodía haber inducido a un predicador a desarrollar extensamente las doctrinas de lajustificación y de los méritos de Cristo. No así Calvino (vea el Sermón N 4, p.57), quien apenaslas menciona en unas pocas palabras finales. El resto del sermón Calvino lo dedica a estarjunto a Job sobre su montón de basura procurando que sus oyentes se acerquen a tanangustiosa experiencia. Las palabras clásicas del Job "Yo sé que mi Redentor vive" no lo llevana desarrollar extensamente el tema de la resurrección de Cristo, con todas sus implicaciones.Afirma, en cambio, que Job no anticipaba tal resurrección, y si bien nosotros ciertamentetenemos que ver el texto a la luz de nuestro conocimiento, aquí debemos ocuparnosprincipalmente de la convicción de Job de que los juicios últimos de Dios trascienden a los delos hombres. Calvino advierte que estas palabras "tomadas fuera de su contexto, no seríanmuy edificantes, y no sabríamos lo que Job quiso decir" (Sermón N 8, p.109). Muchos lectoresse sorprenderán al leer estos sermones, tanto por lo que Calvino dice como por lo que omite.En su mayor parte es un tratado práctico referido a asuntos tales como las relacionesfamiliares, las actitudes tanto de gozo como de compasión ante el castigo de los malvados, unaadvertencia contra la hipocresía. De igual modo, al tratar los versículos que siguen a "en micarne he de ver a Dios" etc. (Job 19:26-29, Sermón N 9, p. 111), Calvino no se ocupa de losdogmas escatológicos y de la resurrección del cuerpo como doctrinas separadas, sino que en

forma impresionantes, expone lo que esto significa para Job y para el creyente que atraviesa laexperiencia de Job. En este sentido lo más asombroso es que Calvino hace una división entrelos versículos 25 y 26 del capítulo 19 separándolos en dos textos mayores y usándolos parados sermones diferentes. Cualquier predicador interesado en la dogmática escatológica loshabría mantenido unidos.También hemos observado que Calvino no necesariamente deje que las proporciones delos respectivos elementos del texto, ni aún su significado primordial dentro del mismo, seandecisivos para el sermón. El lector hallará numerosos casos en este volumen. Por ejemplo, elSermón N 15, p.181, se ocupa extensamente de dos cosas referentes a Elihú: una, que Elihúera buzita; otra, que tenía la capacidad de indignarse. Ninguno de ambos temas realmenterepresenta el sentido principal del texto. Sin embargo, Calvino, el pastor, tenía aplicacionesaquí para su gente, y éstas de ninguna manera eran ajenas al texto. Era 1554. El escándalo deServetus era historia reciente. La doctrina calvinista de la predestinación era fieramenteatacada desde numerosos frentes. La lucha con los libertinos había alcanzado su clímax. Elpredicador veía aquí una oportunidad de subrayar dos puntos; Elihú, igual de Job, estabanfuera de la línea del pacto. Probablemente desconocían la ley de Moisés. Sin embargo, teníanun auténtico conocimiento de Dios y manifestaban verdadera piedad. Dice Calvino que ladevoción a Dios de hombres como Job y Elihú dejan sin excusa al malvado e impenitente,vindicando a Dios ante la acusación de ser injusto al condenar a los impíos, aún cuando éstosno hubiesen recibido toda la luz del evangelio. Esto responde a una de las críticas referidas a lapredestinación. Habiendo mencionado, de paso, la acusación de Elihú de que Job se justificabaa sí mismo, en vez de ser justificado por Dios, Calvino prosigue a su segundo punto principal,totalmente desligado del primero, es decir, la justa indignación de Elihú. Esta ofrece unaoportunidad bienvenida para señalar la diferencia entre el enojo egoísta y una santaindignación, y que ésta está totalmente en su lugar, que incluso es necesaria para el creyenterespecto de los enemigos de Dios, tales como los papistas y los libertinos. A éstos no los llamaasí, en cambio los tilda de "perros y cerdos" de "burladores de Dios" y "villanos profanos." Otroejemplo de consideraciones prácticas, pastorales, con desviación del sentido normal del texto,se encuentra en el Sermón N 17, p. 204. Calvino usa este texto para defender a su propioministerio y el de sus asociados contra los despiadados ataques que a la sazón provenían delos libertinos de Ginebra. El texto admitirá tal interpretación, pero también enseña otras cosasmás amplias, algunas de ellas más prominentes que la función y autoridad del ministro de lapalabra de Dios. Sin embargo, el aspecto práctico de la situación requería esta alternativa.Que el lector sea sensible al pulso pastoral que tan inconfundiblemente palpita en estossermones. Nunca son meros discursos teológicos o tratados exegéticos. Son, en cambio, laviva palabra de Dios, siempre en una dinámica tensión entre el libro de Dios y el pueblo deDios.Como auténticas homilías los sermones de Calvino prácticamente no tienen estructuraexcepto la del texto mismo. No hay una organización a modo de prolijo bosquejo o esquema.Las diversas partes del sermón no están en relación orgánica una con otra, ni tampoco con unaidea temática. En un mismo sermón puede haber desde una a cuatro o cinco ideas distintas sinuna unidad discernible de pensamiento, excepto que sea extremadamente general. Es evidenteque Calvino nunca incluyó la redacción de un bosquejo como paso específico en la preparaciónpara el pulpito. El sermón no se conforma a ningún orden de pensamiento predeterminado,excepto en la medida en que surge del orden de las palabras del texto. Calvino no usa tema nitópico. En tal sentido es de notar que los títulos de los sermones de este volumen fueronprovistos por el traductor. La mayoría consiste de una frase o dos tomadas del texto, aptas paraese fin. Pero normalmente es obvio que Nixon no pudo proveer un solo título que realmentecubriese la totalidad de los diversos elementos del sermón.El único tipo de síntesis que uno encuentra en estas homilías es un resumen ocasional delo que va a decir o de lo que ha dicho. Tales resúmenes, cuando existen, están frecuentemente

en la introducción o en la conclusión. Además, en el llamado o la oración, al final del sermónCalvino solía mencionar ciertos pensamientos primordiales sobre los que había predicado, demodo que la gente los recordase el "inclinarse en humilde reverencia." Este llamado a laoración normalmente se componía de 100 a 150 palabras. Se lo encuentra en las traduccionesal inglés del Siglo XVI, pero es omitido por Nixon. Hay ejemplos en la colección de sermonesde Calvino llamada "Los Misterios de la Piedad" antes mencionada.Para Calvino la introducción nunca está calculada a cumplir los propósitos que le asigna laretórica normal, es decir, a conquistar la atención o despertar la receptividad del oyenterespecto del pensamiento principal. Para Calvino es simplemente el comienzo del sermón,nada más. Watier dice que para Calvino la introducción no es tanto un pórtico como un umbral,y aunque normalmente es breve, en algunos casos abarca un tercio del sermón. Ellodemuestra en qué pequeña medida cumple una función cuidadosamente prescrita.Todo esto, por supuesto, no significa que los sermones de Calvino carezcan de undesarrollo ordenado y de una lógica coherencia. Calvino no podía menos que ser sistemáticoen su pensamiento y presentación. Dejaría de ser él mismo si no razonara intensamente yargumentara sistemáticamente. A su propio modo los sermones no son menos lógicos que lasInstituciones. En cada esfera particular de pensamiento Calvino procede adecuadamente de loconocido a lo desconocido, y de lo menor a lo mayor. La base inductiva de sus juiciosexegéticos quizá no se revele totalmente, pero hay evidencias suficientes de ella para asegurarque es adecuada. Sus deducciones siempre son inexorablemente lógicas y, juntamente con superspicacia pastoral, éstas explican la extraordinaria fuerza de la aplicación de sus sermones.Es digno de notar que un maestro del aprendizaje como indudablemente lo fue Calvinohaya predicado deliberadamente sin la excelencia retórica que pudo haber exhibido fácilmente.Sus escritos dogmáticos demuestran cuan resumida y sistemáticamente podía manejarcualquier tema, y cuan agudamente analítico podía ser su tratamiento de un concepto o tema.Su correspondencia lo revela como un maestro de la agudeza y del ingenio cuando la ocasiónlo requería. En sus presentaciones públicas, ajenas a su pulpito, Calvino mostraba una vastaerudición y un estilo brillante, propios de la oratoria, pero ajenos a la homilía. Los predicadoresde las iglesias primitivas probablemente fueron en la mayoría de los casos, hombres de tanescasos dones y estudios que eran incapaces de usar otra cosa que no fuese la homilía. PeroCalvino poseía la totalidad del vasto equipamiento de su impecable educación clásica, yconocía la artística trama del sermón escolástico. No era por carencia sino con un propósitodeliberado que usaba la homilía en su pulpito. Solamente existe una explicación y ésta está ensu doctrina de la predicación. Calvino estaba profundamente convencido de que la tarea depredicar no es sino la de presentar fielmente la palabra de Dios, aclararla inequívocamente ytodos los oyentes, hacer oír su llamado a la conversión, exponer sus amonestaciones y arrojarsu luz sobre el sendero de la vida. En el pulpito Calvino quería ser el humilde siervo de lapalabra y la simple homilía era la que mejor se prestaba a ese propósito.El uso eficaz de la homilía requiere una extraordinaria maestría en las escrituras, puestoque el sermón no descansa para su efecto en artificios lógicos o retóricos. Bien sabido es queCalvino poseía tal maestría de las escrituras, y que predicó a través de la mayor parte de laBiblia. Sin embargo, es de notar, que no era el único en hacerlo. Bullinger, por ejemplo,prácticamente predicó a través de toda la Biblia en los primeros diez años de su ministerio,predicando a razón de un mensaje por día. Los ministros

editó cinco veces el juego completo de los 159 sermones sobre Job. En tres aæos aparecieron cinco ediciones de los sermones sobre los Diez Mandamientos. Un juego completo de doscientos sermones sobre Deuteronomio fue publicado en 1581 siendo tan grande la demanda que en el tØrmino de dos aæos hubo que publicar otra edición. No caben dudas de

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